Entre las frases que voy anotando en mi cuaderno de los libros que leo, me he encontrado una cita que me ha llamado la atención.
"Ella era una maestra en un arte llamado delicadeza. La señorita Prim creía firmemente que la delicadeza era la fuerza que movía el universo". Imagino que ya sabéis de qué libro procede la frase.
Quizás la señorita Prim exagere un poco, o no tanto.
La DELICADEZA siempre va de la mano de la finura y de la elegancia. Del refinamiento y la distinción.
También me parece que algo es delicado cuando creo que es frágil, que hay que tratarlo con sumo cuidado para que no se rompa. Entonces, dejo de disfrutarlo y lo guardo en la vitrina por miedo a que pueda hacerse añicos.
He decidido tomar mi té en mis delicadas tazas de porcelana.
¿Quién no se maravilla ante la belleza de un copo de nieve? Tan minúsculo y frágil, y delicado. Agrupados, ya me parecen otra cosa.
¿Cómo será una persona cuya cualidad inherente sea la delicadeza?
Vistió la noche, copo a copo,
pluma a pluma,
lo que fue llama y oro,
cota de malla del guerrero otoño
y ahora es reino de la blancura.
¿Qué hago yo, profanando, pisando
tan fragilísimo plumaje?
Y arranco con mis manos
un puñado, un pichón de nieve,
y con amor, y con delicadeza y con
ternura
lo acaricio, lo acuno, lo protejo.
Para que no llore de frío.
José Hierro