(Autor: ©Daniel)
Uno. Principios de verano. Cada vez más perdida en mi
laberinto. Miedo casi todo el tiempo. ¿Así comienza la locura? Solo puedo
aguantar, y esperar.
Dos. Mi mundo se puebla cada vez más de criaturas extrañas.
Me cuesta decidir qué es real y qué no lo es. Hace una semana que no hablo con
nadie. Siento que nunca más tendré paz.
Tres. Ayer vino mi hermano, preocupado por mi estado. Habló
de terapia, comida, amigos y otras cosas que alguna vez poblaron mi mundo. Ya
no lo entiendo.
Cuatro. Anoche tiré la llave por el excusado. Por la mañana
traté de hacer algo con las manos con la esperanza de parar esta máquina que me
tritura. No conseguí recordar cómo se tejía.
Cinco. Desde ayer veo y escucho toda clase de criaturas, la
mayoría animales. No parecen amenazantes. Estoy muy débil y me cuesta recordar
dónde estoy.
Seis. Mi imagen en el espejo me ha atrapado. Hace horas -¿o
serán días?- que me miré, y ya no pude apartar la vista. Mi imagen permanece
imperturbable, pero las criaturas que me rodean cambian todo el tiempo.
Siete. Escribo esto con gran esfuerzo y sin apartar la mirada
del espejo. Mis ojos arden. Ya nada me importa lo que suceda de este lado.
Aquí, solo soy una cáscara vacía. Allí, vuelo y, al fin, soy feliz.
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Mira Bien;¿Qué Ves?”