ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

Participantes y textos de la convocatoria de octubre: "Mosaico"

Campirela/ Nuria de Espinosa/ Auroratris/ Gustab/
Susana/ María/ Marifelita/ Dulce/ Chema/ Lady_P/
Tracy/ Dafne SinedieGinebra Blonde.  

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jueves, 31 de octubre de 2024

Pensamiento libre

 

(Autor: ©Chema)


Sarah Joncas

Estaba en casa un domingo por la tarde, sin saber qué hacer. Entonces pensé que al día siguiente tenía que dar una clase de física de 2º de bachillerato, concretamente sobre el tema de gravitación. Así que decidí repasar los problemas más complicados que suelen poner, con el libro de física de Paul Tipler.

Un ejercicio muy típico que ponen es calcular la velocidad de escape del campo gravitatorio terrestre. Es de unos 11 km/s, esto lo aprendí en la aventura ‘aterrizaje en la luna’ de Tintín. Todos hemos fantaseado alguna vez con desafiar la gravedad terrestre, y viajar a otros lugares en un vuelo sin fin.

Aunque en realidad, yo me conformaría con una escapada breve, como el viaje soñado que narraba el pasado verano. Estar unos días lejos de casa, a veces es necesario para la salud mental.

Mientras repaso los temas de física, escucho una playlist de rock hecha por mí. Está sonando ‘in trance’ del grupo alemán Scorpions. Desde hace dos años, mi percepción del tiempo es extraña: lo largo se me puede hacer corto, lo corto se me puede hacer largo. O puedo estar tan absorto en una tarea que las horas pasan sin darme cuenta. Es un estado mental que se asemeja al trance mencionado en el tema de Scorpions.

Entre problema y problema sobre energías potenciales gravitatorias, suena ‘I’ll stand by you’ de Pretenders. En este tema, Chrissie Hynde se mostraba más tierna que en los inicios de la banda. Hay un fragmento de la letra que dice “take me in, into your darkest hour”. A veces tenemos la sensación de estar viviendo la hora más oscura, pero cuando pasa el tiempo te parece que no era para tanto, y hasta lo romantizas.

Decido descansar un poco de tantas fórmulas -con integrales y derivadas incluidas-, y abro en una nueva pestaña del navegador el foro naranja. Continúo inmerso en el proceso de conocer realidades diferentes al entorno en el que crecí. En realidad, nunca dejamos de aprender, y ésa es una manera de seguir siendo joven. Es como un nuevo crecimiento.

Veo un nuevo hilo creado por la forera más especial. Trata sobre la huella que nos deja la educación recibida durante la infancia y adolescencia. Le respondo con seriedad, y al final le hago un comentario entre afectuoso y bromista en modo spoiler. Tenemos nuestro lenguaje propio, nuestra complicidad, nuestras travesuras mentales.

Cierro la pestaña del foro, ya miraré luego si mi amiga responde o reacciona. Vuelvo al libro de física, y veo un problema sobre calcular el punto entre la tierra y la luna en el que se igualan las fuerzas gravitatorias de ambos astros. Cojo un folio y mis rotus para resolverlo.

Resulta curioso pensar que la caída de una manzana sobre la cabeza de Isaac Newton y la rotación de los planetas tienen un mismo origen. La gravedad sigue siendo una fuerza de naturaleza misteriosa, que aún no se ha logrado desentrañar del todo. Se habla de unas partículas subatómicas llamadas gravitones, pero de momento son hipótesis.

Durante el último siglo se han hecho grandes descubrimientos científicos, pero aún estamos inmersos en la búsqueda del alma. Se dice que pesa 21 gramos, y Descartes propuso la teoría de la glándula pineal que comunica alma y cuerpo.

En cualquier caso, la atracción más fuerte no es la gravitatoria ni la eléctrica. Es la atracción interna entre almas, que suele ir acompañada de una conexión telepática. Vivimos días extraños, pero se hacen más llevaderos con personas que llenan esos días de poesía.

©Chema

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: "Mosaico")


lunes, 30 de septiembre de 2024

Pensar y sentir

 

(Autor: ©Chema)

NigthCafé- @JavilWoo

Quería escribir un microrrelato dedicado a mi amiga Emma, una escritora andaluza con una gran intuición y sensibilidad.

Tenía dos opciones: escribirlo yo mismo o dejar que lo hiciera una inteligencia artificial, podría ser un experimento interesante. Había instalado en mi ordenador una IA, y sería una buena ocasión para probarla.

Para que el algoritmo construyese el texto, introduje los conceptos en los que debía basarse: poesía, prosa, matemáticas, telepatía, abrazos, foro naranja...

Alan Turing (1912-1954) fue el precursor de la inteligencia artificial. Para comprobar que sus máquinas pensantes funcionaban como se esperaba, propuso el ‘test de Turing’: si un usuario era incapaz de distinguir si las respuestas recibidas venían de un interlocutor humano o si estaban elaboradas por un algoritmo, eso quería decir que la máquina estaba bien diseñada.

