Doy mis últimos paseos en bicicleta en este verano tan atípico, ya se nota que el atardecer madruga un poco más cada tarde.
Mi bici se ha convertido, como cada verano, en una compañera de aventuras, pedaleando por los caminos que serpentean estos campos manchegos repletos de olivares, viñedos y huertos que muestran ya sus tradicionales frutos.
Me despido agradecida de mi bicicleta hasta que pueda regresar al pueblo.
Todavía
a veces
se asoma
a tu mirada
aquella chica
en bicicleta
atravesando
la ciudad
hacia la playa…
Karmelo Irribaren