A media noche y desde mi habitación situada en la planta alta, pude escuchar lo que intuí eran arrastres, golpes a algún objeto metálico y voces, infinidad de murmullos. El corazón me dio un vuelco pero sabía que esos ruidos extraños tenían una explicación.
A finales de los ochentas, el sol brillaba en todo su esplendor y aún así, el calor no era intenso, cuando salí de casa para dirigirme a la escuela, me detuve en la puerta, extrañada y nerviosa por lo que estaba ocurriendo, Anna y Letty llenas de curiosidad me animaron a ir e investigar.
Los gitanos habían llegado en total oscuridad, hicieron un círculo con las carretas y en el centro, una pequeña carpa con franjas multicolor, a lo lejos se podían distinguir hombres con sus camisas abiertas hasta mitad del pecho, las mujeres con faldas y blusas amplias, ambos en colores chillantes, ataviadas con grandes argollas e infinidad de ruidosas joyas.
Una de ellas, la más joven de alrededor de quince años se acercó a nosotras, sonreía al tiempo que nos observaba, con esa mirada que intenta escudriñar hasta desvelar nuestros secretos.
— Por una moneda grande te diré tu fortuna — tomó mi mano y pasó sus dedos por la palma, observó en silencio, luego; y como si estuviera leyendo mi mente continuó — Sí, venimos de muy lejos — Sorprendida por su respuesta a mi [no] pregunta sonreí tímidamente al tiempo que intenté retirar mi mano, ella la soltó y la volvió a atrapar antes que pudiera bajarla.
La gitana volvió a dirigirse a mí, — Acepto trueque — y mientras, seguía con sus dedos en mi mano. Al ver la expresión curiosa en el rostro de las tres se acercó a mí, pasó su nariz por los puntos en los que había colocado perfume, — Tráeme tu perfume y no solo leeré tu mano, también pasarán a ver el espectáculo — Y nuevamente como si hubiese leído mis pensamientos continuó — Sí, quiero el que estás usando, el que aún está en su empaque, no — Asustada me desprendí de su amarre y di un paso atrás, ella se echó a reír — Ven a visitarme — me dijo, levantó la mano y señaló al fondo su carreta.
Y así, las semanas siguientes, al salir de clases nos sentábamos al lado de su carreta, una de esas tardes le llevé el perfume que le había gustado, a pesar de la diferencia de edad entre ambas, tuvimos una bonita amistad.
No recuerdo su nombre, tampoco su rostro, solo que una madrugada, igual que llegó, se marchó y jamás volvió.
Mi participación en la dinámica, Jueves de Relatos
esta vez vamos de la mano de Dorotea
y su blog, ''Lazos y Raíces''
El tema, Circos
Mi aporte es con una anécdota de hace mucho tiempo
Gracias por el recuerdo