ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

Participantes y textos de la convocatoria de octubre: "Mosaico"

Campirela/ Nuria de Espinosa/ Auroratris/ Gustab/
Susana/ María/ Marifelita/ Dulce/ Chema/ Lady_P/
Tracy/ Dafne SinedieGinebra Blonde.  

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martes, 20 de noviembre de 2018

...


Esa llamada siniestra me hizo sentir pánico, tardé en escuchar su voz y me costaba respirar al querer grabar en mi memoria ese sonido metálico que era capaz de poseer mi mente y acaparar toda mi atención.

Sus frases cortas y frías eran inexplicablemente órdenes para mí. Colgué y fui directa a aquel prado en donde de pequeña tantas veces yo había jugado. Lucía más verde que nunca, con una luz intensa sobre la hierba que me dejaba fascinada.

Esperé nerviosa a que algo sucediera, el corazón se aceleraba con cada instante que pasaba. Llegó un punto que mis piernas ya no resistían, parecía una tomadura de pelo, no sucedía nada, nadie acudía; pero mi cuerpo estaba firme allí, sin poder dar la vuelta para ir de nuevo a casa. Al final me senté y termine acostada sobre la alfombra verde. La manzanilla adornaba el silencioso lugar y tomaba mi profundo sueño su aroma.

Abrí los ojos y le vi, allí en cuclillas acariciando mi pelo. Creí desmayarme, el tiempo me lo había traído. Nunca lo hubiera esperado, aquel sueño inconcluso volvía a mí, pero con un halo diferente, con algo extraño que yo no sabría explicar si me preguntaran. Su voz... Ese tono tan chocante, esa neblina que parecía arroparle y ese intenso brillo en sus ojos.

Yo preguntaba con la mirada y en sus ojos pude entender que el espacio y el tiempo habían perdido todo sentido, que él nunca fue quien yo creía que era... Procedía de otro lugar, quizá de una de mis estrellas soñadas. No fue necesaria la abducción para acompañarle en su sideral viaje, hubo un acercamiento voluntario por mi parte, más bien una urgencia en emprender ese camino desconocido.

Sé que allí todo será diferente, que la mente ha alcanzado niveles que la alejan de todas las bajezas que esconden algunos humanos. La vida me ha terminado haciendo feliz, en otro plano, sí; pero eso es tan baladí...



Relato perteneciente a la propuesta: "La llamada"
https://varietes-ginebra.blogspot.com/2018/10/la-llamada.html


jueves, 25 de octubre de 2018

...


Viento de la vida, huracán de sentimientos, emociones intensas, vuelo y caída. En el más profundo abismo la noche no tiene amanecer, el lodo cubre los ojos y la presión del dolor cierra la mente.

El tiempo, fue el tiempo y los seres muy cercanos los que lentamente llevaron calma a un corazón destrozado. Un proceso lento dentro de la crisálida del amor. Hoy la mariposa no permite que nadie interrumpa su vuelo libre. Se empapa del aroma de las flores, el perfume de la vida y la sonrisa.

Un muro de acero protege ese poderoso corazón, que habiendo dejado de latir, pudo resurgir a la vida.

Un muro dulce, dúctil y humano, donde la magia se enreda y el poder de la noche respeta.

“Siempre se llega a alguna parte si se camina lo bastante” (Alicia en el País de las Maravillas)


Relato perteneciente a la propuesta: "Alicientes"



