No sabía por qué mis sentimientos siempre giraban a su alrededor. No entendía por qué mi mente se llenaba de su presencia, era algo conocido y a la vez tan diferente, me asusté, tuve miedo e intenté por largo tiempo encausarlos por senderos muy distintos ... al final siempre volvían a su lado.
Terminé aceptándolos, me descubrí enamorada de su sonrisa honesta, de su mirada antes solitaria, de la silueta de sus pensamientos, de la consecuencia real de su palabra y la curvatura de su alma ... de su centro.
Me entregó su todo y yo, que no tenía nada que ofrecerle ... le prometí que viviría eternamente en el núcleo de mi corazón y de mi mente.
Música, cortesía de Julio David