Me detuve delante de su puerta, la duda si presionar el timbre se cimbro con tanta fuerza que, en un momento me hizo declinar el impulso de buscarlo, en ese momento su madre abrió.
— ¡ Adel !, casi no me encuentras, adelante mujer, J. está en su recámara. [la que está al fondo]. Titubee un poco mientras la vi marcharse.
Me encaminé al corredor, mis pasos eran calmos, la duda de estar ahí crecía en mi interior obligándome a ir más lento. Tres habitaciones, la cuarta al fondo, avancé en silencio, me hice mil y un preguntas sin obtener respuesta, desde la ventana lo vi cómodamente sentado, la cabeza en momentos echada hacia atrás, lo encontré vestido, eso me hizo exhalar profundo y serenarme.
Abrí la puerta con sumo cuidado, una musiquilla se escuchaba al fondo, ¿ puedo entrar ?, pregunté cuando ya estaba dentro, no obtuve respuesta, me acerqué más posicionándome delante, estuve detenida ahí, no sé por cuánto tiempo, él parecía estar en trance, su camisa blanca, bostonianos negros, impecables, pantalón gris, abierto y su mano izquierda envolviéndose entero y deslizándose suavemente ... ascendente ... descendente.
— ¡ Adel !Abrí la puerta con sumo cuidado, una musiquilla se escuchaba al fondo, ¿ puedo entrar ?, pregunté cuando ya estaba dentro, no obtuve respuesta, me acerqué más posicionándome delante, estuve detenida ahí, no sé por cuánto tiempo, él parecía estar en trance, su camisa blanca, bostonianos negros, impecables, pantalón gris, abierto y su mano izquierda envolviéndose entero y deslizándose suavemente ... ascendente ... descendente.
Su voz parecía venir desde muy hondo.
— ¿ Puedo ?, le dije señalándole la silla que estaba delante, asintió con la cabeza y siguió a lo suyo, ahora con su mirada penetrando en la mía.
Un gemido gutural inundó el ambiente al momento que estallaba desde su interior ... me acerqué nerviosa, me puse entre sus piernas, de rodillas, observé temblorosa la escena ...
— ¿ Te duele ?.
Los maravillosos diecinueves ... casi veintes.