domingo, 30 de septiembre de 2018




Salí a la montaña, deseaba encontrar un lugar tranquilo, perderme en sus bosques… Amaba las aves, disfrutaba con sus trinos. Había escuchado que podía encontrarme con los lobos, pero no les temía; pensaba que eran animales nobles con mala prensa para el hombre.
Vi pasar a los guardabosques en su todoterreno, el lugar parecía vigilado. Anduve mucho, antes de decidirme a reposar bajo los árboles, quizá podía estar perdida, pues nunca me oriento demasiado bien y no llevaba brújula, ni mapa de la zona.
El aullido del lobo se dejó oír, penetraba en el alma, es como si existiera una conexión entre ellos y yo. Recordé varias leyendas en que una loba amamantaba unos bebés. No podía ser malo un animal que se apiadaba así de unos recién nacidos. Por segunda vez se dejó oír el aullido, esta vez estaba más cercano. La piel se me erizaba en la espera...
Ante mis ojos, un lobo blanco, esplendido. Era hermoso y él lo sabía, orgulloso de su raza, me desafiaba con la mirada. Fueron unos momentos de tensión, inolvidables. En instantes vinieron a mi memoria, esos recuerdos guardados tan celosamente, aquél hombre con alma de lobo, que respetaba mis leyes con delicada paciencia, aquel amor extraño y único que viví...
Recordé que malo es el miedo, como te aparta de lo que amas, como te quita los instantes más maravillosos de la vida. Sí, tuve miedo, ese sentimiento que hoy ya no conozco.
La vida pasa, no hay vuelta atrás y el miedo después te lleva al arrepentimiento.
Cerré los ojos y reviví cada escena grabada a fuego en mi alma, tanta ternura que recibí... Una cuerda abandonada en el campo me hizo volver a la realidad al rozarme y al abrir los ojos de nuevo, aquel lobo blanco merodeaba a mi alrededor, ahora sus mirada era de curiosidad.
Me levanté, y sin rumbo fui de compañera a su lado. Por una vez iba a permitir que la vida me sorprendiera, iba a sentirme libre, sin pensar en nada más que en aquel compañero de pelaje blanco níveo, que se hizo cómplice con su mirada.


Relato perteneciente a la propuesta "Mar, O Montaña"



lunes, 9 de julio de 2018

Aire



(Aire/Añoranza/Inefable)

Sobre el tejado un gato vigila y ronronea. El cielo, de un azul nítido, suspira en la mañana acariciado por el aire tibio.

El vino, espumoso, se mece en la copa a la espera del calor de sus manos. Ella cimbrea su etéreo cuerpo adentrándose en la estancia. En sus ojos se refleja siempre un ápice de temor y de misterio que todo el mundo desea adivinar. Frente a la palidez de los árboles sueña y bebe. El rumor del mar irrumpe en su pensamiento y ella corre por sinuosos túneles huyendo de la quietud.

Sus pies no han abandonado el suelo, pero ella es aire que corre por los pasillos de su mente hasta encontrar el cielo; ese cielo húmedo que a lo lejos se une siempre al mar. Dedos delgados y azules se deslizan por su piel, despertando un inefable sentimiento. La añoranza la abraza y zarandea haciendo de la luz cristal y espejo, que al mirarlo, atrapa el vetusto tiempo donde ella es fragancia que se pierde en un sentido beso.

El gato ha tirado su pelota, el sonido sobre el suelo, alerta sus sentidos, la vida sigue. Ella se mueve lentamente, no lleva prisa, nada la espera.

©Sakkarah

Relato perteneciente a la propuesta "Elementos"
https://varietes-ginebra.blogspot.com/2018/06/elementos.html


sábado, 30 de junio de 2018



Tu vuelo en lo oscuro se eleva ignorando mi suspiro. Eres el soplo inquieto del aire, que termina susurrando con ternura. Extraña la vulnerabilidad de tu palabra ante los crudos sucesos de la vida, aún así conozco tu alma, porque, como decía Bukowski: “El alma libre es rara, pero la identificas fácilmente cuando la ves”.

Cada momento de tu dolor me traspasa y cada palabra tierna me hace suspirar añorando mi sueño perdido. No tengo la llave del caudal que brota en tus letras, llave que abre compuertas de caudalosos sentimientos; pero sigo arropando con sonrisas mi desconcierto.
©Sakkarah

Prosa poética perteneciente a la propuesta "Citas Y Sueños"










ENVIDIA

De tus labios color fresa ha libado el veneno que trastoca los sentidos, no es que para escribir estas palabras me lleve la envidia, que no la siento; pero bajo tu hábito de monja, ocultas la lujuria y la mentira.

Él hace tiempo que no es el mismo, tanto amor como existió en nosotros ha terminado en la más fría de las miradas, en el rechazo al contacto con mi cuerpo. He llegado a no sentirme mujer y hubiera muerto de tristeza si no hubiera sido por Fabián y sus miradas, por sus atenciones constantes y por nuestras charlas en los cortos trayectos que él, como chofer, conducía. Ahora llego a comprender el refrán tan conocido: “A Rey muerto, Rey puesto” Pero… no me iba a quedar cruzada de brazos, porque el daño que me hicisteis fue enorme, y mi orgullo ha quedado mancillado. He contratado un detective y por eso he sabido de ti. Jamás hubiera imaginado que sus pasos le dirigirían a un convento...

