ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

Participantes y textos de la convocatoria de octubre: "Mosaico"

Campirela/ Nuria de Espinosa/ Auroratris/ Gustab/
Susana/ María/ Marifelita/ Dulce/ Chema/ Lady_P/
Tracy/ Dafne SinedieGinebra Blonde.  

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martes, 28 de mayo de 2019

Sueños Velados




(Autora: Evan)

Mirando las estrellas desde mi balcón, le buscaba un día más escuchando una de las canciones que más sentido daba a nuestra historia.
Allí estaba yo en medio de la habitación, abrazada con el libro abierto contra el corazón, bailando en medio de la noche oprimiendo su ser contra mi alma con los ojos cerrados y cantando en voz bajita, que lo amaría por mil años más.
Fue entonces cuando me llevó abrir aquella cajita, donde guardaba todos sus recuerdos. Allí seguía como lo había guardado el día en que regresé de nuestro encuentro. Con dedos temblorosos saqué aquel billete de tren, me tumbé sobre la cama y me quedé en una nube.
Salí a su encuentro buscándolo en el aparcamiento de la estación, como podía ser que no lo viera, podría reconocerle entre un millón de personas sin siquiera ver su cara, busqué el teléfono para llamarle, cuando sentí ese palpito en mi ser, allí revoloteando de nuevo, sentía las mariposas como el primer día que oí su voz, horas y horas durante una eternidad de largas charlas tras aquella pantalla, sabía tanto de él, que al mismo tiempo era un desconocido, miles de preguntas invadieron mi mente en el trayecto que con el soplo de su mirada mientras caminaba a mi encuentro, se desvanecieron como por arte de magia. Caminé hacia él mientras seguía sintiendo aquellas mariposas brincando de emoción, un simple abrazo, un silencio eterno, una mirada de adolescentes y su corazón bailaba de emoción, ahí estaba nuestro amor de todos esos años, era mucho más grande que todas las galaxias juntas.
Veinticuatro horas de intenso sexo salvaje con momentos de hacer el amor, veló mis sueños en sus brazos, comulgué en el rictus de sus ojos, masturbó mi alma con sus manos, mi piel fue su anzuelo donde ancló el vocablo del cortejo creyente de su cuerpo que me purifica y consagra dormida al costado de su alma.
Caminé sin volver la vista atrás, sentía sus ojos afilados clavados en mi espalda, sentía su sufrir al verme partir y no saber cuándo volveríamos a cruzar nuevamente nuestros cuerpos retadores de sed, mis piernas se tambaleaban, mis ojos se empañaban de nebulosa neblina, y yo no pude más que seguir avanzando sin volver la vista atrás donde me perdí por un momento, viendo como sacaban una tarta de manzana de aquella pastelería.
De pronto tuve que volver de aquel sueño, mi hija había vuelto a casa a pasar el fin de semana, abrí de nuevo la cajita y guardé el billete.


Relato perteneciente a la propuesta "Secretos"


Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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