Decidí que mi amiga Ginebra realizara el test de Turing. Le envié los dos relatos, a ver si era capaz de averiguar cuál era el mío y cuál estaba escrito por la IA.

En cuestión de minutos, Ginebra me hizo una videollamada.

–¡Chema, ha sido facilísimo! El texto de la IA es frío y robótico, y además tiene algunas incoherencias sintácticas. El tuyo es mucho más cercano, y se nota a la legua que lo has escrito tú. 

–¿Ah, sí? ¿Y en qué lo has notado?

–¡Por favor! ¡Sólo tú podías usar en la misma frase las palabras ‘cardioide’ y ‘equilibrista’, jajaja!

–¡Me has pillado, Gin! –respondí–. ¡Mi estilo literario, de lo malo que es, resulta único! ¡Supera esto, inteligencia artificial! 

–¡No digas eso! Tu amiga Emma es una chica sensible y empática, y seguro que apreciará las palabras que te ha dedicado. ¿Verdad que sí, Muso? –preguntó dirigiéndose a su gato, que merodeaba alrededor de ella.

–¡Miauuu!

–¿Ves? ¡Ha dicho que sí! –concluyó risueña mi amiga–. ¡No hay inteligencia artificial que nos engañe a Muso y a mí!

©Chema

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “IA”)


martes, 30 de julio de 2024

Viaje soñado

 

(Autor: ©Chema)

(Caroline Mackintosh)


(1)

Logré convencer a mi familia de que necesitaba unas vacaciones. Ellos podrían arreglarse durante unos días en mi ausencia. 

Tras un viaje en tren que se me hizo corto -entre leer, escuchar música, mirar por la ventanilla y observar a otros viajeros-, llegué a Cádiz. Como la estación no estaba demasiado lejos del hotel, decidí ir andando. Así podría estirar un poco las piernas.

Me di una ducha y bajé al comedor, eran las dos de la tarde y aún estaba a tiempo. Mientras comía, me sonó el móvil: era un whatsapp de Lorena, me proponía quedar esa misma tarde. Para los que somos algo tímidos, qué gusto da tener amigas que tomen la iniciativa. Acepté sin dudarlo.

Quedamos a las cinco. Fuimos caminando hacia la playa de la Caleta. Nos descalzamos, aunque es un decir, porque ambos llevábamos chanclas de V, las más abiertas que hay. Mientras paseábamos por la orilla, se me ocurrió una idea.

Irene, ¿y si te saco una foto para luego hacerte un retrato? Ya sabes que he empezado un curso de dibujo y me viene bien practicar.

A ella le pareció buena idea. Adoptó una pose soñadora, con los ojos cerrados. Me pareció que así estaba guapísima, así que disparé. 

Cuando cerramos los ojos, mejora nuestra propiocepción. Nos podemos centrar más en otras sensaciones que no sean visuales  me explicó.

Continuamos paseando y hablando sobre muchas cosas: libros, psicología, música, anécdotas de un foro donde nos habíamos conocido...

Al atardecer, decidimos regresar. Lorena, como yo, también tenía a personas a su cargo. Era una de las muchas cosas en común que teníamos.

Al llegar a la esquina donde ella continuaría hacia su casa y yo hacia el hotel, le pregunté en tono travieso:

Bueno, ¿cómo nos despedimos? ¿Nos damos un abrazo, dos besos, o tres...?

Lo que tú prefieras, Chema, pero en cualquiera de los casos tendremos que cerrar los ojos. ¡La propiocepción, recuerda! respondió riendo.


(2)

(Caroline Mackintosh)


Al día siguiente, Lorena y yo volvimos a quedar para pasear por la playa.

En un momento dado, ella me dijo: 

–Chema, hace tiempo abriste en el foro un hilo sobre los dones y talentos de cada uno. Ahora que estamos charlando en persona, podríamos desarrollar ese tema un poco más.

–Oh, pues en mi caso poco podría aportar –respondí–. Aparte de descomponer números en factores primos mentalmente, poco más se me da realmente bien... Bueno, sí, en yoga aguantaba mucho tiempo en una postura que la profesora llamaba ‘caminar sobre la pared’.

–¡Vaya! A mí también me gustaban las posturas de inversión de yoga –respondió Lorena–.

Creo que podría intentar hacer la postura de la cabeza, a ver si no he perdido práctica... 

Mi amiga se tendió en la arena, cruzó los brazos detrás de la cabeza y curvó la espalda. A continuación, se irguió sin apenas esfuerzo.

–Lore, me acabas de demostrar que, además de saber escribir historias, tu don es la flexibilidad y la fortaleza corporal. ¿Me dejas que te haga una foto?

–Vale, pero ¡hazla rápido! Que tengo aguante en esta postura, pero hasta cierto punto –respondió riendo–.

