Relato perteneciente a la propuesta de febrero: Emociones
Jamás hubiera pensado acabar el año con el temor y el
miedo que provoca tener cerca este virus, y
que desbarató con tanta apatía y desconcierto los planes que había ideado la
familia para disfrutar de las tranquilas y merecidas vacaciones de navidad. A
pesar de ello, la incipiente soledad acabó
por transmitirme la calma y la templanza necesaria para volver a retomar el
inestimable placer de la lectura. La armonía entre el libro y yo era tal, que, un algún
determinado instante, proyecté con el mayor asombro
la postura hierática de la chica lectora.
Nunca hubiera imaginado empezar el año nuevo con la zozobra y casi podría decir que con la máxima preocupación ante la nueva propuesta que, hasta entonces, mi estable entorno laboral me había puesto sobre
la mesa. Llegada cierta edad, parece que sobras en algunos lados.
Al principio, sentí mucho vértigo porque después de tantos años
trabajando mi vida podría dar un gran vuelco. Una gran y enorme duda invadió durante unos días mi pensamiento: sorpresa, vacilación, inquietud, inseguridad, estupor,
confusión… a pesar de todo, tuve
que recomponerme y tomar una rápida decisión con la relativa confianza de no equivocarme.
Abrumada y con una incipiente alegría, llegó
el momento de mi despedida y mi nueva vida. El primer día, reconozco que sentí
una especie de liberación y alivio. También, es cierto, que siento un infinito
agradecimiento por este largo viaje laboral
que acaba de terminar y sobre todo, agradezco la excepcional compañía que he
tenido durante este trayecto.
Intento que la añoranza no
se apodere de mí y vivo estos primeros días poniendo todo el sosiego y la serenidad necesaria para hacer lo que deseo y me
gusta, entre otras cosas, disfrutar de mi tiempo leyendo, tal cual la chica
lectora.
Mi inmensa gratitud a Gin, gracias. Más relatos en ParaíSo de LeTRaS