Él
es tormenta de sentimientos en estado puro
y viento huracanado que llega arrasando voluntades
lo mismo se le puede ver
en lo alto de la más alta montaña
que haciendo rápel en el despeñadero
más angosto y profundo.
Hombre sólido, de carácter inquebrantable
siempre estuvo a la vera del camino
esperando pacientemente que arribara en su mismo destino
para conducirme de la mano
por el misterio de sus oscuros laberintos.
Ahora se encuentra en un cómodo sillón que adorna su estancia
tomando su café negro, fuerte, dulce y muy caliente
que siempre se prepara como si de un ancestral rito se tratara
mientras sostiene entre los dedos su habitual cigarrillo.
Le observo desde el borde de la cama, como cada noche
detrás del humo del tabaco que de su boca exhala
hundiéndome en su indescriptible manera de mirarme.
Es un ser enigmático
su semblante muestra rasgos de serenidad absoluta
de saber inequívocamente lo que hace; y entonces
apaga el cigarro; y deja la taza sobre la mesita
de anticuario
le presiento acercarse con paso firme.
Mi cuerpo cimbreante espera
porque domina mi mente a la par
que se apodera de la cúspide de mi pecho
dando rienda suelta al tornado que provoca en mi deseo
y al volcán activo de mi sexo.
Y me lleva al delirio con frases obscenas
susurrándole a mi vientre
la promesa no escrita
de estar conmigo; y poseerme
... Eternamente.