Disparé y, unos segundos más tarde, bajó una pierna y luego la otra. Ten��a algo de rubor en el rostro, pero sonreía de manera traviesa. Algo estaba tramando. 

–Chema, ¿comprobamos ahora cuánto aguantas tú?

–Oh, pues... Estoy un poco desentrenado... ¡Bueno, venga, vamos a intentarlo! 

Me costó menos de lo que me imaginaba. Al parecer, las posturas de yoga son como montar en bicicleta, no se olvidan.

Cuando conseguí erguirme del todo, noté que algo me rozaba las plantas de los pies.

–¿Tienes cosquillas, querido Chema? –oí desde abajo, pues no hay que olvidar que mi cabeza estaba en el suelo–.

–¡Pero bueno! ¡Esto no es jugar limpio, jajaja!

–¡Ya sabes, en el amor y en la guerra todo está permitido! –respondió ella. 

Cuando deshice la postura, le dije jadeando:

–Vale, en esta ocasión me has hecho cosquillas en los pinreles, pero te confesaré una cosa. Tú siempre me haces cosquillas... pero un tipo especial de cosquillas... –y de repente me dio pudor terminar la frase.

–¿En el alma, quieres decir? ¿Te hago cosquillas en el alma, tal vez...? –me ayudó ella, entre emocionada y traviesa.

–Sí, eso justamente. ¡Vaya, Lorena! Además de saber escribir, también tienes el don de leer las emociones –respondí, mirándola de reojo con sonrisa boba.

–¡Ayy, qué intensito te pones! –exclamó entre risas–. Pero algo de razón tienes. Creo que tú y yo vamos a escribir un cuento de hadas a cuatro manos, y ya te digo desde ahora que tendrá final feliz. ¿Qué tal si vamos a mi casa? Te puedo enseñar los libros que tengo en mi habitación, de donde saco las citas que comparto en el foro.

El cuento de la bella escritora y el excéntrico matemático no había hecho más que empezar...

©Chema

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Un verano de fotografía”)


domingo, 30 de junio de 2024

Surrealismo

 Janis Joplin

(Autor: ©Chema)


(Robin Isely)


Ginebra volvía a casa tras una jornada agotadora. Se duchó, cenó y se puso a mirar las redes sociales, en compañía de sus mininos. Como música de fondo, eligió un disco recopilatorio de Janis Joplin.

Nuestra amiga estaba leyendo la novela ‘la buena suerte’ de Rosa Montero. Ese día no había tenido tiempo de leer en el autobús, entre que llegó pronto y había poco tráfico, y que estaba distraída con los mensajes del grupo de whatsapp ‘aubor de la vie’. Así que intentó leer al menos un capítulo, para no perder el hilo de la historia entre el misterioso protagonista y Raluca.

Se tumbó en la cama con los pies descalzos, pero a las pocas líneas se quedó totalmente dormida. No sabía cuánto tiempo había pasado, cuando la despertó el roce de uno de sus gatitos con las plantas de sus pies.

Ginebra decidió que lo mejor era escuchar a su cuerpo y meterse en la cama. Pero se le ocurrió una idea graciosa: contaría ovejas. El método para conciliar el sueño que nunca le había funcionado, en esta ocasión sí le iba a funcionar porque se iba a quedar frita de todos modos, hiciera lo que hiciera.

Y así fue, sólo le dio tiempo a contar unas cinco ovejitas. Se quedó dormida en cuestión de segundos, y durante la noche tuvo varios bonitos sueños: iba a un concierto de Janis Joplin, se encontraba con un amigo y se fundían en un abrazo, luego se daba un chapuzón en la playa de la Malvarrosa...

A la mañana siguiente, sonó su despertador. Se duchó, dio de comer y beber a sus gatitos, y preparó su desayuno. Entre mordisco de pan tostado con aceite y sorbo de té, se puso a mirar instagram desde su móvil. La habían etiquetado en una publicación.

Se trataba de un acróstico que le había escrito el excéntrico amigo con el que había soñado. De fondo había una foto difuminada del jardín botánico de Madrid, y como música se escuchaba ‘a piece of my heart’ de janis joplin. 

El poema decía así:

Galopa entre las nubes hacia la consecución de sus sueños
ilumina el mundo real y el virtual con su presencia
nacen nuevas emociones en tu alma si ella te roza

escapas de la tristeza cuando lees su prosa y sus versos
bagaje de historias que ella transforma en letras
rayos de luz que te guían en los días oscuros
abrazan delicadamente tu intelecto y tu sensibilidad.

Tras leerlo, Ginebra giró la pantalla del móvil hacia sus michis, que estaban al pie de la mesa, y les preguntó: “¿a vosotros qué os parece?”.

©Chema

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Surrealismo”)

viernes, 31 de mayo de 2024

¿Sueño o realidad?

