Decía Rubén Darío que lo más moderno que había en España a finales del siglo XIX eran los caricaturistas de la prensa. Desde entonces, la lista de grandes dibujantes que colaboran en los periódicos y revistas no ha hecho más que crecer. No se puede hablar de que vivamos una época de oro en este sentido en los últimos años, porque esta época dorada se extiende en el tiempo hasta las referencia de Darío. Sin embargo, siempre es gratificante que la calidad no baje y que se renueve la lista con autores que encuentran su hueco y estilo personal actualizando la viñeta gráfica de los periódicos a las nuevas necesidades. Esta es una de las características esenciales del género, que mantiene un hilo de continuidad con el pasado -es sorprendente encontrar caricaturas en la prensa del XIX sobre aspectos políticos y sociales que podrían publicarse hoy tal cual-, pero que debe adecuarse siempre al momento. Alguno de estos dibujantes definen un periódico mejor que sus columnistas. Todos tenemos en la mente los nombres más importantes. Curiosamente, en este gremio hay un espíritu más propicio para el respeto y admiración a la obra de los demás que, por ejemplo, entre los poetas.
Es curioso que, siendo tan importante el género en España, no hayamos dado todavía con la expresión exacta que lo defina y que nombre a quienes lo practican: humorismo gráfico, viñeta, chiste, etc. Ninguna de ellas define satisfactoriamente el fenómeno.
Valladolid cuenta con dos de los mejores ejemplos de humoristas gráficos españoles actuales, sin duda alguna: José María Nieto y Rafael Vega (Sansón). Cada uno tiene una peculiar manera de mirar la realidad y un estilo bien definido como autores que los hace singulares. La Fe de ratas del primero es de lo mejor que se puede encontrar en la prensa española. J.M. Nieto ha conseguido explicarnos mejor a través de estos animales que más que degradarnos, nos resultan muy humanos y reconocibles. El camino de Sansón es diferente y lo eleva también al primer nivel del humorismo gráfico español.
Durante el confinamiento, una de las cosas que esperaba cada día era la viñeta que Rafa Vega publica en El Norte de Castilla porque me servía para entender mejor lo que estaba ocurriendo y para hacerme pensar, ejercicio bien saludable cuando uno está encerrado. En sus dibujos y en sus textos encontraba ángulos sorprendentemente novedosos y un resumen con el que casi siempre estaba de acuerdo. Bromeando, le comenté en las redes sociales que esas viñetas del confinamiento merecían un libro y él me respondió con un escueto Ojalá. No sé si para entonces ya estaba gestándose la exposición Sansón. 25 años en El Norte de Castilla. Antología caprichosa entre 1995 y 2020 que ahora puede contemplarse en la sala municipal de exposiciones de Valladolid de Las Francesas hasta el próximo 2 de noviembre. Esta antología se acompaña de un libro (o al revés) que se venderá en los quioscos de prensa a partir de este fin de semana, como es lógico (el libro se divide en siete secciones, que coleccionan parte de lo publicado sobre cuestiones locales, el comportamiento humano, el choque contra la burocracia inexplicable, las costumbres castellanas o la actualidad del mundo en el que vivimos).
El extraordinario texto que J.M. Nieto ha escrito para esta exposición me ahorra definir la obra de Sansón y su evolución en el tiempo. Solo insistir en la calidad del trazo personal (en especial esos rostros, tan característicos y expresivos y el tratamiento de la ropa en la que los personajes parecen haber encogido) y en la potencia del mensaje que trasmiten sus viñetas. En muchas ocasiones, sin necesidad de palabras. En la muestra hay una que define mejor que un ensayo lo que ocurre en esta parte de la España vaciada que nos es tan próxima a Rafa Vega y a mí: un anciano, apoyado en un bastón, cruza una triste calle de un pueblo desierto, pero con una iluminación de Navidad digna de la mejor capital del mundo, si no de Vigo, seguramente financiada con ayuda de una administración provincial que con eso ha pensado solucionar la despoblación. Cuando usa de la palabra, le basta una frase para desatar la pluralidad y profundidad de sentidos, el contraste significativo entre lo que se ve y lo que se dice, la perplejidad de los personajes ante el mundo o para definir la situación mejor que el editorial del periódico. En una viñeta publicada durante el confinamiento, que también se expone en esta muestra, la ciudad es toda ventanas ocupadas por las personas que miran a la calle y, en el bocadillo, se lee: Pues al final va a resultar que es separados como estamos más unidos. No se puede decir mejor parte de lo que nos ha ocurrido.
Sansón, como todos los grandes humoristas gráficos, pone en evidencia las grietas de esta sociedad y de los comportamientos humanos, pero también se posiciona siempre en favor de los débiles, de las personas normales que no comprenden las decisiones de los políticos y de todos aquellos que sufren la diferencia entre los mensajes oficiales de la publicidad y la realidad en la que se encuentran. Para ello, a veces le basta con un mero traslado de lo ocurrido, en otras busca un ángulo soprendente o un giro que nos ayuda a comprender su mirada. El sometimiento a la actualidad local y regional que debe al medio de comunicación en el que publica, no le resta universalidad. Aunque en algunas de sus caricaturas se reconoce a los políticos y personajes de Valladolid y Castilla y León o se habla de temas de la actualidad de este territorio, todo lo que en ellas ocurre puede suceder en cualquier parte. Para un curioso o estudioso del futuro, consultar las viñetas dibujadas por Sansón en estos veinticinco años (él calcula que más de 10.000) le permitirá conocer también su presente a la vez que profundiza en la mejor guía para comprender nuestra época o, por lo menos, para entender la razón de nuestra perplejidad ante las cosas que ocurren hoy.