Este texto surgió de una propuesta en el taller literario que estoy haciendo: “RECUERDO QUE...” a partir de esta frase escribir un micro relato, simplemente vi la heladera y surgió, traté de darle un giro de humor, aunque el hecho en sí me preocupa y enoja a veces.
Recuerdo que... (Por Patricia F.)
Recuerdo que fui hacia la heladera y la abrí, pero ya no recordaba que fui a buscar, ahí me quedé por unos minutos, mirando en su interior, tratando de que cada cosa que allí dentro veía me dijera si la había ido a buscar, pero no, ninguna de ellas tuvo la decencia de recordármelo.
Entonces cerré la puerta y retrocedí sobre mis pasos, volví a la mesada agarré la cuchilla y comencé a cortar cebolla, mientras pensaba ¡qué cosa fui a buscar!
Recuerdo que me enojé conmigo misma por estar tan distraía y olvidarme, tantas cosas en la cabeza me distraen y no recuerdo: ¡no son los años, son los problemas! (me dije a mí misma) y seguí picando cebolla, que terminó metida en freezer, porque para ese momento, recordé que en realidad fui a buscar manteca para untar una tostada.
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Ahora les pregunto a mis lectores si alguna vez les ha pasado esto, estoy segura de que sí, a mi muchas veces... voy a hacer algo, llámese ACCIÓN que es necesaria para ejecutar una OBRA, pero llegado el momento, un olvido momentáneo (a veces no tanto) hace que no pueda realizar dicha ACCIÓN. Eso me enoja mucho, llegué a la conclusión de que “los ruidos externos” ejercen un poder dominante sobre el cerebro hasta el punto tal de no dejarlo actuar.
Si bien creo que siempre me ha pasado, ahora creo es mucho peor, las intervenciones externas son tantas y tan fuertes que es muy frecuente que suceda.
(La imagen es una de mis locuras con pinturas en aerosol)