 

(Autor: ©Chema)

Tom Bagshaw

 
Ginebra estaba a punto de concluir la carrera de Filosofía y Letras, que había estado estudiando a distancia. Su trabajo de fin de carrera iba a tratar sobre el concepto del tiempo, desde diferentes puntos de vista: el de la filosofía, el de las matemáticas, el de la física...
 
Al atardecer, se sentó en su sillón más mullido para repasar las notas que llevaba recopiladas para su proyecto. Empezaba exponiendo la idea que tenían del tiempo diferentes filósofos de
la historia: Aristóteles siempre tan lógico; San Agustín, pues en la Edad Media era lo que había; Kant consideraba el tiempo algo subjetivo; Nietzsche sorprendía a todos con la idea de eterno retorno.
 
Pero la cosa empezaba a ponerse interesante con Martin Heidegger. El filósofo alemán planteaba una idea muy innovadora: el pasado, presente y futuro estaban entrelazados. ¿Eso no recordaba al entrelazamiento cuántico? Ginebra se sintió inquieta, y para relajarse se quitó sus zapatillas de casa… o para ser más exactos las expulsó de sus pies, formando en el aire
sendas curvas parabólicas que sus gatos observaron con perplejidad.
 
Sin embargo, quien realmente revolucionó el concepto de tiempo fue el célebre físico Albert Einstein. Consideraba el espacio y el tiempo como un único ente. Y no sólo eso, sino que
además el tiempo se podía ‘estirar’ o ‘encoger’ para que se mantuviera el carácter constante de la velocidad de la luz respecto a cualquier sistema de referencia. Eso ya era demasiado
complicado, Ginebra se preguntaba cómo podría asimilarlo a la hora de defender su trabajo. Se quitó los calcetines para liberarse un poco más.
 
Nuestra amiga decidió que necesitaba relajarse, así que dejó sus apuntes a un lado y puso en su cadena musical el primer CD de un doble recopilatorio de los grandes éxitos de Dusty Springfield. Se quedó dormida cuando iba por el tema nº11 -some of your lovin’-, un clásico que había tenido varias versiones, entre otras la de Phil Collins.
 
Ginebra empezó a soñar, y se vio en medio de un paisaje misterioso que parecía de otro mundo. De repente escuchó una voz suave y cálida que parecía provenir de todas las direcciones a la vez.
 
“Hola Ginebra, mi nombre es Livy. Has traspasado un portal espacio-temporal y te encuentras en un mundo paralelo. Puedes explorarlo durante todo el tiempo que quieras, tal vez te sirva como inspiración para tus escritos literarios o incluso para tu trabajo de fin de carrera. El tiempo transcurrido en tu mundo será mucho menor que el que pases aquí. Cuando regreses, apenas habrá cambiado nada allí”.
 
¡Algo parecido a lo que ocurría en ‘la historia interminable’ de Michael Ende! -pensó Ginebra-. Y tras una breve pausa, Livy continuó: “Debajo de esa roca de color rojizo hay un papiro con las instrucciones para regresar a tu espacio y tiempo. ¡Mucha suerte, amiga!”.
 
Nuestra amiga empezó a caminar, y vio a unos seres con rasgos infantiles y vestidos con túnicas blancas, que recordaban a los habitantes del mundo futuro de la novela ‘la máquina del tiempo’ de H.G. Wells. En concreto a los eloi, una de las dos subespecies en las que se había dividido la especie humana. Los otros eran los morlock, seres subterráneos que provocaban terror y rechazo. Ginebra temió encontrarse con alguno de ellos al llegar la noche... y empezaba a ponerse el sol.
 
Sacó el papiro que le había proporcionado la misteriosa Livy, pero estaba escrito en una lengua desconocida. Empezó a sentir miedo, quería gritar y no podía...
 
Y de repente se despertó en su salón. Uno de sus gatos se restregaba cariñosamente sobre sus pies descalzos. El primer CD de Dusty Springfield ya había acabado, así que se levantó y puso el segundo, que se abría con el clásico son of a preacher man.
 
Ginebra había puesto tanta dedicación en su trabajo sobre el concepto filosófico del tiempo, que estaba afectando incluso a sus sueños. Se preparó una taza de leche con cacao y se puso a mirar las últimas novedades de Instagram.
 
Vio un post de Chema en el que recomendaba una serie de novelas clásicas, entre ellas ‘la historia interminable’ y ‘la máquina del tiempo’. Lo consideraría una frikada más de Chema, si no fuera porque ¡eran las dos novelas que habían aparecido en su sueño!
 
Y justo a continuación le saltó una notificación de que la habían etiquetado. Era su amiga Livy: había publicado un vídeo con fotos de paisajes, en el que se escuchaba de fondo su voz en off recitando un poema... pero no un poema cualquiera. Se trataba de “tiempo al tiempo”, la participación de Ginebra en su propio reto del mes de mayo de 2024. Unos bellos versos que sonaban aún más bellos en la voz sedosa de Livy.
 
