ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

Participantes y textos de la convocatoria de octubre: "Mosaico"

Campirela/ Nuria de Espinosa/ Auroratris/ Gustab/
Susana/ María/ Marifelita/ Dulce/ Chema/ Lady_P/
Tracy/ Dafne SinedieGinebra Blonde.  

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jueves, 30 de noviembre de 2023

Samhain


(Autora: ©María)

(Rusty McDonald)

Cada atardecer desaparecía entre la niebla...
Era un hombre alto, extremadamente solitario y taciturno. Solo, siempre estaba solo. Sus largas piernas se sumergían entre la hierba rendida, a medida que sus enormes zancadas la atravesaban. Vagaba por los campos cubiertos de niebla como las sombras de los espíritus se deslizan arrastrándose al anochecer... empapándose del rocío y toda la humedad del ambiente. Calado hasta el tuétano.
 
Desde hacía unos meses, caminaba sin descanso de la mañana a la noche. Nadie sabía exactamente si lo hacía hacia algún lugar concreto, o sin rumbo. En su cabeza se arremolinaban todo tipo de pensamientos oscuros y esa oscuridad se reflejaba en el extraño brillo de su mirada y en las pocas palabras que emergían de aquel cuerpo, como desde lo profundo de un pozo. Trasmitían el mismo halo gélido que un bloque glaciar. El dolor se había apoderado de él desde hacía demasiado tiempo. El dolor posándose en la nuca, en los párpados, en sus labios... en la impotencia de no saber rezar... de no creer en nada, ni en nadie... todo él era dolor. Su vida no tenía sentido. Había recreado en su mente todas las formas imaginables de terminar con ella. Llevaba tantísimo tiempo con esos pensamientos en su interior, que le parecía ya había sucedido. Pero no, allí estaba, como cada día, vagando entre la niebla, intentando ahogarse en ella. Agotarse para por fin, poder descansar.

Aquella mañana era mucho más fría de lo habitual. Al abrir la puerta sintió cómo el aire gélido le golpeaba la cara. La niebla era más espesa y húmeda que de costumbre y decidió que ese sería su último día. Sus enormes zancadas le alejaron rápidamente internándolo en un bosque de árboles inmensos donde únicamente se veían sombras y siluetas espectrales entre sonidos espeluznantes -la música perfecta para mi fin- pensó él. Caminó con paso firme, cada vez más rápido. Atravesó el bosque, cruzó campos. Caminó sobre pequeños riachuelos de los que no notaba su humedad gracias a la protección de sus botas altas de cuero. Sin saber cómo, llegó a las faldas de un montículo rocoso que comenzó a ascender. Un sudor frío resbalaba por su frente a medida que el esfuerzo iba haciendo mella en él. Trepaba con las manos y los pies. Trepaba con el alma. Un alma que a medida que ascendía, notaba como se le expandía más y más dentro. La niebla iba quedando atrás y abajo, muy abajo, mientras él continuaba su extenuante ascensión. Por fin llegó a lo más alto. Allí, en el risco más elevado de aquel montículo con sus pies casi en equilibrio, levantó por fin su rostro surcado por el sudor que goteaba de cada uno de sus ensortijados cabellos y respiró profundamente. Allí arriba estaba él. Como un emperador ante su reino. Por primera vez se sintió acompañado en la inmensidad de aquella infinita soledad.

Allí arriba, sobre aquel mar de nubes, sintió cómo, por primera vez en mucho tiempo, podía respirar sin aquella opresión en el pecho. Cerró los ojos y se dejó acariciar por el viento que soplaba con fuerza...

Volvió a abrir los ojos, lentamente su boca dibujó una leve sonrisa y su mirada se perdió en la inmensidad que se extendía frente a él…

©María

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Samhain”)


jueves, 31 de agosto de 2023

Lucha interna/Liberación

 

(Autora: ©María)

(Brooke Shaden) 


