Señor ...
Con la brisa
llega el rumor que liberan tus pasos a distancia, congestionando las paredes de
la habitación e introduciéndose, cada vez más hondo ... en mi boca ... en los
poros de mi piel.
Me succiona,
me eleva y desciende, tensando el interior de todo mi cuerpo.
El trémulo
temblor que se gesta en mi vientre cuando la impaciencia me abofetea al
pensarte, es suficiente para desquiciarme.
Escucho la desbandada que retumba... la que me desboca
frenéticamente por tenerte y, provoca el íntimo deseo y la humedad que me
turba.
Señor ...
Tengo hambre
y sed de ti.
Me siento
morir cuando no me nutres de tu aliento.
La excitación reina en mi pecho... Mis manos se vuelven
autónomas, y golosas, me toman en estampida por el ansia de mi epicentro,
concluyendo en el plano exacto donde se fraguan tus latidos a los míos.
Abrigo entre
mis muslos mojados el abismo de mi sexo.
Mis dedos
cobran vida en el cosmos enardecido de mi mente... y se hunden atravesando mis
pétalos abiertos, multiplicando estrellas por infinitas convulsiones.
Señor.
Aún no
llegas y ya te siento conmigo...
Te has
convertido en arteria por la cual mi sangre transita,
esqueleto
que sostiene mi cuerpo,
espejo de
luz que mi penumbra ilumina.
Somos mitad
cielo y mitad averno
pecado y
penitencia.
Señor
Apiádate de
mí... Te necesito.
Rato perteneciente a la propuesta "De Revista (Pulp-Art)"