Las paradojas del espacio y el tiempo, de la realidad y de los sueños, no parecían tener fin. Mientras sonaba el tema nº12 del segundo CD de Dusty Springfield -how can i be sure-, Ginebra pensó: “De una cosa sí puedo estar segura, y es de que me siento feliz y todo saldrá bien”.
 


 
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Tómate tu tiempo”)

martes, 30 de abril de 2024

Amor y miedo

 

(Autor: ©Chema)

(Artist - Giulia Valente)

Zulema estaba inmersa en su última novela, un proyecto que la ilusionaba y asustaba a partes iguales. Estaba sentada repasando el borrador del último capítulo que había escrito.

En la pared de su salón había tres máscaras, que de algún modo eran alegóricas de su manera de interactuar con los demás en el pasado. Según con quien estuviera, adoptaba una u otra máscara. Un día decidió que sería ella misma, gustara a quien gustara. Y esto también se aplicaría a su escritura. De algún modo su nueva novela era la primera de un nuevo ciclo, ya que se trataba de una obra a corazón abierto. 

Zulema llevaba en su mano un rosario. Ella había estudiado en un colegio religioso muy estricto. Aún estaba en proceso de desaprender muchas de las ideas que le habían inculcado. Pero el rosario no dejaba de tener cierta belleza estética, y juguetear con él la relajaba. Su gata tricolor Mocca era de la misma opinión, ya que a veces lo enganchaba con la zarpa, dando un pequeño susto a su ‘karen’ particular.

La novela de Zulema trataba sobre un chico y una chica que se conocían virtualmente en un foro donde se trataban temas de psicología. Tanto él como ella, al principio eran reservados, pero luego iban dándose a conocer de manera gradual. Escribían mensajes en los que revelaban subliminalmente cosas sobre sí mismos. Incluso, en ocasiones tenían diálogos en abierto, pero en modo spoiler -difuminando la letra de manera que sólo se puede ver si se clica sobre el texto-.

Nuestra amiga estaba satisfecha con lo que había escrito hasta ese momento. Tenía ganas de continuar, pero había algo que la impedía sentirse cómoda del todo. Y para dar lo mejor de sí misma en la escritura o en cualquier tarea, todos los detalles eran importantes, por nimios o subliminales que parecieran.

Hasta que Zulema encontró la clave. Para escribir a gusto el nuevo capítulo, ¡tenía que descalzarse! Se quitó sus zapatos tipo bailarina, quedando al descubierto sus blancos pies, con las uñas sin pintar pero muy cuidadas. Se dirigió caminando con sus pies descalzos hacia su mesa de trabajo, mientras le decía a su gata: “Mocca, ven conmigo. ¡Tú a mi ladito, que también me inspiras!”.

©Chema 

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Subliminal”)

domingo, 31 de marzo de 2024

Experiencias

 

(Autor: ©Chema)

(Kris Lewis)

 
Siempre he necesitado tener en mente una persona a la que admirar, un espejo en el que mirarme. Por ejemplo, hace unos años, mi médica de cabecera -a quien tuve que visitar semanalmente durante un tiempo- cumplía ese papel. Me hacía sentirme motivado para dar lo mejor de mí cada día, y en cada decisión me preguntaba qué haría una persona especial como ella.
 
Desde hace casi dos años soy miembro de un foro con gran mayoría de chicas, aunque yo no lo sabía al principio. Se tratan temas muy variados, pero la sección que siempre me ha interesado más es la de psicología. Hasta hace poco tiempo participaba sólo de manera ocasional, pero a principios de este año, algo hizo clic en mi cabeza. Empecé a leer con más atención algunas historias que compartían las participantes...
 
El resultado ha sido un cúmulo de sentimientos encontrados. Por un lado, algo de pena por no haber aprovechado mejor mi juventud. Por otro lado, la esperanza de estar a tiempo de vivir historias bonitas, ahora que tengo las ideas un poco más claras en cuanto a qué cosas merecen más la pena en la vida.
 
Además, ya estoy empezando a hacer alguna amistad en ese foro, virtual pero amistad. Una chica me ha dicho algunas cosas muy bonitas que me causan un gran síndrome del impostor. Pero eso se puede convertir en una motivación para mejorar y llegar a merecer al menos la mitad de esas bonitas palabras. Además de que esa chica transmite una vitalidad y una claridad de ideas, de las cuales tengo que aprender mucho.
 
 
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Motivación”)


jueves, 29 de febrero de 2024

Rizos y ondas

 

(Autor: ©Chema)

(Katie Watersell)

 
Geneva acababa de llegar de la peluquería. Le habían arreglado su bonita melena rizada, pero las manos y pies prefería hacérselos ella misma.
 
Tras la manicura y pedicura caseras, Geneva estaba sentada en una silla en su habitación, con los pies descalzos. Mientras jugueteaba con el cortaúñas que había usado, se puso a pensar en los próximos ensayos con el grupo musical Malvarrosa que ella lideraba. Era la cantante, y hacía poco había aprendido a tocar el clarinete. Podría proponerles a sus compañeros alguna canción en la que este instrumento pudiera encajar bien.
 
