ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

Participantes y textos de la convocatoria de octubre: "Mosaico"

Campirela/ Nuria de Espinosa/ Auroratris/ Gustab/
Susana/ María/ Marifelita/ Dulce/ Chema/ Lady_P/
Tracy/ Dafne SinedieGinebra Blonde.  

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sábado, 30 de septiembre de 2023

La verdad oculta

 

(Autora: ©Lulita)

(Waldemar Strempler)

 
Sonrisa, siempre sonrisa, una y otra vez, madre me lo repetía
 
—Has de ser una buena señorita, atenta a tus modales, dulce y complaciente.
 
Lo intentaba, no solo por madre, sino porque su requerimiento coincidía con el papel que la sociedad otorgaba a la mujer.
 
—¡No seas salvaje, te comportas como un chico!
 
No acababa de entender el problema, pero veía al resto de mis amigas, que se amoldaban en mayor o menor medida al estereotipo marcado y yo quería ser como el resto.
 
Así que claudiqué, como lo hicieron generaciones de mujeres que me precedieron, como lo hacían mis coetáneas y como lo harían las generaciones venideras.
 
Mientras me adaptaba a esa vida femenina, al saber estar, la fragilidad y la búsqueda del amor que mi sexo determinaba, una y otra vez cual eco me resonaban:
 
Mujer nací mas no quise
 
en cautiva me volví,
 
del varón la envidia vi,
 
ya que vida dar ansiaba.
 
A dar el fruto renuncio
 
y mis cadenas libero,
 
por un sueño venidero
 
que el miedo ya no traba.
 
A pesar de mi melodioso subconsciente, viví la vida que se esperaba.
 
Me casé y tuve hijos y me dediqué a ellos, replegué mis alas y volé al cobijo de las de mi compañero.
 
Tuve momentos felices, desdichas, amor y desamor, tantos como la vida decide darnos.
 
Y en determinados momentos, en que el floral paisaje se resquebrajaba y esos versos volvían a sonar, surgía con rabia mi verdadero sentir ante lo impuesto y lo aceptado. Hasta que era retornada a la complacencia social por el devenir diario.
 
Los años pasan y la sociedad cambia, ahora hay movimientos feministas en auge, se hablan de cupos, de igualdad, como siempre hay voces discordantes, algunas apelan a la misma lógica del feminismo y desde aquí les lanzo mi reflexión:
 
No creo en la innata bondad de la mujer, ni en la maldad del hombre, pero sí en que existe el dominio del fuerte sobre el débil y en la dualidad de la naturaleza humana, en lo difícil que es cambiar una cultura machista, tanto en hombre como mujer, que como padres tu desvelo cuando tus hijos salen es doble si es mujer, en que incluso en una época de progreso, seguimos definidas por estereotipos cuando oigo que ser mujer es que te guste llevar falda, que tenemos que elegir muchas veces entre ser madre o tener carrera profesional cuando esa elección, casi siempre cae en el mismo lado y que dar vida, es un regalo que nos han dado con hermosas ataduras.
 
Desde la sabiduría que otorga el último tramo de la vida, deseo un verdadero cambio para mis nietos aun sabiendo la improbabilidad de ello, pues soy conocedora de nuestra naturaleza y que difícilmente aceptaremos en igualdad al diferente, ya sea en sexo, etnia o pensamiento.
 
 
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Collage”)

jueves, 31 de agosto de 2023

El peso y su liviandad

 

(Autora: ©Lulita)

(Brooke Shaden/ Laura Makabresku)

La vida es un cúmulo de azares, eso piensa cuando le explican que al haber cumplido dieciocho años puede quedarse con la tutela de sus hermanos.
 
Se ríe y llora a la vez, aún no sabe si dar las gracias a que sus padres hayan muerto el día de su cumpleaños.
 
Le explican que tendrá que demostrar solvencia económica y disponibilidad para el cuidado de Mateo y Jimena.
 
Por suerte, otro atisbo de azar, su padre había hecho un seguro de vida al empezar el nuevo trabajo.
 