Siendo médico, siempre pensé que podría fijarse en una enfermera, de hecho, Marisa, la enfermera jefe, no podía disimular, ni aún delante de mí, que bebía los vientos por él; pero no, te tuviste tú que fingir enferma para atraerle hacia allí. Aún no entiendo como esa superiora puede estar tan ciega; pero levitará cuando le cuenten vuestras apasionadas escenas.

El detective me ha contado que eres bisexual, que mantienes también relaciones con varias novicias y que la jeringuilla que encontró en tu cuarto, no era para una cura de anginas precisamente. Sexo y drogas pululan por los entresijos del convento.

Hoy se acercará a hablar con la superiora, lleva unas medias que encontró en tu cuarto. No sabía yo que estaba permitido que os vistierais con prendas femeninas de calle... Solo le han faltado encontrar los tacones; pero le he pedido al detective que deje unas tijeras abiertas en tu habitación... dicen que si están mirando para ti, significa una muerte repentina. No puedo evitar deseártela, quizá sí sean atisbos de envidia, no lo sé; pero tú has empezado metiéndote en mi vida. Casi preferiría coserte a latigazos, para que revivieras la pasión...

Nunca te perdonaré, os destrozaré la vida y emprenderé yo una nueva con Fabián. El destino nos ha puesto en el camino, no todo iba a estar cubierto por el daño. Discúlpame, pero eres una bruja, una bruja mala de cuento, con verrugas. No puedo verte de otra forma, ni quiero hacerlo. Me alivia pensar que tienes una nariz retorcida y enorme. Creo que te odio...
©Sakkarah

Relato perteneciente a la propuesta "Pasad, Pecadores"








Vlad volvió al castillo, estaba deseando encontrarse con su padre y el hermano que había quedado allí. Descabalgó del caballo y al acercarse se dio cuenta que la puerta de entrada estaba entreabierta. Penetró en la estancia y respiró hondo, la vuelta a casa llenaba su corazón de extrañas sensaciones: era un alivio y a su vez sentía una desazón que era comprensible, pues había pasado varios años y no sabía si las cosas en su hogar habían cambiado.

Salió apresurado a recibirle un mayordomo al que no conocía y un ama de llaves bastante misteriosa que jamás había visto. Le recibieron llamándole por su nombre como si supieran que él iba a volver, como si le estuvieran esperando.

Le condujeron a sus aposentos, llevando su pequeño saco donde llevaba todas sus posesiones. Por los pasillos se fijó en una puerta que estaba entreabierta, se desprendía por la rendija una luz cegadora y roja; pero no se detuvo, siguió adelante, tenía ganas de reposar un poco y salir al encuentro de su padre que lo suponía en la biblioteca.

Cuando salieron el mayordomo y el ama de llaves, se recostó en la fría cama, su casa ya no le parecía acogedora, la encontraba fría y algo desvencijada. El castillo era grande y las reparaciones serían costosas, quizá a su padre ya no le fuera tan bien…

Estando tumbado le pareció escuchar un ruido extraño, se levantó como un resorte y decidió salir al encuentro de su familia. En el pasillo volvió a escuchar los sonidos extraños que parecían proceder de una puerta. Intentó abrirla, pero estaba cerrada con llave. Desistió y pensó que sería mejor preguntar antes.

Cuando volvió a encontrarse con esa puerta de la que procedía una luz roja, decidió entrar; pero en ese momento todo quedó a oscuras, no podía ver nada y ya se empezó a poner algo nervioso. Recordó que llevaba una linterna y la encendió. Lo que vio le hizo casi llegar al desmayo, su padre estaba ahí, con los ojos abiertos, salidos de sus órbitas. Estaba muerto… de la manera más terrible, había sido empalado, parecía disecado. Salió corriendo hacia la puerta, pero se la encontró cerrada. Desesperado dio golpes como un salvaje, pero no podía salir de allí. Las lágrimas brotaron a raudales por su muerte. Lloró hasta quedar dormido y no se sabe cuánto tardó en despertar.

Sintió mucha hambre y ya empezaba de nuevo a desesperarse cuando recordó los bombones que le había regalado Amalia al despedirlo… Comía como si no hubiera un mañana, y puede que realmente fuera así cuando escuchó unos pasos que se acercaban. Era el ama de llaves, con una risita sardónica se paró ante él a mirarle encarada. Él se había preparado, porque sabía que no podrían evitar entrar a ver que había sido de él. Rápidamente la roció los ojos con un spray y salió dejándola encerrada junto al cadáver de su padre.