La oscuridad la envolvía, en su interior siempre había pájaros. Pájaros de esos que te acarician con la punta de las alas y te llevan lejos, mientras planean deslizándose sobre la brisa. A veces cerraba los ojos y le parecía sentir la fuerza del viento sobre su cara haciendo volar su cabello hacia atrás, como un estandarte hondeando orgulloso. Era inocente. Lo más duro, lo peor de todo, era saber que lo era y a pesar de todo la habían condenado. Nunca había vivido una situación tan injusta, kafkiana y surrealista, pero no había lugar para el arrepentimiento, todas sus energías debía usarlas en sobreponerse y aguantar. Se lo repetía una y otra vez. Aguantar, sobrevivir, salir. A veces las lágrimas se le amontonaban en la garganta y sentía que se asfixiaba pero dirigía su mirada hacia aquella pequeña ventana y se iba con la primera nube que se dibujaba en el cielo para poder respirar. Ese cielo azul que pocos meses antes disfrutaba sobre la arena de aquellas exóticas playas a las que había llegado tras interminables horas entre escalas y aeropuertos. En el último aeropuerto fue donde le conoció. Era la viva imagen de la felicidad. Piel tostada por el sol, greñas rubias desmadejadas cayéndole como una cascada sobre aquel torso musculoso y tan brillante, como su sonrisa. Ella, su sonrisa, fue la que la cautivó. Junto a él había vivido momentos tan deliciosamente mágicos, que cuando le atenazaba la angustia, corría a acurrucarse en ellos. Esa era su interminable lucha, no hundirse, no sucumbir, agarrarse a lo que hiciera falta para que el desánimo no se apoderara de ella. Era una lucha titánica. En aquel cuartucho era más fácil dejarse morir, que respirar. Le esperaba su vida al otro lado del mundo. Llevaba dos meses allí. Hacinada junto a otras diez mujeres a las que no entendía. Olía mal, el sudor, la falta de higiene y aquella desidia, mezcla de abandono y desesperación las arrastraba, pero ella se agarraba con uñas y dientes a sus recuerdos. Esos en los que sobre una tabla de surf volaba sobre la cresta de las olas, para luego correr a refugiarse entre aquellos poderosos brazos que la esperaban sobre la blanquísima arena, mientras las palmeras languidecían sobre sus cabezas. Había sido tan feliz durante los meses que permaneció junto a él, que el día que la detuvieron en el aeropuerto, justo cuando regresaba, algo implosionó en su cabeza. No comprendía nada. Aquellos hombrecillos que tras entregar el pasaporte se abalanzaron sobre ella, comenzaron a gritarle y a deshacer su equipaje furiosos, mirándola llenos de odio. Ella atónita, sin entender. Pronto estuvo todo claro, alguien había introducido aquel paquete de polvo blanco que ella no había visto en su vida, pero ¡cómo defenderse ante la evidencia! Ese instante aparecía una y otra vez en su mente destruyéndola, pero conseguía borrarlo volviendo a las noches inmensas llenas de luna y mar brillante junto a él. Aquel día amaneció especialmente bochornoso. Singapur era humedad, calor y agonía. Estaba exhausta. De pronto, al otro lado de aquella verja oxidada alguien la llamó. ¡Prepara tus cosas! parece que las gestiones diplomáticas han surtido efecto. Estás libre.
 
©María (El saco de mis pensamientos)
 
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Lucha interna/Liberación”)

viernes, 30 de junio de 2023


(Autora: ©María)
(El saco de mis pensamientos)

(Vladimir Fedotko)


Sumergida en el azul índigo intenso de las aguas marinas, cubierta únicamente por la inmensidad del cielo, vivía feliz entre las olas. Allí todo era azul, transparencia y espuma. Ajena totalmente a la gravedad de la vida y de la Tierra. Flotando junto a sus amigos los delfines, tan despistados y juguetones como ella que jamás dejaría de ser niña, aunque un día fuera una abuelita centenaria y decrépita en un asilo ; )
 
La ingravidez hacía desaparecer la posibilidad de caídas, golpes o dolor. Los peces que la rodeaban le hacían cosquillas sonrientes, siempre frescos y brillantes. No existía la oscuridad. Todo era luz, escuchando el rumor mágico de las caracolas que la acompañaba siempre. Libertad deslizándose entre delfines, azul y mar.
 
(El saco de mis pensamientos)
 
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Tótem”)

domingo, 30 de abril de 2023

Dulces adicciones¿?


(Autora: ©María)

MÚSICA

(Ilustrador- Fernando Vicente)

Si la música pudiera materializarse
sería bosques espesamente verdes,
mares azules con estelas de olas,
universos cuajados de estrellas,
planetas, constelaciones, cometas.
Si la música existiera sería
cosquillas, caricias a veces
latigazos, e incluso estruendo
que te inunda, te rescata, te eleva,
te abraza y te hace sentir esa libertad
que fuera de ella es imposible sentir.
La música es esa adicción mágica
que lo cura todo y genera el placer
que juntos inventamos sea otro
(o el mismo) signo de (la) libertad.

