Los viajes de vacaciones siempre se hicieron en verano pero esta vez estábamos en el mes de Diciembre y decidimos hacer algo diferente.
Nos encaminamos por carretera a la capital del estado, estaríamos una semana de vacaciones, en el camino un aroma navideño invadía todo el auto.
(El olor era intenso)
— Es ... es ... ¿ es gobernadora ?
¡ Sí !, crece en todo el camino
Con todo lo que siempre me sucede tuve precaución de preguntar
— ¿ Es silvestre ?
¡ Si !, todos estos kilómetros no tienen dueño, Adel
(Aún con precaución pregunto)
— ¿ Puedo traerme algunas ramitas ?
Sí, pero no te tardes
Descendí del auto y corté unas ramitas, las puse en la cajuela junto a las maletas y continuamos el viaje.
Ya de regreso me había olvidado de las ramitas y de repente nos detuvimos en un retén, los soldados a lo suyo y encendieron una maquinita y la pasaron alrededor del auto y justo se escuchó la alarma cuando pasaron de mi lado, un soldado se acercó y le preguntó a mi marido.
— ¿ Trae alguna droga, Señor ?
¡ No, no, nada de eso !, pueden revisar todo lo que gusten
— Espere un momento y no baje del auto
Volvieron a pasar la maquinita y de mi lado nuevamente se activó su alarma y le pregunté.
— ¿ Por qué se activa su alarma ?
Sustancias nocivas, Señora
— ¿ Puede ser por todo el medicamento que cargo ?
¿ Me permite ?, le di el maletín con todas las medicinas, el soldado se alejó y volvieron a pasar la maquinita y la alarma permaneció en silencio, aún así nos pidieron permanecer en el auto.
Cuando el soldado se alejó de nuevo, mi marido me preguntó (y sí, reconozco que siempre compro cosas raras y sin saber lo que son porque llaman mi atención y siempre me meto en líos)
¡ Adel !, ¿ traes algo que no debas ?
Me enfadé y no medí las consecuencias.
¡ Sí, Daniel !, se me olvidó bajar tus brotes de marihuana del auto
(Y sí, lo dije justo cuando regresaba el soldado)
— Salga del vehículo, Señor; y abra la cajuela, (para ese momento uno de ellos ya traían un perro y revisaba el auto)
Los soldados al abrir la cajuela vieron la planta gobernadora y dieron un brinquito en retroceso
— ¡ No se mueva, Señor !
Mi marido intentando explicarles que la plantita era inofensiva y preguntándome cómo se llamaba y a mí ... que por los nervios se me había olvidado.