-Es mucha carretera -Le oyó explicar a mamá a la vez que ella se oponía a un gasto mensual más.
 
Lo irónico, es que el accidente fue en una escapada de fin de semana, previa queja suya de encargarse del cuidado de los mellizos. Las ganas de reír y llorar vuelven, en tanto que el resto de la retahíla burocrática se difumina entre sus pensamientos.
 
Con el alma a rastras abre la puerta de casa, pero sintiéndola ajena, como si al faltar sus pilares dejara de ser el hogar familiar.
 
La prima de su madre le explica que los mellizos están muy alterados, que habrá que tener paciencia con ellos.
 
Le da varios consejos mientras recoge rápidamente sus pertenencias y la abandona a su orfandad.
 
Entonces aparecen, la miran con ojos lagrimosos, corren y la abrazan y ese peso que ha estado sintiendo, se vuelve un poco más ligero.
 
Han pasado varios meses y sigue despertándose con palpitaciones en su pecho, la carga la sigue ahogando.
 
Intenta a diario que los mellizos no lo noten, pero perciben su cansancio, es en ese momento, que los dos se miran y la instan a descansar, recogen los juguetes y se ponen hacer los deberes sin rechistar. Y a ella la embarga de nuevo la emoción y su peso, momentáneamente, se vuelve aligerar.
 
Dos años han transcurrido y el desasosiego y la carga continúa. La amargura y la rabia hacen acto de presencia cuando los mellizos la saturan, cuando ve la vida de sus amigas y la compara con la suya, hasta que nuevamente sus ojos la miran, anhelando su cobijo, su amor incondicional, aquel que han perdido y solo en ella pueden encontrar.
 
Y una vez más, lo vuelve a sobrellevar.
 
La vida vuela y sin que se haya dado cuenta está arreglándose para la graduación de los mellizos, han cumplido dieciocho y sueñan con el futuro que la juventud promete. Una amalgama de sentimientos la envuelve. Tristeza, por sus dieciocho perdidos. Dolor, por los que ya no están. Envidia, por las promesas de futuro intactas. Orgullo, por la proeza conseguida. Alegría y Amor, por ver la felicidad de a quienes más quiere.
 
Tocan a la puerta y Mateo entra, con su traje negro, esbelto y elegante, ha heredado el porte de su padre. Con el océano en sus ojos, le sonríe.
 
-¿Cómo vas tata? ¿Lista para el súper evento? Quería decirte…
 
Y las palabras se le cortan ante la dificultad de expresar lo que siente. Otro rasgo paternal heredado.
 
-Quería decirte que hoy, no es solo el día de Jimena y mío. Hoy es nuestro día, porque lo hemos hecho juntos, porque sin ti, no hay un nosotros y porque… !te quiero Tata!
 
Sale corriendo de la habitación y tropieza con Jimena, que ríe a carcajadas ante la emotividad mostrada del introvertido de la familia.
 
-Bueno tata, está claro que hoy es el día de las declaraciones sensibleras -le dice al tiempo que contiene su sonrisa.
 
-Solo venía a decirte que ahora puedes contar con nosotros, ya toca que seamos tu apoyo, bueno, yo más que él -y vuelve a reír al abrazarla.
 
Se desenreda del abrazo para mirarla, ¡cómo se parece a su madre!, no tanto en el físico, donde está claro quién fue el gen dominante, sino en cómo irradia la alegría y seguridad maternal.
 
-Cuento contigo -bromea
 
-Va, esperadme abajo a que acabe de vestirme o ¡nunca saldremos de casa!
 
Jimena gira sobre sí y sale para dejarla a solas de nuevo, contiene las lágrimas  a sabiendas que hoy es solo una cuestión de tiempo.
 
Mientras los ve recoger el diploma, los últimos diez años pasan por su mente.
 
Las dificultades por las que han pasado;
 
La complicada conciliación entre sus estudios y su nuevo papel de madre.
 
Algún que otro susto de índole médica.
 
