— ¿ Qué ?, ¿ cómo es posible ?, ¡ esa báscula está mal !, claro que no, no es mi peso, sí, seguro tiene truco.
[ Luego del exabrupto, la aceptación y un suspiro prolongado de resignación ].
Llega el marido
¿ Cómo te ha ido ?
— ¡ Genial, de maravilla, mejor que nunca !
A ver ... ¿ 5 kilos más en un mes ?
¡ Te lo dije !, que estábas más pesadita y me respondiste que me estaba poniendo viejo, no, si ya lo decía yo que no podía cargarte sin que me sacaras el aire.
La mujer cabizbaja
Él continuó diciendo ... ¡ Mujer !, no te pongas así que todo puede solucionarse.
— ¡ Ya ni me digas, que me pongo peor de triste !
No, no te pongas así, mira, mejor vamos a pensar en una dieta o cambiar la rutina del ejercicio, porque como sigas así, no podré levantarte para la "faena", tampoco atorarte en vilo contra la pared y ya ni te digo de sujetarte al aire mientras te diviertes conmigo.
[ Para ese momento ya todos habíamos entendido de qué iba el tema ]
La mujer estaba un poco ruborizada, las mujeres que estaban al lado de la pareja sutilmente se retiraron, el hombre con mirada divertida insistía en poner nerviosa a su mujer y de paso a la concurrencia.
La mujer avergonzada intentaba hacerlo callar
El marido ... siendo él.
La mujer estaba un poco ruborizada, las mujeres que estaban al lado de la pareja sutilmente se retiraron, el hombre con mirada divertida insistía en poner nerviosa a su mujer y de paso a la concurrencia.
La mujer avergonzada intentaba hacerlo callar
El marido ... siendo él.
Frente a ellos yo me divertía con la escena; y es que hay que ver que cuando una persona es extrovertida y aterriza cualquier tema, llueven las ruborizadas [también las miradas de interés].
Lo pensé, pero alguien más me ganó y por allá al fondo se escuchó una voz femenina.
"Señora, si usted no lo quiere, póngame primera en la lista que yo me lo quedo".