22 enero 2024

El Caballero Oscuro


Observo detenidamente el reloj de pulsera que adorna mi muñeca izquierda, mi mirada se detiene sobre la hora, las once y diez, subo al auto y atravieso la ciudad a gran velocidad, la noche ha descendido sus brazos fusionándose con mi oscuridad.

Al llegar al castillo ya es media noche, me detengo frente al portal y un escalofrío me envuelve, inspiro largo y prolongado tratando de controlar mis emociones mientras contemplo con atención la figura que se acerca.

El misterioso Caballero Oscuro avanza hacia mí, se posiciona en mi espalda y me coloca un antifaz en el rostro, su cercanía manifiesta sus intenciones. Ahora frente a mí, su mirada cae suavemente deteniéndose en mis labios, el roce de su mano en mi cintura es delicado, pero firme, me guía hacia el salón, en él distingo esencias conocidas departiendo por todo el recinto, música suave y voces indistintas.

Me atrae hacia él mientras me contempla. Llevo un vestido negro como el abismo, un escote en v con un toque de encaje que corre hacia atrás cubriendo parte de la espalda. Desliza sus manos en mis caderas invitándome a bailar, el calor de su cuerpo hace reacción en el mío volviéndome arcilla. Hay sensualidad en sus movimientos, en la forma de modular su voz y en el roce tibio de su cuerpo contra el mío, al acercarse más puedo ver en el fondo de sus ojos; y cuando lo hago, algo hace clic en mi cerebro, mis ojos vibran con intención de pertenecer, de regalarme sin límites ni tabúes, como un eterno bucle sin retorno.

Susurra en mi oído encendiendo la llama "Haces que la noche sea como un dulce sueño y soñarte despierto es una delicia"; y me entrega una llave antigua marcada con el número dos.

Camino por el corredor de luces violeta, al abrir la puerta, el sonido característico de las bisagras me eriza la piel, la luz es tenue y no me permite ver el fondo de la habitación, el calor de la chimenea empieza a encender mis mejillas cuando percibo frente a mí la figura del Caballero Oscuro, cierro los ojos y me dejo conducir hacia el interior.

Sus manos acarician por encima del vestido, se introducen sin piedad y lo hacen caer dejando al descubierto mi excitación. Lo siento dentro de mis pensamientos, es una sensación que me vuelve vulnerable. Me observa y su mirada humedece mi más íntimo deseo, ruborizada, intento cubrirme, mi cuerpo tembloroso no responde a mi mandato y solo espera paciente que él avance sobre mí, enhiesto cabalga en mis entrañas amoldándome a su ritmo, su oscuridad me arropa y solo puedo explotar de dicha y rendirme al placer inmenso cuando su magma cae sobre mí. Al despertar, solo recuerdo el dolor de mis rodillas; y un enigmático collar envuelve mi cuello.


Como cada año, recibí una invitación para asistir al baile de máscaras organizado por DUICE. Agradezco la invitación y la paciencia que ha tenido conmigo en mi publicación tardía, motivos de salud me han tenido alejada.
Gracias, Dulce, por tan cálido recibimiento.

19 diciembre 2023

Una vez más

La vida no es fácil, para ninguno de nosotros. 
Pero... ¡qué importa! 
Hay que perseverar y, sobre todo, tener confianza en uno mismo. 
Marie Curie 
(1867-1934) Física francesa.


Y aquí seguimos, a veces presente, otras veces ausente, pero siempre regresando a este maravilloso espacio de los blogs.

Mi deseo para ti:
Que recibas todo lo que puedas conservar en el interior de tu alma ... 
¡Siempre!
Apapachos


02 diciembre 2023

Superstición


Tamales pintos

Sucedió hace poco más de un año en la tornaboda de mi hija. Habían llegado días antes unos familiares del sur y nos reencontramos en una quinta el día siguiente, comimos, bebimos y disfrutamos de un día, entre frío y cálido.

La charla se sucedió y Lucio y Nidia, los familiares del sur empezaron a hablar de lo delicioso de los tamales que preparo. El ahora marido de mi hija mencionó no haberlos probado, ¿cómo es posible si están buenísimos?, pues no lo sé, no me han tocado.

Un año después, mi hija vino a casa y me pidió que hiciéramos tamales porque su marido seguía sentido, accedí con la condición que tenía que ayudarme, al día siguiente empezó la preparación, cocinar todo y dejar preparados los guisos y las salsas, al día siguiente sería la preparación. Esto se hace así porque son de proceso largo.

Al día siguiente llegó mi hija (impuntual como siempre); yo ya tenía todo listo, incluido el amasado para introducir suficiente aire a la masa; ya solo faltaba prepararlos, la ayuda de mi hija brilló por su ausencia (como siempre hace), platicando por aquí y por allá, poniéndose al corriente de los acontecimientos se pasó el día.

Le pedí me consiguiera una moneda pequeñita y la pusiera en el fondo de la olla vaporera, la buscó, la lavó, la desinfectó y la colocó al fondo, luego puso agua caliente hasta el máximo de la olla y me dispuse a acomodar los tamales en forma vertical.

— No los toques, que luego no se cocinan — se lo dije y sonreí (no creo en supersticiones), mi hija me miró con esa mirada entre traviesa y retadora, metió la mano y la pasó alrededor de la olla y tocando los tamales — te faltó esta parte — mencioné, volvió a meter la mano y sonrió.
— Mami, ¿en cuánto tiempo estarán? — tres horas — vale, voy y vengo

Tres horas después me llamó, estaba preocupada — Mami, sí se cocinaron, ¿cierto? — Diría que no, salieron pintos — Mami, no me digas eso, ¿es en serio? — Sí, es en serio — Anda, mi marido me ha estado diciendo que eso no se hace, que su abuela no les permitía meter la mano y me ha dicho que es mi culpa que salgan mal — Tranquila, solo son dos días de trabajo echados a perder — Pero mami, arréglalo — ¿Y cómo hago — Jaja, me estás mintiendo, bueno, vamos para allá y si no salieron, pues ni modo.

Los tamales estuvieron, se cocinaron bien y la superstición (como siempre) quedó en solo un mito, pero igual, antes de marcharse mi hija prometió que a la próxima no volverá a meter mano en los tamales.

Mi participación en el tema; Supersticiones, propuesto por Campirela



En México, como seguro sucede en el resto del mundo, hay supersticiones, algunas más arraigadas, como lo son, "No ver a la novia antes de la boda", "Derramar sal", "La herradura", "Cruzar los dedos", "Tocar madera", "Soplar una pestaña, "El huesito superior de la pechuga", "Vestir de amarillo", "Levantarse con el pie izquierdo", etc. Una de las supersticiones más arraigadas que se remonta a más de cinco siglos atrás en Texcoco, Tlatelolco y Tenochtitlán son "Los tamales pintos".

Se cree que los tamales son delicados y celosos; y por ello se debe dedicar especial atención a la masa para lograr un batido perfecto ¿y cómo hacer esto si no existe un tiempo determinado?, ¡a ojo!, solo una persona puede meter su mano a la olla para acomodarlos, de no ser así, los tamales saldrán pintos, también debes tener buen humor al momento de la preparación porque de lo contrario tu enfado se trasmitirá a la masa volviéndolos agrios o aceda; y por ningún motivo una mujer embarazada o en su período puede acercarse a su elaboración. Si algo de esto ocurriese por no prestar atención, la forma de solucionarlo es bailar alrededor de la olla vaporera, regañarlos y hasta cantarles; y rezar para que haya sido suficiente.