Cuando era pequeña, en mi pueblo era costumbre sacar una silla a la puerta de la calle y sentarse al anochecer a "tomar el fresco"; las vecinas conversaban, y los chiquillos jugábamos y correteábamos por el barrio.
Eso sí, a las doce de la noche, el barullo y el bullicio se silenciaba porque los hombres del campo dormían para madrugar al día siguiente...
Con este calor manchego, no se puede salir a la calle ni al anochecer... espero que pronto refresque, y deseo que estéis pasando un feliz verano.
"...Y lluvia, cuando la lluvia es necesaria,
Y que sus casas tengan
Al pie de una ventana abierta
Una silla predilecta
Donde se sienten leyendo mis versos.
Y al leerlos piensen
Que soy cualquier cosa natural—
Por ejemplo, el árbol antiguo
A la sombra del cual cuando niños,
Se sentaban con un sofoco, cansados de jugar,
Y limpiaban el sudor de la cabeza caliente
Con la manga del mandil rayado.
Fragmento O Guardador de Rebanhos, Fernando Pessoa