Al traspasar el umbral una mano aferró bruscamente las suyas: - te esperaba. - dijo, casi en susurro. Él la tomó apasionadamente con impulso y desespero de la barbilla, acercó la nariz a su cuello e inspiró, absorbiendo el olor de su piel. Luego, pasó la lengua sobre la dulce carne de su carótida, donde su lengua jugueteó al compás de los latidos de su corazón.
- Te he esperado desde hace tanto tiempo, tantos años solo mirándote, fantaseando con tu cuerpo. - agrego. Ella sonrió de forma perversa al confirmar el mutuo sentimiento y ver lo inofensivo que se veía bajo su hechizo.
Una vez en la alcoba, la fue desvistiendo y trazando un camino de mordiscos por toda su delicada anatomía. La hembra gimió, cerrando los ojos mientras se retorcía como una gata en celo. Los fuertes brazos la sujetaron con desesperación y de pronto, un rugir se atoró en su garganta al ser inyectada por dos punzones de marfil, que prontamente comenzaron a succionar la sangre híbrida de los Klan Sapiens del cual pertenecía.
Pero la fémina se debatió en forcejeo, mientras sintió la piel desgarrarse entre espasmos dolorosos de los finos colmillos insertados en la yugular. De súbito se desprendió de su presa y su cuerpo se transformó al instante, feroz como sus propias fauces. Él se abalanzó con fuerza sobre ella y comenzaron a rodar en el suelo, chocaron contra las paredes y el techo, golpeándose, arañandose, mordiéndose mientras se retorcían y gemían.
Durante una fracción de segundo, un estallido de dolor lacero el costado derecho del hematófago para luego salir volado por los aires. - ¡Mil rayos te carguen, licántropa! - le gritó pálido temblando de rabia. Ella sintió su miedo, olio la adrenalina del pánico que invadió ese cuerpo blanco, terso, perfecto, que solo una Omega Klan como ella podía hacer sentir.
Él cayó de rodillas, los cortes fatales con elixir magenta de sus garras hizo efecto de inmediato. El cuerpo se retorció preso de convulsiones mientras su preciada sangre de puro estirpe pugnó por salir victorioso de aquella batalla. Sin perder tiempo, ella comenzó a corroer sus órganos y tejidos antes que estos perdieran el poder vital del rey de los Alfas. Comió, saboreó, y tragó todo lo que pudo, hasta convulsionar en un orgasmo abismal que la llevó a proferir un gruñido ancestral propio de su clan.
©Yessy Kan
Relato perteneciente a la propuesta "Entra"
Esa tarde la señorita Lizzie Mallowe iba sentada en el último vagón del tren. Observaba los paisajes, y la metamorfosis que sufren los colores de verdes a amarillos, ocres, rojos y naranjas. Una sensación glacial, un abatimiento de irremediable tristeza invadió su pensamiento. Abrió la ventana, respiró aire fresco y se quedó escuchando el sonido de las vías. De presto, todo tenía sentido, incluidos los mensajes secretos entre las partituras de compases musicales que le había entregado Francois Renault semanas antes de su asesinato.
Cuando llegó a la estación, se puso de pie y esperó que el tren se detuviera por completo. La dama del vestido negro descendió al andén con rapidez, e indicó al mozo portaequipajes que le bajara de inmediato su maleta, luego se echó a caminar de prisa entre la multitud.
Repentinamente, un hombre de bigotillo rojizo y saco ajustado saltó por encima de un baúl deslizándose entre la gente, y con ágiles movimientos se dirigió hacia a ella con cuchillo en mano. El estruendo de una segunda locomotora que abandonaba la estación, impidió que la dama escuchara el grito de alerta de un joven fotógrafo de la prensa libre, que se encontraba a unos metros de ella. Al intuir lo inevitable encendió su cámara kodak, y se apresuró a fotografiar la escalofriante escena.
¡Viva la nación Ωmega! - rugió el verdugo. Su noble sangre se empapó en el negro terciopelo de su vestido, y sus rizados cabellos rubios atados con una rosa roja adornaron el corte profundo en su cuello.
©Yessy Kan
Relato perteneciente a la propuesta "Silencio, Se Rueda"
EL SEXO SENTIDO
- Majestad, ha llegado Shirley Plywood de las fronteras del Pacífico Norte. - anuncia su acompañante al dar un paso al frente y hacer una pequeña reverencia. Antes de erguirse, Yasser absorbe el aroma de una vela aromática a sándalo, y se pone en pie, extendiendo la mano derecha. Obediente Shirley le entrega la suya blanca y delicada. A través del antifaz que cubre parte de su rostro marroquí, mira una brillante cruz de diamantes sobre los opulentos senos que desbordan del sujetador adornado con zafiros, rubíes y perlas.
- Dirígela a la bañera exclusiva del harem - ordena, mientras da un paso atrás y suelta a la presa. La ve alejarse, escoltada por el sirviente, moviendo la perfecta anchura de sus caderas marcadas por la falda diáfana escarpada. Luego, saca un revólver de su túnica y la deposita en la mesa.
Después del riguroso baño y exfoliación de su cuerpo, Shirley espera en el amplio vestíbulo, en el que el sol salpica el interior a través de los huecos de la cúpula. Las paredes están cubiertas con azulejos y cerámicas en blanco sobre azul con la inscripción "Amarse a uno mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida". Oscar Wilde. (Escritor, poeta y dramaturgo de origen irlandés. 1854-1900) Gotas de agua cristalina resbalan por el cuello y se detienen en el borde de la seda violeta que cubre sus generosas formas.
Por fin, él Sultán aparece, portando en la mano una pequeña bandeja de plata con un látigo, una madeja de nylon, esposas y una llave.
