A veces sueño con él
a media noche lo veo observando mi rostro
con su cuerpo al borde de la cama
su sonrisa espontánea
su mirada de hogar
su pulgar entreabriendo mis labios
mi lengua caliente y dócil
respondiendo a su tacto.
A veces vuelvo a revivir
sus espasmos humectando mi piel
el latido del corazón
llevándome al precipicio
mientras escucho el grito mudo
que agoniza en mis entrañas
allí, donde se inmola el abandono.
Queda poco de él
en estas paredes desvencijadas
tan solo un hombre
aferrándome al pasado
y una parte de mí
que aún vibra en su recuerdo.