Esta vez la propuesta de los relatos de los jueves viene de la mano del blog de Mag, La Trastienda del Pecado. Esta bella imagen acompaña junto con una serie de frases de diferentes autores, hay que elegir una y escribir un texto que no sobrepase las 350 palabras.
Yo elegí la de un libro que leí hace muchos años, en el verano del 2001 cuando mi país enfrentaba una tremenda crisis económica, donde los bancos se quedaron con nuestros ahorros, sabía que sería un verano duro con los niños en casa, sin vacaciones, así que pedí como regalo de cumpleaños, ( es el 2 de enero), libros la colección del Señor de los Anillos, cuyo primer tomo es El Hobbit, mientras mis niños jugaban en el jardín, yo debajo de mi árbol leía, por eso no dudé al ver la frase que me inspiró este texto.
" No todos los que viajan están perdidos (El Hobbit, J.R.R. Tolkien) "
El viaje más difícil. (Por Patricia F.)
Sali caminando lentamente hacia un mundo desconocido, un viaje que me debía; que quería y necesitaba hacer.
Tuve miedo de perderme, de caer en sentimientos oscuros de culpa, de no encontrar lo que buscaba y que todo eso no me permitiera volver a soñar...
Ese viaje fue largo, por caminos sinuosos, muchas veces al borde de precipicios donde varias veces estuve a punto de caer.
Ciertos aromas, colores, algunas palabras, esa simple flor silvestre y una puesta de sol son capaces de arrancarme algunas lágrimas... Lagrimas disfrazadas de emoción, de sonrisas y recuerdos, cargadas de adiós o de un “hasta pronto”.
Voy por senderos entre sauces y lirios amarillos de primavera, voy remando por el río de los recuerdos y los sueños, mientras esa niña de antaño me saluda desde la orilla, con una inmensa sonrisa y los ojos soñadores.
De repente la luna llena me encontró observando desde la ventana hacia las sombras conocidas, la incógnita de no saber qué me espera en el futuro.
Paredes claras tapizadas de posters, discos, dibujos y poemas apilados en mi escritorio, rostros conocidos que me sonríen mientras yo voy sintiendo ausencias.
Miro mis manos y semejan las manos de mi madre, me escucho repitiendo algunas de sus frases y algunas de las de mi abuela.
He emprendido el viaje más difícil, el de ir a mi interior para entender a esta mujer de sesenta años que soy, que se planta firme ante la vida, sin dejar de extrañar a la niña que se esconde en algún rincón. Sé que no estoy perdida, nunca lo estuve, aunque a veces lo creyera. El viaje más desconcertante, donde los sentimientos se juntan para darme el sacudón necesario para seguir.