- ¿Cuerda o grilletes? - pregunta, elevando las cejas con gesto inquisitivo.
- Esposas. - responde ella, inclinando la cabeza.
La poca experiencia de Yasser le permite a Shirley poder pensar el juego a su medida, y ella a disfrutar de una Dominatrix entregada y dispuesta a llevar a cabo la misión.
Yasser se deshace del caftán y turbante, los arroja sobre un sillón.
Ella hace que le muestre las muñecas, y le ata a una argolla que está cerca de una fuente de mármol y oro.
- Nada es comparable al deleite de sentir mis manos azotándote, corrigiéndote, enseñándote, dejándome descubrir que ordenar, mandar, imponer, castigar y dominar, no es un privilegio solo para ti.
- le dice, mientras el látigo en sus manos lo va azotando hasta hacerlo temblar de placer en el dolor.
- Estás, pues, en mi poder. No hay para ti salvación posible. –
- Haz de mí lo que te plazca mi ama. - susurra.
- ¡De rodillas! - le ordena.
Él se arrodilla y sin preguntar nada, sin decir nada se acerca a su sexo y lo lame con delicadeza. Después, un rápido movimiento, el silbido del látigo impacta de nuevo en la carne de su cuerpo.
- ¡No pares, por favor, no pares! - suplica.
Ella sujeta la cabeza contra su pelvis a pausado ritmo y con un veloz movimiento de Aikido; silencioso y mortal le rompe el cuello. Sin perder tiempo, se dirige al teléfono para comunicar el éxito de su misión. Con agilidad acelera el paso hasta la antesala de espejos y cristales, se viste rápidamente y saca una piruleta de fresa que lleva a su boca. Al salir de la mansión le espera en una moto Kawasaki Ninja otro agente encubierto de la milicia Françoise.
©Yessy Kan
Relato perteneciente a la propuesta "Citas Y Sueños"
¡BADA BOOM!
De tus labios color fresa…
quiero libar el néctar con suma sutileza
mi dulce princesa
ya tu sabes,
adoro el sabor de tu boca cereza
Baby,
esta química viene con furia
esta noche no habrá sermón ni escritura
que pare nuestra lujuria
llegó tu detective bandolero
ver tu sexy uniforme de enfermera yo quiero
con mi látigo ser un grosero
en este día catorce de Febrero
Me siento como una hornilla
al tocar la media de tu pantorrilla
prepara tu jeringuilla
con el mejor calmante mi chiquilla
Ya métele tijera a la cuerda
corta derecha dale a la izquierda
sacude cadera ponte como gata fiera
y pídeme lo que quieras
No perdamos tiempo, a disfrutar encanto
lúcete con esos tacones altos
Haz que me dé un infarto
que la bruja y la monja de 'lao se fastidien un rato
Nena es que tú me gustas tanto
si te atreves, yo te complazco
ya olvídate de tu chofer mulatto.
©Yessy Kan
Poema perteneciente a la propuesta "Pasad, Pecadores"
Esta mañana para mi sorpresa, nos encontramos en la biblioteca con el joven que recién se mudó al edificio. Un atractivo y suculento bocadillo que Fiorella, desde hace varios días se quiere devorar. No dudo que lo logre, ella es una experta en el manejo de las emociones, fuerte y sin escrúpulos.
Miro el reloj. Apenas son las ocho, y media. Al otro extremo, parado entre los anaqueles de libros está el susodicho que, con varios libros en mano parece estar indeciso. Una montaña rusa de emociones intenta que pierda mi equilibrio, pero los exámenes finales están a la vuelta de la esquina, y no quiero que nada me disturbe. Aunque conociendo la postura de mi amiga, creo que no podré evitarlo. Ella es una persona controladora, y manipuladora; con un sorprendente alter ego extrovertido y alocado.
- No te muevas, regreso enseguida. - susurra.
Sin mediar palabra, Fiorella camina hacia él, con una sonrisa brillante, contorneando sus sensuales caderas. Las tentaciones son desafíos para ella, solo quiere la aventura de lo prohibido, la espera y luego la recompensa de la conquista.
Y allá va, tal cual es, atrevida, lasciva, sexy y sobre todo muy provocativa. Pasa por su lado perturbándolo, envolviéndolo en la llama triunfal de su deseo. Los ojos del adonis se clavan en los de ella; está muy desconcertado. Mueve la cabeza de un lado a otro, asegurándose que nadie se encuentre alrededor y sonríe con picardía. Luego detiene su vista en la opulenta firmeza de su busto, en sus labios color cereza. En un impulso irrefrenable, ella lo besa con pasión poética y desbocada. Él, responde al beso de la misma forma, saboreando aquella calidez que no deja de poseer con gruñidos de placer.
Una de sus manos le sube la falda y le acaricia los muslos con agonizante lentitud; luego ella se pierde en la mirada profunda de los ojos color zafiro del joven. Sus pechos arden, la piel está sensible, y su sexo palpitante, mientras se mueve contra aquellos dedos expertos que, con precisión llegan a activar una descarga de estremecimientos; sus caderas bailan al ritmo de sus necesidades.
Fiorella no sabe que yo la he descubierto, que ya conozco su doble personalidad. Ese lado hipersexual, con el cual siente que, su único atractivo es a nivel de solo sexo. Pero no la juzgo, debo aceptarla como es, nuestra amistad es inquebrantable, y jamás permitiré que lo nuestro acabe. Ella es el motor perverso de mis deseos reprimidos, con esa careta que va más allá, y con la cual, oculto mis libidinosas tentaciones.
©Yessy Kan
Relato perteneciente a la propuesta "Tentación (es)"