©María

(Poema perteneciente a la propuesta
de Variétés: "Dulces adicciones¿?")


viernes, 31 de marzo de 2023

Miedo


(Autora: ©María)
 
Image by- Josephine Cardin

 
MIEDO
 
Le aterraban las arañas. Era algo irracional, imposible de explicar. La sola idea de ver una le estremecía completamente. La náusea y el asco se apoderaban de ella. Desde niña le parecían los seres más repulsivos del planeta. Con esos cuerpos gorditos y peludos, como sus ocho patas articuladas. Esa cara con tenazas por boca. Esa pinta de insaciable depredadora hambrienta. El caso es que sabía que en su casa había una escondida. No sabía dónde, pero sabía que estaba aguardando pacientemente el momento oportuno para aparecer. Tejiendo su tela viscosa en torno a su escondite y al acecho. Y… ella, permanecía igual. Con una linterna escudriñaba uno a uno los rincones. Repasaba una y otra vez cada rendija entre la pared y el suelo. Se aprovisionó con tres botes de insecticida, lejía e incluso un bote de espuma de afeitar, nada era suficiente. Todo arsenal era poco, para afrontar el inminente combate. Así estuvo cinco días con sus noches. Obsesionada. Como si en el mundo se hubiera parado. Como si no hubiera nada más importante que localizar a aquel ser monstruoso. Recorría todas las estancias, subía y bajaba las escaleras. Repitiendo una y otra vez la auscultación minuciosa de todas las estancias. Finalmente el agotamiento la venció y calló exhausta. Debieron pasar varias horas. La despertó sentir algo pesado en su espalda. No podía abrir los ojos por más que se esforzaba en ello. Algo le arañaba el cuello, extendió muy despacio su brazo y sintió el horror. Finalmente consiguió entreabrir sus párpados. Un grito sordo y ahogado se escuchó como un estruendo en la habitación.
Después, nada. Silencio.


(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: "Humana-Mente")


martes, 28 de febrero de 2023

Destino

 

(Autora: ©María)
 
DESTINO
 
(Noell S. Oszvald)

MERAKI
(Poner el alma, amor y creatividad
en aquello que se realiza)
 
Allí tumbada, miraba pasar las nubes mientras luchaba por conservar la libertad de aquella ave que era incapaz de soltar. Le rompía el alma su lucha y aleteo constante por desembarazarse del cordel con el que desde hacía meses la llevaba sujeta. No la encerraba en una jaula porque sabía que entre los barrotes, como su alma, moriría de pena, pero necesitaba tenerla cerca. Su lucha por volar le hacía sentir que también podría hacerlo ella.
Permanecía observándola con las puntas de sus pies perfectamente alineadas con la barandilla del muro en el que cada tarde se sentaba a verla aletear, como si su disciplina corporal hiciera un homenaje a la batalla incansable que cada día emprendía el ave. Así pasaba las horas, los días… trascurriendo un tiempo inamovible que como el cordel al ave, a ella la mantenía atada a donde ella no quería permanece… Hasta que un día a la vez que una lágrima se deslizó suavemente por su rostro, dejó que el cordel se le resbalaba por entre los dedos y mientras la veía desaparecer frente a sus ojos, pensó cómo encontrar el MERAKI necesario para pegarse unas alas lo suficientemente vigorosas para que nadie pudiera impedirle alzar el vuelo tras aquel cordel que a lo lejos se difuminaba como la última oportunidad de volver a ser libre, la última llave hacia su Ítaca soñada. Con extrema lentitud se colocó de lado en el muro donde estaba tumbada y se dejó caer al vacío…
Su destino estaba escrito en unas alas que nunca llegó a desplegar.
 
 
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “¿Qué te dice el subconsciente?”)

martes, 31 de enero de 2023

 

(Autora: ©María)

Abrió el baúl y en medio de toda aquella ropa polvorienta, al fondo del todo apareció la nariz puntiaguda de “la pequeña marioneta”. Su cuello se abría en una especie de pequeño racimo de plátanos, sus piececitos eran como dos patucos rojos y con sus delgadísimo bracitos hacía malabares con dos bolitas con lunares. Se la quedó mirando y sus pequeños ojitos enmarcados en dos inmensa cejas parecieron suplicarle que la llevara con él. Siempre jugaba solo y no le pareció mala idea tener un compañero de juegos silencioso. Enrolló los hilos de la marioneta por entre los deditos delgados y torcidos y observó que uno de ellos parecía manchado de algo denso y pringoso, pero no le dio importancia y bajó a toda prisa las escaleras del desván llevándose con él a “la pequeña marioneta”. Hubiera querido no encontrarse con nadie, pero de sopetón se estrelló de bruces con Manuela, la vieja ama de llaves. La enorme mujer clavó su inquisitiva mirada en él, como intuyendo que tramaba algo. Instintivamente colocó la pequeña marioneta a su espalda y dibujó en su cara la sonrisa más beatífica que encontró en su repertorio de gestos. ¿Qué escondes a tu espalda? -Le preguntó-. Sin pronunciar palabra el pequeño balanceó su cabeza negro azabache a un lado y a otro negando, mientras bajaba los ojos… Manuela le repitió la pregunta. ¡Álvaro! ¡dime por favor que llevas oculto a tu espalda! -casi le gritó- El niño extendió sus manos y mostró “la pequeña marioneta”. La cara de Manuela se crispó en extremo y con un gesto felino se la arrebató de las manos desapareciendo con ella pasillo adelante a toda velocidad.
 
Álvaro no podía creérselo ¿Para qué quería aquella mujer una pequeña marioneta? Hacía dos meses que había fallecido su madre y a nadie parecía importarle lo que él sintiera, pensara o necesitara, como si su existencia no le importara a nadie lo más mínimo. Era invisible. Nadie reparaba en él y de pronto Manuela parecía haber visto al mismísimo diablo al descubrir su hallazgo. Continuó caminando cabizbajo por la enorme estancia que daba al jardín cuando en la entrada de la finca vio descender de un auto negro brillante, a un hombre trajeado portando un maletín. No sabía quién era. No lo había visto nunca. Desde detrás de las cortinas observó cómo el hombre se encerraba en el despacho de su padre. Permanecieron encerrados casi una hora. Mientras, Álvaro, aburridísimo como siempre, había desplegado su ejército de soldaditos de plástico sobre el suelo. Se abrió la puerta y el hombre salió. Álvaro alzó la mirada y vio cómo su padre permanecía desmoronado sobre la mesa de su despacho. Un metro más all�� del marco de la puerta que había dejado abierta el hombre, se giró y dijo dirigiéndose a su padre:
 
-Intente hacerse a la idea. La autopsia es concluyente. A su mujer la asesinaron clavándole un objeto delgado doblado en la punta. Un pequeño hierro o algo así.
 
Al instante de escuchar aquello Álvaro visualizó perfectamente el dedito doblado de “la pequeña marioneta”.
 

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Juguetes”)

domingo, 1 de enero de 2023

(Autora: ©María)
 
 
“…Tenía los ojos, con la expresión del miedo congelado en un instante y a la vez, había paz en ella. Desde siempre había sido un ser frágil y exquisito, pero su vida había transcurrido a caballo entre la barbarie y la soledad, por eso, salvo en su mente, no existía nada a lo que agarrarse. Solo ella tenía la LLAVE que daba acceso a su mundo interior. Había nacido en un pueblecito de Ucrania, Borispol, cerca de Kiev, su facilidad para la danza la había permitido salir del LAVERINTO en el que sin su consentimiento la vida la había colocado. Hija bastarda de un coronel del ejército ruso, de madre ucraniana, abandonada por esta al nacer en un orfanato de alguna república eslava de la que a los 15 años huyó en busca de PAZ y calor. Por fin lo había conseguido, por fin era feliz permitiendo que su cuerpo volara como flores llevadas por el viento con la música. Cuando ella bailaba, su fragilidad casi etérea difuminaba su imagen como algo mágico que se desplegaba vibrante ante los ojos extasiados de los espectadores que la contemplaban… De pronto, todo se volvió oscuro, sus flores destruidas esparcieron sus pétalos desmembrados sobre el escenario cuando el misil ruso impactó en el último teatro que disfrutó de su magia y el MIEDO se hizo dueño de todo.”
 
 
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Mira Bien;¿Qué Ves?”)

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin