Ex libris

Ni aprendiz de maga ni de hechicera, amado mío; no, no es eso lo que pretendo buscar al otro lado del orden cósmico. No habrá nada, ni siquiera la muerte, que acabe con mi profundo anhelo de amor por ti.

Alejada del mundanal ruido contemplo la naturaleza y aprendo en el libro de los hechizos que no sirve cualquier sortilegio para conquistarte. No, no es así cómo te busco.

He arrojado al mar la pesadez de antaño, las olas se llevaron el pasado hueco y vacío escritos en aquella carta que sólo auguraban los desafortunados presagios que nunca se cumplirán.

Y entre mis manos poseo la visión de un futuro lejano que no quiero ver. Sí, siempre he soñado con tener una bola de cristal, no para adivinar el incierto futuro, quizás para acertar tu amor.

Y ahora, ataviada con mi vestido de hada, apago la bola del futuro, cierro el libro de los encantamientos y agito mis sueños impulsándolos al cielo para que lleguen hasta ti, la única provocación que conjuro es tenerte junto a mí sin hechizos, ni trucos mágicos, sin predicciones fortuitas ni vaticinios que nos salven del amor incierto, sólo quiero que puedas “fly me to the moon”.

Al comenzar el día me saluda y me informa, al menos, del tiempo qué va a hacer.   

Y sobre todo, me acompaña durante mis noches insomnes.


Janet Hill

A veces me visita, se sienta frente a mí

y me mira silenciosa.

Yo esquivo como puedo la punzada de sus ojos,

trasteo con las cosas, hago ruido con ellas,

las cambio de lugar.

Pongo música, la radio, enciendo el televisor,

abro las ventanas, en un intento vano de escapar.

Ella espera paciente, como una madre

el regreso del niño que escapa del baño.

Al final sus ojos son tiernos,

me mira risueña y las manos cruzadas

sobre el halda, se parecen a las mías.

Así que acabo por sentarme

y compartimos el silencio.

A la tristeza no le gusta estar sola.

Begoña Abad