De repente lo vio claro: en el tema follow you, follow me de Genesis, había un solo de teclado que podía sonar bien en el clarinete. Buscó en YouTube el vídeo oficial, en el que salían unos
jóvenes Phil Collins, Tony Banks y Mike Rutherford. El solo de teclado estaba entre los instantes 2:26 y 2:46 aproximadamente.
 
Geneva buscó su cuaderno de pentagramas y apuntó las notas. A continuación, se puso a ensayar el solo con el clarinete. Tenía muchas notas y había que tocarlo rápido, por lo que al principio le costó. Sin embargo, esos ensayos preliminares parecieron gustar a sus gatos, ya que se tumbaron junto a ella mientras tocaba.
 
Cuando ya lo tenía más o menos pillado, lo tocó una vez más grabándose con el móvil. Le envió el audio por WhatsApp a Chema, pensando “él es muy fan de Genesis, a ver qué opina”.
 
Su respuesta no tardó en llegar. Le decía: “hola Geneva, ¡lo has clavado! y tiene mérito, porque es un solo con muchas notas, muy rizado”. Ella respondió “¿¿rizado?? Ja, ja, ja, ¡es una curiosa metáfora!”.
 
La sinestesia consiste en percibir ciertas sensaciones con otro sentido que en teoría no es el que corresponde. Por ejemplo, asociar colores o sabores a una voz o al sonido de un instrumento. De similar manera, una melodía puede ser plana, puede ser angulosa si tiene cambios abruptos... y puede ser rizada si tiene muchas notas, pero con transiciones suaves y sinuosas entre ellas.
 
Geneva continuó ensayando su versión del tema de Genesis, incluido ese solo de clarinete tan rizado como su pelo. A sus compañeros del grupo seguro que les gustaría. Ya tenían programada una actuación en una sala del Palacio de las Artes y las Ciencias, y prometía ser un éxito.
 
 
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Metáforas”)


miércoles, 31 de enero de 2024

Un nuevo mundo

 

(Autor: ©Chema)

(Chie Yoshii)

 
Estaba dando un vistazo a las últimas novedades de Facebook, y vi una noticia compartida por mi amiga Alicia. El titular decía así: “Un zorro paseaba por la zona alta de Barcelona”.

Las noticias que nos dan cada día los medios de comunicación, no tienen nada de gracioso. Ojalá viviéramos en un mundo en el que todas las noticias fueran como la del zorro paseando por la ciudad. Si yo tuviera algún poder para cambiar el mundo, así es como lo enfocaría.

Entonces me acordé del último reto propuesto por Ginebra, y como tenía un rato por delante y me sentía inspirado, empecé a escribir:


Alicia vivía en un bajo, en el madrileño barrio de Aluche.  Regresaba del trabajo, y se disponía a merendar un milhojas de merengue que había comprado en una pastelería. Mientras abría la puerta de su casa, notó algo entre sus piernas… ¡era un zorro!

Ella era muy amiga de los animales. Pensó que tal vez el zorro tenía hambre, así que le dio a probar el milhojas. El zorro lo olisqueó y le dio un lametón, un poco dubitativo. Pero notó que le gustaba, y continuó comiendo. Alicia le dijo: “¡Venga, goloso, todo para ti! No te preocupes por mí, ya merendaré café con galletas”.

El zorro se encontraba satisfecho, pero se había puesto perdido de merengue, así que fue a lavarse al río Manzanares. La gente le observaba con curiosidad, y muchos le sacaban fotos con el móvil. Pronto este simpático cánido sería famoso en las redes sociales.

Al día siguiente, Alicia compró en la pastelería un ponche segoviano. Si no se lo comía ella, se lo comería su nuevo amigo, pensó. Y así era, el zorro la estaba esperando en su portal. Ella le dio a probar el pastel, y le gustó incluso más que el milhojas.

Alicia le dijo riendo: “¡Cómo zampas, chico! Éste es un pastel de ponche segoviano. Te gusta, ¿eh? ¡No sabes tú nada!”.

El zorro se quedó pensativo. “¿Ponche segoviano? Esto quiere decir que en Segovia tendrán muchos más de éstos”. Así que se puso a trotar en dirección noroeste, hacia la ciudad castellana. Para llegar antes, podía atajar por el puerto de Navacerrada. Aunque estuviera nevado, eso no era un obstáculo para un zorro curtido.


Cuando me encontraba en ese punto del relato, oí unos golpes en la puerta. Me acerqué con precaución a la puerta, puse el ojo en la mirilla y no vi a nadie. Abrí despacio, y ¿adivináis qué encontré a la altura de mis piernas?

Pues sí, un zorro, y al mover el rabo golpeaba la puerta, de ahí los sonidos percusivos que oía. Esto también pasaba con los perros en el pueblo. Sólo que no estábamos en el pueblo, sino en la ciudad; y no era un perro, sino un zorro.