Volvió a buscar la puerta cerrada de la que salían sonidos llenos de agonía. La golpeó con toda su alma hasta quedar exhausto sentado en el suelo. No tardando mucho salía de allí el mayordomo, que no se dio cuenta de su presencia. Pensaba que los golpes los daba el ama de llaves, que siempre era muy impaciente. Cuando volvió la espalda, Vlad se abalanzó sobre él logrando quitarle las llaves. Le golpeó tan fuertemente que le dejó inconsciente y al abrir la puerta quiso morir, al ver a su hermano ciego, le habían quemado los ojos con hierros candentes. Le abrazó fuertemente y lloró con desconsuelo sobre su hombro hasta que reacciono, cogiendo el hierro con el que lo había quemado. Salió y golpeó al mayordomo con el hasta dejarle sin vida.

Dio la mano a su hermano y salieron los dos rápidamente de ese castillo maldito. No sabía si merecía la pena ya vivir; pero se juró a sí mismo que mientras viviera iría asesinando a todo otomano que cruzara su camino. La sangre correría haciendo ríos en los que él disfrutaría bañándose.

Nada se ha vuelto a saber de él, pero las gentes cuentas historias espeluznantes sobre su persona.

©Sakkarah

Relato perteneciente a la propuesta "Un Evento Inesperado"










Yo siempre tenía el mismo sueño, vivía en una casa, con una madrastra que tenía un gorro muy alto de cocinera y con sus dos hijas. Como si yo fuera la cenicienta, me trataban mal; pero mis sueños no pasaban de esa escena, con lo cual nunca perdía un zapatito de cristal, ni conocía al príncipe.
Por eso me gustaba ser la mami buena de mi osito marrón, en el que volcaba todo mi cariño; y con él en mis brazos, buscaba a mi madre verdadera para llenarla de besos; pero nunca le quise contar mis tristes pesadillas.
Recuerdo mis juegos en la calle, con los patines en los que temía caerme. Por esa razón siempre viajaba en uno solo y así me sentía feliz. En el espejo, diariamente practicaba los gestos más bonitos para impresionar al príncipe que esperaba un día conocer y cada día me ponía bajo un farol de mi calle, por si entre su luz, veía volar al hada madrina; pero siempre volvía con la única compañía de mi oso y de la indita que cuidaba de mí, pensando que había nacido loca.
Recuerdo aquel gran columpio, solitario, en medio del campo, colgando de dos árboles. En él me gustaba sentarme, cuando mi padre me llevaba. Tenía mi vestido almidonado y él me columpiaba tan fuerte, que yo sonreía creyendo que siempre rozaba el cielo. Desde entonces tuve la certeza que no vendría un hada madrina, porque yo era el hada que tendría que ayudar a las demás cenicientas. Me sentía feliz sabiendo que mis deseos se cumplían y que para algunas personas llegaría a ser un ser especial.
Nunca me puse una capa, pues temía convertirme en una caperucita perseguida por los lobos, por eso el miedo me atenazaba en los parajes solitarios y mi sueño recurrente en la edad adulta era ser perseguida a lo largo de un oscuro túnel.
Tuve varios príncipes, todos me quisieron, quizá les enamoraba lo que algunos creían locura; pero yo amaba más la libertad y poder penetrar en los más hermosos cuentos sin tenerme nunca que quedar…
Hay redes mágicas que alguna vez atrapan sueños donde alguien decide quedarse. Yo siempre las aparto con mucho cuidado para que jamás ninguna me pueda atar.

©Sakkarah

Relato perteneciente a la propuesta "Atrapasueños"










La verdad es que se está haciendo el ambiente irrespirable en el trabajo. Hay una serie de personas trepadoras, que por ascender, por conseguir algo de poder, pisarían a su mejor amigo si fuera necesario. Y el caso es que Dios los cría y ellos se juntan, haciendo grupos que excluyen. A estos personajes no los puedo comprender y me llevan a la tentación de desencantarme del ser humano, pero siempre hay un ser que hace de motivo para no hacerlo. Hay que intentar no llegar al propio desencanto, que puede venir cuando se vive conscientemente.
No puedo más, necesito huir… Puede que sea el momento de montar mi propia empresa. Quiero quedarme con el convencimiento de que aunque en la ciudad el aire sea viciado, siempre hay una cara que refleja generosidad y equidad. Siempre hay alguien que no excluye, que no hace diferencias, que mide con el rasero de la igualdad como personas, que no ansía el poder…
¿Es posible ser universal, o en todo lugar tiene que haber guetos?

©Sakkarah

Relato perteneciente a la propuesta " Tentación (es)"


Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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