Hay muchas recetas de galletas de avena, pero yo utilizo la de mi amiga Paqui Sánchez, están deliciosas y son muy fáciles de hacer.
Ingredientes:
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150 gr de harina
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200 gr de copos de avena. Con esta cantidad quedan compactas, se puede hacer
con menos y quedan más blanditas
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125 gr de mantequilla ya ablandada
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200 gr de azúcar de caña
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1 huevo
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2 cucharadas de leche.
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100 gr de gotas/perlas de chocolate
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1 cucharadita de levadura
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½ cucharadita de bicarbonato
Preparación:
Batir
la mantequilla hasta que esté cremosa (se puede hacer con una batidora
eléctrica, con thermomix o a mano con las varillas), luego se añade el azúcar y
se integra bien, después añadimos el huevo, las dos cucharadas de leche y la de
vainilla y seguimos mezclando. Cuando todo esté bien integrado, añadiremos la
harina tamizada, la levadura y el bicarbonato. Después añadimos la avena y se
mueve todo bien. Por último se añaden las gotas de chocolate (si no tenéis
gotas, podéis utilizar una tableta de chocolate fondant partida a trocitos
pequeños). El chocolate se puede cambiar por pasas, también se puede utilizar
chocolate con leche en tableta a trocitos. Dejar la masa un rato en la nevera, después será más fácil hacer las galletas.
Con la ayuda de una cuchara se colocan porciones de la mezcla en una bandeja para hornear, cuidando dejar suficiente espacio entre una y otra para que las galletas al expandirse en el horno no se peguen unas con otras.
Con la ayuda de una cuchara se colocan porciones de la mezcla en una bandeja para hornear, cuidando dejar suficiente espacio entre una y otra para que las galletas al expandirse en el horno no se peguen unas con otras.
Precalentamos
el horno a 180ºC y las horneamos entre 10 y 12 minutos. Con esta cantidad se
pueden obtener hasta 36 galletas no muy grandes. Aunque parecezca que las galletas están blanditas, no las debemos mantener más del tiempo indicado porque luego endurecen y se resecan.
Estas son mis galletas:
Estas son mis galletas:
Receta
Tómese un poeta no cansado,
una nube de sueño y una flor,
tres gotas de tristeza, un tono dorado,
una vena sangrando de pavor.
Cuando la masa ya hierve y se retuerce
se echa la luz de un cuerpo de mujer,
una pizca de muerte que refuerce,
que un amor de poeta así lo quiere.
José Saramago
Rafael Oblinski