Ya dicen que hay que tener cuidado con lo que se desea. Pero si en el mundo dejaba de haber guerras y crímenes, mientras que lo más noticiable empezaban a ser los zorros paseando por las ciudades y robando pasteles, me daba por contento.

 
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Un nuevo mundo”)

domingo, 31 de diciembre de 2023

Helvética


(Autor: ©Chema)

(Ginebra Siddal)

2023 se acercaba a su fin. Olga se preguntaba qué deseos podría pedir para el nuevo año. Recientemente había leído que, según Freud, los sueños son manifestaciones de nuestros deseos. Tu mente toma imágenes y recuerdos que tiene almacenados, y con ellos construye una especie de collage que representa metafóricamente ese deseo que guardas dentro de ti.

La noche anterior, Olga había soñado que tomaba un chocolate a la taza en una cafetería, y enfrente de donde ella estaba sentada había un gran reloj. ¿Chocolate y relojes? Eso le hacía pensar en Suiza. La verdad es que una escapada a Ginebra con sus amigas a final de curso, molaría. Estaba estudiando Traducción e Interpretación, y todo lo que fuera practicar idiomas era bueno para ella. Y puestos a soñar, también podría hacer un Erasmus en Ginebra, y allí costear sus estudios trabajando como profesora de español. Pero para eso todavía faltaba mucho, aún estaba en primero.

Mientras pensaba todas estas cosas, en su habitación, Olga estaba ordenando sus apuntes de todo el primer trimestre. De repente se preguntó qué diría un experto en grafología sobre su letra. Era inclinada a la izquierda, lo cual en teoría denota introversión y espíritu libre. La grafología en el fondo no era tan diferente del psicoanálisis freudiano, y es que la manera de escribir de algún modo es la manifestación externa de los pensamientos, emociones y deseos que tenemos en la mente.

Y la mente de nuestra amiga, sin duda se encontraba muy activa en ese momento. Tanto que tal vez le resultaría difícil conciliar el sueño. Por ello, decidió darse una ducha antes de ir a la cama.

Al salir de la ducha, se sentó en su cama y se miró los pies. Ya tenía las uñas algo más largas de lo que a ella le gustaba, así que aprovechó para cortárselas, ya que el agua caliente se las había dejado blanditas. Empezó por el pie izquierdo, ya que era zurda. Al fijarse en la parte blanca de la uña del dedo gordo, se dio cuenta de que era algo parecido a una media luna, aunque más recta. Una figura así se dibujaría trazando con un compás dos arcos de circunferencia, con diferentes radios y centros... de eso sabía mucho más su hermano Matías, que estudiaba Ingeniería de Caminos y le encantaba el dibujo técnico.

Una vez terminada la pedicura, y ya pensando en meterse en la cama, Olga se acordó de algo que había leído en la novela ‘en la boca del lobo’ de Elvira Lindo. Al parecer, si le das una orden a alguien poco después de que haya conciliado el sueño, te obedecerá. Claro, esa orden o petición -pensaba nuestra amiga- deberá hacerse en un tono de voz lo bastante alto para que llegue a la mente de la persona dormida a nivel subconsciente, y lo bastante bajo para no despertarla...

Así que decidió hacer el experimento. Fue a la habitación de su hermano, que era más trasnochador que ella y aún estaba despierto. Le dijo: “Mati, dentro de un rato, cuando esté dormida, ¿podrías abrir sin hacer ruido la puerta de mi cuarto y darme cualquier orden y sugerencia en voz bajita?”. Entonces él le respondió riendo: “Pero Olga, ¡luego me dices a mí que me voy a volver loco estudiando tantas matemáticas y tanto dibujo técnico! Está bien, algo se me ocurrirá, dentro de media hora me paso por ahí y te digo alguna frase mágica”.

Matías cumplió lo prometido. Abrió muy despacio la puerta de la habitación de su hermana, y notó por la falta de respuesta de ella -y por su respiración- que estaba totalmente frita. Así que le dijo con voz susurrante: “¡Mañana compra chocolate en el supermercado, loca! Suizo, a ser posible”.

©Chema

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Deseos”)

jueves, 30 de noviembre de 2023

La chica gótica


(Autor: ©Chema)

(Rusty McDonald)

 
Halloween era una festividad que iba muy bien con la personalidad de Luna. Era una chica gótica en todos los sentidos: vestía de negro, le gustaban las novelas de misterio del siglo XIX -como ‘el extraño caso del Dr Jekyll y Mr Hyde’, que la estaba releyendo de nuevo- y los grupos oscuros de la nueva ola británica: Smiths, Joy Division, the Cure...

La noche del 31 de octubre, Luna volvía de la facultad de Ciencias Matemáticas. Ese día había tenido prácticas, y después se había quedado un rato en la biblioteca estudiando. Al llegar a su pequeño apartamento en Carabanchel, se preparó un puré de calabaza como cena. Había comprado dos calabazas en la frutería, y la otra cumplía su función decorativa de Halloween.

