Las tres y treinta de la madrugada ... Me pregunto si no han sido suficientes tantas noches insomnes ... Cierro los ojos y hundo mi cabeza en la almohada, en silencio, la soledad se vuelve despiadada.
Caigo en un letargo profundo que languidece mi cuerpo. En las sombras, el calor empapa mi piel y mi rostro y te siento llegar, hablándome de amor en voz baja, precioso momento en el que me adentro y me pierdo.
Déjame contemplarte cuando para mí te desnudes despacio, quiero aprenderme de ti y saciar mi sed y mi hambre en cada poro de tu piel que emana ambrosía. mientras me fundo en tu regazo.
Déjame contemplarte cuando para mí te desnudes despacio, quiero aprenderme de ti y saciar mi sed y mi hambre en cada poro de tu piel que emana ambrosía. mientras me fundo en tu regazo.
Y después ... Incinerada mi piel, turbada mi mente y aún temblando, permanecer envuelta entre tus brazos ... Adormecida, aspirando tu aroma aún con los ojos cerrados y soñando despierta, ajena a la vida que pasa.
Las horas avanzan ... tu esencia se hace vapor cuando el alba me atrapa.