(Autora: ©Marifelita)
Desde bien pequeña tuve que escuchar
siempre las mismas palabras:
Acéptalo.
Siendo mujer, tu sitio
está en casa, no entre los libros de la biblioteca, estudiando. La ciencia
déjala para los hombres, es su trabajo. Tú no has nacido para pensar,
reflexionar, inventar o crear. Tu tarea es ser educada, sumisa, recatada y
contenida. De ti, solo se espera que cuides de tu esposo, de tu hogar y que le
des una descendencia de la que se pueda sentir orgulloso. Limítate a eso y nada
más.
Siempre tuve un don
que al mismo tiempo podría verse también como una maldición. Y es que soy
consciente de mis vidas anteriores, como si mis reencarnaciones posteriores se
fueran grabando en mi memoria. Tengo recuerdos nítidos como si yo misma los
hubiera vivido en mis carnes, aunque en realidad se tratan de otros “yos” del
pasado.
Pero daba igual las
generaciones que pasaran y los años transcurridos, el mundo se transformaba,
nos sorprendían con pequeños avances y grandes progresos, pero había una cosa
se nunca cambiaba...
Admítelo.
Nunca llegarás a nada,
por mucho que te esfuerces, ellos siempre estarán por delante. Nunca te tomarán
en serio ni te aceptarán como uno más, entre iguales. A nadie le interesa tu
opinión, lo que tengas que decir. ¿Qué sabrás tú de política, de economía, de
negocios, del mundo? ¿Pretendes escribir poemas? ¿Con tu percepción femenina,
sensiblera y limitada de lo que es la vida? Quizá a algunas señoras acomodadas
y aburridas les interesen tus versos mientras los acompañan con el té y unas
pastas en sus tertulias de las tardes.
Mi nuevo “yo” cambia
de siglo y de lugar constantemente. Mi percepción del mundo siempre es la
misma, y mis ansias de formar parte de él también. Quiero ser una pieza
importante en el avance, dejar huella, ser alguien reconocido por sus actos,
pero ahí fuera hay una guerra en la que somos minoría y es imposible vencerla.
Olvídalo.
No tienes ninguna
posibilidad de triunfar. Este es un mundo de hombres, lo sabes de sobra.
Esfuérzate todo lo quieras, demuestra tu sobrada creatividad, tu talento, tu
capacidad de esfuerzo y sacrificio. Nadie lo valorará, ni siquiera lo verán.
¿Quieres ser una mujer de negocios? ¿Tú sola sin un hombre que te ayude?
¿Decirles a los hombres lo que tienen que hacer? No tienes ninguna posibilidad
de éxito. El fracaso está garantizado. ¿Para qué perder tanto entusiasmo,
esperanzas e ilusión en algo que no te llevará a nada? Es una causa perdida.
En cada etapa en la
que me encuentro es un nuevo reto, nuevos tiempos, nuevas ideas, nuevas
limitaciones que vencer y nuevos objetivos a cumplir. Y en cada ocasión me
encuentro un nuevo muro que saltar o nuevo obstáculo que vencer. Y posiblemente
sean esos mismos los que me den fuerzas en cada ocasión para seguir adelante.
Continuar soñando y esforzándome porque hay algo dentro de mí, que me dice que
no puedo dejar de intentarlo.
Asúmelo.
Siempre estaréis en
desventaja, en un segundo plano. Además, las mujeres lleváis tanto tiempo en
ese papel que algunas ni se plantean un cambio y otras incluso parecen estar
cómodas en él. Muchas se rinden incluso antes de intentarlo, ¿de verdad crees
que tu esfuerzo inútil servirá para algo? ¿Crees que puedes llegar a ser un
referente para alguien? ¿Convertirte en un modelo a seguir, una líder? ¿Hacer
algo que marque la diferencia y que otras sigan tu ejemplo?
Y en pleno siglo XXI,
los tiempos se abren a nuevas opciones, cada vez son más mujeres las que se
forman y demuestran sus capacidades. Ya no estamos solas, entre todas podemos
con nuestro gran espíritu de lucha y sacrificio, demostrar de lo que somos
capaces, ahora ya no hay vuelta atrás. Nadie nos puede parar. Ahora sí que los
tiempos están cambiando, y hombres y mujeres también con ellos. Se empieza a
recoger todo lo que se ha sembrado durante tanto tiempo. Sin duda, este es
nuestro momento.
Echo la vista atrás y
veo a todas esas mujeres valientes, atrevidas, inteligentes, entusiastas, que
en sus tiempos más difíciles que los nuestros, no dudaron en intentarlo. Ahora
no podemos abandonar.
Por todas ellas, por
nosotras mismas y por las que vendrán, debemos continuar.
¡FELIZ DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA!
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Motivación”)
Muy original tu forma de estructurar el tema elegido que además es muy necesario que se vayan borrando de la memoria esos discursos sobre para lo que sirve o no sirve la mujer, como si no pudiese estar en en plano de igualdad con el hombre.
ResponderEliminar¡BRAVO!
El dichoso patriarcado que durante nuestra infancia tantas veces llegamos a oír. Enfrentarse a ello no es una opción, sino una obligación para que las futuras generaciones no tengan que vivir lo mismo. Un abrazo
ResponderEliminarUn texto indicado para ser leído por todas las mujeres, y hombres, Porque lo que describes incumbe a ambos. Un besote grande.
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