Tras cenar, se sentó en el sofá del salón a ver un rato la tele. Iba a descalzarse, y justo cuando empezaba a desatarse el cordón de su bota derecha, se fue la luz. Se levantó a mirar el cuadro eléctrico y todo estaba correcto, por lo que debía de ser una avería general en todo el edificio. Tan sólo veía la luz de la vela dentro de la calabaza, y los ojos brillantes de su gata negra Samhain.

Luna decidió bajar a la calle a dar una vuelta, ya que no podía hacer otra cosa mejor. El ascensor no funcionaba, así que bajó por las escaleras usando la linterna de su móvil. Fue caminando por la calle General Ricardos hasta el río Manzanares. Por el camino veía a chicos y chicas con originales disfraces, tal vez al año siguiente ella se animaría también.

Esa noche había luna llena. Luna vio a su tocaya reflejada en las aguas del Manzanares, y pidió como deseo aprobar entre junio y septiembre todas las asignaturas en las que se había matriculado aquel año. El amor también estaba entre sus deseos, pero consideró que eso ya vendría solo...

Fue caminando despacio hasta su casa. Con luz o sin luz, quería acostarse pronto. Al día siguiente no tenía que madrugar en exceso por ser festivo, pero había hecho muchas cosas y necesitaba descansar.
Al aproximarse a su edificio, vio luz a través de algunas ventanas. Felizmente, habían reparado la avería y ya no estaban a oscuras. Al entrar en su casa, la tele estaba puesta, ya que la había encendido justo antes del apagón. En ese momento estaban emitiendo un programa sobre el verdadero origen y significado de la festividad de Halloween.

Luna se quitó las botas y los calcetines, como se disponía a hacer antes de quedarse a oscuras. De repente notó que algo le hacía cosquillas en las plantas de los pies... era su gata.

“Samhain, mañana me vas a hacer compañía mientras estudio cálculo infinitesimal”, dijo rascándole el lomo. “Te dejaré que te tumbes sobre los apuntes de álgebra lineal, que no los usaré”.

©Chema

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Samhain”)

martes, 31 de octubre de 2023

Las cinco semillas de naranja

 

(Las cinco semillas de naranja - Arthur Conan Doyle)
 
Elena Vizerskaya aka Kassandra

(Autor:©Chema)
 
Uno de los relatos más inquietantes del detective Sherlock Holmes es ‘las cinco semillas de naranja’. Un joven de nombre John Openshaw acude al famoso detective tras recibir una carta que contiene cinco pepitas secas de naranja, junto con este críptico mensaje: “Deje los papeles junto al reloj de sol”. La carta viene firmada con las letras KKK.
 
Sherlock Holmes identifica rápidamente las iniciales de una poderosa organización criminal americana, a la cual habían estado vinculados los antepasados del joven Openshaw, quien no tenía ningún conocimiento de ello. El detective apremia a su cliente a seguir las instrucciones de la misteriosa carta para salvar su vida, pero desgraciadamente actúa demasiado tarde y el desenlace es el peor posible.
 
Holmes decide tender una trampa a los asesinos, usando sus mismas armas: les envía una falsa carta con cinco semillas de naranja. Sin embargo, les pierde la pista, quedando este caso abierto para siempre. Una historia sin final.
 
Se me ocurre otro desenlace más desenfadado para esta historia. John Openshaw sigue las instrucciones de Sherlock Holmes, y logra que los criminales del KKK se olviden de él y le dejen en paz. Meses más tarde, al llegar el verano, el joven decide realizar un viaje para curarse del estrés postraumático que aún sufre.
 
Tras navegar en barco desde Dover (Inglaterra) hasta Santander, Openshaw toma un tren que le lleva a Madrid. Allí pasa dos días y visita algunos lugares emblemáticos como el Museo del Prado, relativamente moderno por aquel entonces. Posteriormente se embarca de nuevo en el tren, con destino a Valencia.
 
La ciudad levantina es conocida por su gran producción de naranjas, lo cual servirá para que nuestro amigo borre los malos recuerdos asociados a esta vitaminada fruta. En el hotel conoce a una chica de nombre Geneva, que es muy buena para los idiomas y domina el inglés. Geneva es amante de los gatos y le gusta practicar esgrima japonesa. Ella y el joven británico congenian como si siempre se hubieran conocido, y su historia será bastante más feliz que la que le llevó a buscar la ayuda de Sherlock Holmes.
 
Es muy posible que Geneva y John tomaran juntos una horchata. En un principio habría pensado en el ‘agua de Valencia’, pero aparte de que eso podría ser demasiado para un inglés modosito, estaríamos incurriendo en un anacronismo. En el siglo XIX aún no existía tan estimulante bebida...
 
 
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Finalesalternativos”)

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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