Excelente y arriesgada propuesta la de Así es, si así fue (España: De los Trastámara a los Austrias) de Juan Asperilla para Producciones Andrea D'Odorico. Bajo la dirección de Laila Ripoll se encuentra un grupo de actores indiscutibles y muy apropiados para el empeño -todo un acierto el reparto-: Juan Fernández, Verónica Forqué, Joaquín Notario y José Manuel Seda. Tanto ellos como la parte musical (Marcos León y Rodrigo Muñoz), son esenciales para el buen éxito de este espectáculo que consiste -inicialmente- en la lectura dramatizada de textos de la literatura española de los siglos XV a XVI. Tanto ellos como todo el resto del equipo artístico y la propuesta de escenografía, iluminación, vestuario, etc., contribuyen a confeccionar una propuesta escénica que merece tener éxito y recorrido y debería, una vez terminada su trayectoria sobre la escena, convertirse en material audiovisual para ser usado en la enseñanza y divulgado en televisiones y redes sociales.
Estrenado el pasado 13 de junio en el Festival de Cáceres, el espectáculo ha girado ya por varias localidades y parece tener unas buenas perspectivas de programación. Lo merece.
Así es, si así fue nos traslada a la historia de España en la época en la que se gestó el Imperio: final de la dinastía Trastámara, las guerras civiles, la subida al trono de Isabel la Católica, la suerte de sus hijos y el ascenso de Carlos I. Con textos literarios y otros documentos de la época -crónicas, diarios-, Juan Asperilla nos enfrenta a la vida, el pensamiento, las creencias, las ambiciones, los grandes logros y las grandes sombras de aquellos tiempos. Hay siempre un cuidadoso celo en no caer en la exaltación positiva ni en el tópico. Como ejemplo, puede subrayarse la doble visión que se pone en escena de la figura de Isabel la Católica: bien como la gran promotora de la grandeza del imperio español bien como una mujer ambiciosa que no duda en aprovechar sus oportunidades históricas no siempre de forma limpia. Se habla de todo en este espectáculo: de la ambición de los poderosos, del sufrimiento del pueblo, de la expulsión de los judíos (estos pasajes son de los más emotivos de la obra, con los textos en sefardí), de las estrategias políticas y religiosas, de las diferentes formas de contar la misma historia. Juan Asperilla logra con éxito sostener un montaje no especialmente breve en castellano del siglo XV sin que se haga pesado en ningún momento. A ello contribuye mucho la parte musical, la dramaturgia y el trabajo actoral, siempre convincente.
Toda una lección de cómo no hace falta recurrir a trucos fáciles de montaje ni a tópicos ideológicos para hacer accesible nuestra literatura antigua y nuestra historia y convertirlas en una propuesta teatral elegante, oportuna, didáctica, exigente y arriesgada y, sobre todo, actual. Porque esta es otra de las cuestiones básicas que suscita este espectáculo: la actualidad de las luchas de poder, los comportamientos de los cortesanos, la ambición de los que gobiernan. Todo ello sin perder la esencia de lo que es, un espectáculo radicalmente teatral, sin concesión alguna. Una magnífica forma de comprender de dónde venimos y buena parte de nuestros males revisitando nuestra historia y lo consignado por los autores de nuestra literatura.
Otra cosa. Vi la obra en Cultural Caja de Burgos, de la Fundación de la Caja de Burgos el pasado viernes 17 de octubre. Si nuestras antiguas cajas de ahorro se hubieran dedicado a fomentar estas cuestiones culturales y sociales y no hubieran entrado en extravagancias financieras, especulación urbanística y corruptelas varias, otro sería ahora nuestro panorama y el del presente de la cultura española. Alabo el total acierto de la Fundación de la Caja de Burgos a la hora de llevar a Burgos este espectáculo y el de los programadores por incluirlo en el circuito y llevarlo a este excelente sala cultural.