Mostrando entradas con la etiqueta Felicidad Blanc. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Felicidad Blanc. Mostrar todas las entradas

miércoles, 24 de febrero de 2010

Un género necesario (Jardín perdido. La aventura vital de los Panero, de Andrés Martínez Oria).


Como decía ayer, la novela puede indagar en rincones que un libro de historia o un trabajo académico no alcanza por cuestión de método. Hay un género, el de la novela biográfica, que tuvo un interesante desarrollo en las primeras décadas del siglo XX en España junto a su género hermano, el de la biografía novelada (a veces imposible de distinguir uno de otro). Algunos de los títulos más interesantes fueron patrocinados por Ortega y Gasset y publicados por las colecciones de la Revista de Occidente, pero también hay que recordar los trabajos de Gregorio Marañón. Se indagaba en un personaje para comprenderlo a él y a su época desde una perspectiva moderna. Curiosamente, aquellos libros siguen leyéndose con gran interés, sobre todo los que se escribieron desde el rigor de los datos sumando la pasión de la ficción novelesca. En otras lenguas el género ha tenido un gran desarrollo porque permite indagar en las razones de nuestro pasado desde una perspectiva que a un trabajo científico le está vedado.

Andrés Martínez Oria ha escrito un magnífico ejemplo de lo que digo: Jardín perdido. La aventura vital de los Panero (Akrón, 2009). Aunque sólo fuera por el cultivo de un género necesario para comprendernos, ya sería interesante esta novela que, además, está muy bien escrita.

La familia Panero se convirtió en un motivo artístico desde que en 1976 Jaime Chávarri diera a conocer su película El desencanto, una obra maestra que ya es parte del repertorio del mejor cine español, imprescindible sin duda. En ella asistimos a un ejercicio de memoria y emoción que pocas veces se puede dar con esta verdad. Felicidad Blanc, la viuda de Leopoldo Panero y sus hijos Juan Luis, Michi y Leopoldo María (nombres imprescindibles en la cultura española de las últimas décadas) protagonizan un drama intenso que habla de ellos pero también de una época -la franquista- que convenía exorcizar como a los demonios para poder entrar en una nueva forma de entender la vida.

En 1994, Ricardo Franco estrenó Después de tantos años, en la que los hermanos -ya muerta la madre- se reunían para volver a arañar su memoria tras la evolución vital de cada uno. Es otra gran película, en la que hay muchas claves que ayudan a comprender cierta desesperanza de la evolución personal y social tras tantos años y un intento de reconcilización con la memoria.

Leopoldo Panero, el padre, fue un gran poeta y controvertido personaje que nos conduce desde la vanguardia de los años treinta a la poesía intimista y religiosa de la postguerra. Leer su obra y explicar su biografía nos enfrenta con una época española llena de contrastes y claroscuros. Profundizar en su conocimiento es hablar de un pasado próximo que parece muy lejano para la España actual pero que aun pesa.

Jardín perdido es una novela que relata desde el rigor de los datos, la historia de la familia Panero. De su mano se explica la historia de España de todo el siglo XX -desde el patriarca de la familia que se instala en Astorga tras abandonar Villalón, hasta el año 2007, en el que Juan Luis presenta en Madrid la reedición de Escrito a cada instante, una de las obras más importantes de su padre-. Es una visión de la historia, de la cultura y de las relaciones familiares que nos acerca a los Panero pero también a la sociedad española con todos sus contrastes y fantasmas.

Esta novela merece una lectura lenta porque en ella no importa tanto el argumento como el edificio intelectual que levanta ante los ojos del lector. No es fácil, pero atrapa desde que el autor juega con Proust en la primera línea. Sorprenderá a los que no conocen la historia de los Panero, pero también a los que la conocen, porque en ella no todo es tan fácil de comprender como parece.