Los problemas adheridos a la adolescencia de los mellizos. Cómo se acordaba en esos momentos de sus padres y los conflictos que tuvieron por su propia adolescencia.
 
Pero sobre todo cómo los añoraba.
 
Las personas que les han ayudado;
 
La señora Rita, la abuela que el destino les ha dado, vecina de setenta y dos años, de pelo canoso y cuerpo rollizo, amante de las telenovelas y de la repostería, sus niveles de azúcar no serían lo mismo sin ella.
 
La prima Macu, les ayudaba siempre que encontraba un hueco entre sus múltiples reuniones de mujer de negocios.
 
Los padres de sus amigos, en especial Maite, que siempre les contaba su deseo de haber tenido familia numerosa cuando se pasaba por casa para echar una mano.
 
Y un sin fin de personas, que al entrever las vicisitudes por las que pasaban allanaron su camino.
 
Y es en ese mismo momento, en que puede echar la mirada atrás mientras los ve sonreír en el escenario improvisado del instituto, que la carga desaparece, se siente liviana de nuevo. Y de repente vuelve a tener sueños de futuro y esa cálida esperanza abre finalmente las compuertas de sus lágrimas.
 

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Lucha interna/Liberación”)

viernes, 31 de marzo de 2023

Libre para sentir

 

(Autora: ©Lulita)
 
Image by- Josephine Cardin


MIEDO
 
Por fin se siente libre para sentir, sin miedo o vergüenza a mostrar.
Ella, que nunca ha sabido expresar lo que siente, que le enseñaron desde pequeña que la sensibilidad  es debilidad.
 
Aún recuerda, cuando tan sólo con seis años, tuvo que estar ingresada en un hospital, meses, sola, sin la compañía de sus padres, ya que trabajaban y cuidaban del resto de sus hermanos. Pero lo más duro, no era la soledad del ingreso, sino el reencuentro con la figura materna, cuando ésta le reprochaba su debilidad por pedirle que se quedara a su lado a lágrimas vivas.
 
"¿No entendía que no podía ser?, ¿tenía que explicarle otra vez los problemas que tenía?"
 
Y ella acababa entendiendo, como entendía que a su manera la quería, era su madre, el problema tal vez era ella. Nunca fue lo suficiente lista, dura y valiente.
 
Siempre había sido temerosa en la vida, intentaba que no lo notaran y lo conseguía. Había trabajado años en su aspecto silencioso, de paso en la vida sin ser percibida. Así era más fácil que no vieran sus miedos, esconderlos.
 
Ese miedo, esa inseguridad, había marcado de alguna manera cada una de las facetas de su vida.
 
En el trabajo la había limitado a ser siempre dependiente de los demás, no ser capaz de emprender algo por sí misma.
 
En el amor, la había doblegado a su marido, que a pesar de tener bondades, en la búsqueda de su opuesto, había encontrado una figura fuerte pero insensible a sus miedos y sentimientos. Acentuando su sensación de ineptitud.
 
Con sus hijos, que la llenaron de amor y suplieron otras carencias, también sintió que nunca fue lo suficiente buena para ellos, como si en otra madre hubieran encontrado una mejor opción.
 
Y ahora que su pelo ya blanquea, frente a la oscura muerte, ya no tiene miedo y llora, como una niña de nuevo. Liberada, como si su pecho tuviera alas que se baten al vuelo. Capaz de verse en los ojos de su nuevo siniestro amigo, tal y como es, de quererse a sí misma, sin importarle pensamiento ajeno, pues la huesuda mano que se extiende ante ella es conocedora de su interior, queriéndola a pesar de él.
 
Y por fin entiende que la muerte es la liberación de los pesares de la vida, que no hay que temerle. Siendo la última puerta del camino que da contestación al mayor interrogante de la vida, con la libertad que da el no temer la respuesta. Y es entonces, cuando siente de nuevo el batir de alas en su pecho que acaban dando paso al oscuro sueño.
 

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: "Humana-Mente")


Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin