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miércoles, 2 de marzo de 2022

Marea de emociones

 


Relato perteneciente a la propuesta de febrero: Emociones 


Nuestra amiga Ginebra Blonde nos propone escribir un relato basado en las emociones, los seres humanos somos emoción en plenitud.  Además hay que incluir en el escrito de una Obra de Arte relacionada con cualquiera de las emociones que aparezcan en él.



"La chica lectora" Pietro Magni



Jamás hubiera pensado acabar el año con el temor y el miedo que provoca tener cerca este virus, y que desbarató con tanta apatía y desconcierto los planes que había ideado la familia para disfrutar de las tranquilas y merecidas vacaciones de navidad. A pesar de ello, la incipiente soledad acabó por transmitirme la calma y la templanza necesaria para volver a retomar el inestimable placer de la lectura. La armonía entre el libro y yo era tal, que, un algún determinado instante, proyecté con el mayor asombro la postura hierática de la chica lectora.

Nunca hubiera imaginado empezar el año nuevo con la zozobra y casi podría decir que con la máxima preocupación ante la nueva propuesta que, hasta entonces, mi estable entorno laboral me había puesto sobre la mesa. Llegada cierta edad, parece que sobras en algunos lados.

Al principio, sentí mucho vértigo porque después de tantos años trabajando mi vida podría dar un gran vuelco. Una gran y enorme duda invadió durante unos días mi pensamiento: sorpresa, vacilación, inquietud, inseguridad, estupor, confusión…  a pesar de todo, tuve que recomponerme y tomar una rápida decisión con la relativa confianza de no equivocarme.

Abrumada y con una incipiente alegría, llegó el momento de mi despedida y mi nueva vida. El primer día, reconozco que sentí una especie de liberación y alivio. También, es cierto, que siento un infinito agradecimiento por este largo viaje laboral que acaba de terminar y sobre todo, agradezco la excepcional compañía que he tenido durante este trayecto.

Intento que la añoranza no se apodere de mí y vivo estos primeros días poniendo todo el sosiego y la serenidad necesaria para hacer lo que deseo y me gusta, entre otras cosas, disfrutar de mi tiempo leyendo, tal cual la chica lectora.

 

Temor, miedo, apatía, desconcierto, soledad, calma, templanza, placer, armonía, asombro, zozobra, preocupación, vértigo, duda, sorpresa, vacilación, inquietud, inseguridad, estupor, confusión, confianza, abrumada, alegría, liberación, alivio, agradecimiento, añoranza, sosiego, serenidad.


Mi inmensa gratitud a Gin, gracias. Más relatos en ParaíSo de LeTRaS

lunes, 29 de octubre de 2018

ALICIENTE(S)



De nuevo, vuelvo a participar en la propuesta literaria de Ginebra Blonde.

Es increíble la labor que realiza en cada uno de los retos que propone. Me siento infinitamente agradecida por permitirme atravesar este paraíso de las letras. Esta reflexión es mi aportación.     
   





Ali, aliciente ¿qué me mueve a levantarme cada mañana cuando aún todo está oscuro? Las lágrimas se han quedado impregnadas en la almohada, y en mi rostro se percibe el surco de una riada.


¿Aliciente? ¿Qué me cautiva cada día a soportar el cansancio que me pesa todo un planeta en mi costado?

Cada día: prisas, ruido, gente, llegar a tiempo, no salir tarde. El reloj sólo tiene tres minutos que siempre me hacen llegar el último. Y en el camino me encuentro sufrientes, pobres, soledades, ecos anegados, gritos quemados, países hambrientos, cañones lejanos que llenan el mar de extraños fugaces huyendo del mal. Mujeres vestidas de rosa, otras calladas por el luto. Y este es el mundo.

Y a pesar de todo, cada día me levanto; un abrazo ha evaporado las lágrimas de mi almohada. Un rayo de luz ha iluminado mi mirada. Un beso ha borrado mis ojeras de la cara y una sonrisa ha aliviado el peso de mi espalda.

En el bolso, un libro de poemas me acompaña: "las batallas más importantes son las que peleamos en el silencio de nuestra alma". Y el traqueteo del tren me susurra que en un segundo estoy de vuelta a casa. Por el mundo que duele tanto,  rezo...


©MaiteLorenzo







Gracias, querida amiga. 

Podéis leer el escrito de todos los participantes en Paraiso de Letras



miércoles, 3 de octubre de 2018

MAR O MONTAÑA: ESTRELLA BLANCA





Aparcó el todoterreno justo donde comenzaba el claro del bosque. Contempló la majestuosidad de la montaña que le era tan familiar. Desde la ladera, el camino parecía largo, escarpado, sinuoso y, antes de emprender la vuelta a casa, debía permanecer en silencio, realizar el sagrado ritual para dejar atrás lo que tanto había soñado y que tantos quebraderos de cabeza le habían supuesto. No, no era una huida desesperada. Más bien, era un re- encuentro con su propia identidad, con esos orígenes que tanto la agobiaron y cercenaron en su juventud, necesitando vivir aquello que ella creía libertad.






Recogió sus escasas pertenencias del coche, se vistió con la túnica de cuero rematada con flecos, ciñéndola a su cintura con una cuerda, y se colocó el collar de abalorios de colores que sus mayores le regalaron el día que decidió marcharse. Desechó la brújula, no la necesitaba, recordaba perfectamente como orientarse bajo las estrellas brillantes del cielo en la noche, y reconocía todos los indicios que la Naturaleza dejaba cada día y que aprendió a reconocer desde niña. Desplegó con sumo cuidado el viejo mapa, amarillento y ajado por el paso del tiempo; en una de las esquinas había una silueta de un animal dibujada, en otra, una estrella, ese era su nombre: Estrella Blanca.
Respiró hondo y ahogó sus lágrimas en un hondo suspiro. Empezó a susurrar la plegaria: Wanka Tanka, Gran Espíritu… y al compás de los latidos del corazón, danzaba sobre sí misma en compañía de la luz de la luna. De entre los árboles apareció, silencioso y amistoso el lobo blanco, ambos se quedaron quietos, mirada profunda y fija, reconociéndose en un abrazo espiritual. Desde ese instante, ella supo que ya estaba en casa, nada que temer, al fin libre, había regresado a su naturaleza.


(Basado en cualquier leyenda de los indios nativos de América)
Relato perteneciente a la propuesta "Mar, O Montaña"
https://varietes-ginebra.blogspot.com/2018/09/mar-o-montana.html

MUCHÍSIMAS GRACIAS, GINEBRA, POR TODO TU ESFUERZO, POR TODA TU LABOR.
AGRADECIDA DE CORAZÓN.

 

PARA TI



viernes, 7 de septiembre de 2018

ELEMENTOS






Ella siempre vestía de rojo pasión, o de naranja brillante; sus cabellos de amarillo dorado reflejaban la luz del amanecer y el arrebol de sus mejillas contenían los rasgos de una efímera belleza. Pero ella no se sentía fuego.



Quería ser agua, confundirse en la inmensidad del océano, sumergirse en las profundidades misteriosas del mar, hacerse gota y empapar la tierra, navegar entre las olas y surcar el infinito horizonte, pero tampoco se sentía agua.




Le gustaba la firmeza de la tierra, fruto y semilla de la vida. Observar el paso lento de las estaciones y aprender de la perseverancia de la naturaleza. Ahondar con sus manos en el corazón de una rosa o trepar entre las vigorosas raíces de un árbol. No, no se sentía tierra.




Ella tenía un deseo inefable de sentirse aire. Poseer el lenguaje callado de los árboles, sostener con su etérea presencia las alas brillantes de las libélulas o las de hermosos colores de las mariposas. Quería sentir el lado que acaricia la brisa rozando el rostro sereno de la contemplación. Quería ser aire y reponer el abrazo solidario de la soledad. Aire, presencia invisible que ondea entre las cimas sublimes de la vida; aire, viento rápido, veloz cuando grita; suave y cálido cuando susurra. Ella quería ser aire, ella quería ser libre.



Maite Lorenzo



Esta es mi aportación a la propuesta de Ginebra Blonde.
Todos los escritos, podéis encontrarlos en Paraíso de letras
Aprovecho para agradecer a Ginebra la posibilidad de sumergirme en el paraíso de las letras, y hacer de la escritura una de las aficiones que tengo muy reservada. Muchas gracias.  

jueves, 14 de junio de 2018

TENTACION(ES)






He caído en la tentación propuesta por nuestra amiga Ginebra Blonde, y este es el resultado. Podéis leerlo aquí también. 



Regresó pronto del mercado aquella mañana y depositó con mucho  cuidado las bolsas de la compra sobre la encimera de la espaciosa cocina. Miró el reloj y pensó en tomarse todo el tiempo del mundo para dar rienda suelta a todo lo que en su cabeza borboteaba y disfrutar plenamente de cada paso y de cada momento.
Para ello, ordenó la compra colocando en hilera todos los ingredientes, no había que utilizar de momento la nevera, es más, recordó sacar la docena de huevos y la cremosa  mantequilla   con el fin de que tomaran la temperatura ambiente. Señalando con el dedo índice, recontó en su mente:  fresas y grosellas, azúcar, leche, nata fresca, las tabletas de  chocolate negro, cacao en polvo… sí, el saco de harina estaba guardado en la alacena. Todo está listo y preparado.




Respiró hondo y  fue a buscar su delantal blanco de tiras bordadas, aquel que él le regaló en uno de sus aniversarios, la ocasión merecía disponer de los más bellos y especiales detalles. Por fin,  podía comenzar su singular ritual: se preparó un aromático té de jazmín que  sirvió en su taza de flores preferida, cogió la libreta,  el lápiz y sentándose en la mesa situada al lado de la ventana comenzó a planificar y anotar los postres que debía hornear.



Comenzaría a preparar la mermelada de fresa, después continuaría con la masa para las pastas y los croasanes, y al escribir que debía templar el chocolate, su memoria empezó a divagar: siempre había soñado con regentar una pequeña cafetería o, quizás, pastelería, el caso es que la repostería sería casera.




 Un lugar con encanto, con cierto aire vintage, un par de veladores con sus coquetos mantelitos y  el centro adornado por un pequeño ramillete de lavanda; recordó aquel curso de cocina, que tantó le costó, y que pudo aprovechar gracias a la constancia y aquella firmeza serena que aún resonaba como un eco en su interior “¿rendirme? Jamás; llegaré a la cima sea como sea” y a la ilusión de un escaparate repleto de aquellos exquisitos pastelitos de  toffee y miel, lionesas rellenas de nata, tartaletas de crema y coco, los deliciosos  bombones, las trufas, el intenso aroma del chocolate especiado con canela, y gracias, como no, a las lecciones particulares que el maestro llamó: “la tentación de los postres”, cómo olvidar  aquella sensación cuando se quedaron solos en el obrador y él  le demostró la textura suave de la masa de hojaldre poniendo sus manos sobre las suyas embadurnadas de harina, y recorriendo primero sus brazos y luego… sintió un agradable escalofrío cuando de repente, la puerta se abrió como empujada por una fuerte ráfaga de viento y una vocecilla  dijo: ¡mamá!¿has preparado ya mi tarta de chocolate?  






MUCHAS GRACIAS GINEBRA BLONDE POR TODO TU HACER. ETERNAMENTE AGRADECIDA