De compras ... caminaba tranquila entre las islas, asombrada [ como cada año ] por la gran cantidad de artículos navideños expuestos, y yo que, desde hace siglos soy apática para esas fiestas.
Casi a la salida del centro comercial y me cruzo con una florería.
— Señorita, ¿ tienes rosas con espinas ?
¿ Sin espinas ?
Aspiro hondo ... [ vamos de nuevo, como siempre ]
— No, las quiero CON espinas [ haciendo énfasis ]
[ Me observa asustada ]
Hmm, es usted de ¿ alguna secta ?
Sonrío ...— ¡ Quizás !
Hmm, ¿ son para hacer brujería ?
— ¡ Tal vez !
Ehh, hmm, pero, es que, yo no sé si ... [ se pierde su voz ]
— ¿ Tienes o no rosas con espinas ?
Permítame, por favor.
Coge el móvil, envía un mensajito y casi de inmediato aparece un sujeto detrás mío
¿ Le puedo ayudar en algo ?
— Pues no, no creo
Entiendo, le explico, la señorita dependienta me ha dicho que usted hizo un pedido, digamos insólito
[ Vuelvo a aspirar hondo ... ] — ¿ Y usted es ... ?
¡ Soy el gerente ! [ echa atrás los hombros, saca el torso y se pone erecto ]
¿ Puedo preguntar para qué quiere las rosas con espinas ?
— ¡ Puede !
Muy bien, gracias, ¿ para qué las quiere ?
— Caballero, ese es asunto mío
¡ Oh !, disculpe
— ¡ Está bien !, no pasa nada, pudiera usarlas para lo que mencionó su empleada, también para azotar mi cuerpo desnudo, principalmente el busto, qué se yo, hay mil y una forma de usarlas, usted ... quédese con la versión que más le acomode.
Sí, sí, la secta está bien.