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domingo, 3 de abril de 2022

A esta imagen tampoco le queda mucho. Conclusiones a una lectura de El escenario de Karmelo C. Iribarren

 


El escenario comienza con un poema, El puente, que contiene la expresión filosófica de la forma de entender la vida por la voz poética construida por Karmelo C. Iribarren: mientras se cruza de uno a otro lado suceden otras cosas, es decir, la vida misma. El río que pasa por debajo, es un llanto eterno que no puede retenerse. Con este punto de partida en la que actualiza la antigua metáfora del río y el puente, es fácil de comprender que la vida pasa inevitablemente y que, al entrar en la vejez, cada vez queda menos tiempo. Algunos de los versos más certeros de este libro abordan esta cuestión:

Igual que a tantas otras
que forman parte de mi vida,
a esta imagen tampoco le queda mucho.

Pero la expresión no es dramática ni esta reflexión conduce a la desesperación. Iribarren no pierde nunca el tono que ha caracterizado su obra, que le ha ayudado a construir una de las más sólidas y reconocibles poéticas de las últimas décadas en la poesía española. Como mucho una nota triste de aceptación de lo inevitable (Envejecer). Esto le permite mirar la vida desde su rutina: paseos, cafés, lecturas, trenes, habitaciones de hotel. También desde sus espacios habituales (la ciudad). Al pasado se regresa constantemente como recuerdo inevitable, como una nota que refuerza sus decisiones presentes y como una constatación de que las cosas pudieron haber salido de otra manera, no siempre mejor:

Da vértigo pensarlo.
                                    Pensar
que todo pudo suceder de otra manera,
que tú perfectamente
podrías ahora no estar a mi lado.

De ahí el refugio adecuado de la melancolía frente al engaño de la esperanza y la distancia con aquellos que parecen haber triunfado (Compañeros de viaje). Al poeta le basta con mirar al mar en soledad para comprender la vida de verdad: ser a la vez / sedentario y nómada (El mar triste).

En El escenario hay un poema (Hotel frente al mar) que lo concreta todo en la ratificación del presente como único espacio en el que es posible hallar la afirmación de la vida sin tener que contar su argumento biográfico y sus anécdotas, uno de esos pocos momentos en los que la vida parece explicable, con una forma que desestructura el haiku y otras formas poéticas tan de moda en la actualidad, mejor, que las invalida y supera desde la verdad y que no me resisto a copiarlo entero porque es deslumbrante:

El día
arde
en el horizonte.

Nosotros
aquí.

También hay una concreción de todo en el contexto de la pandemia que todavía sufrimos y que data el libro (Días de pandemia): el poeta aún puede contarlo. Al final, la lección aprendida se hace filosofía y poética en Las cosas importantes, las únicas que merecen de verdad que el paseante detenga su paso.

En El escenario, Karmelo C. Iribarren ratifica que es uno de los poetas españoles actuales con mayor coherencia en su voz poética, en la que la vida y la escritura son la misma cosa. Un libro en el que hallamos algunos de sus mejores poemas, esos en los que nos cuenta en gran medida nuestra vida contando la suya.

Noticias de nuestras lecturas

Disculpas. Una extraña mezcla de exceso de trabajo y melancolía se me ha sumado con las imágenes de la guerra de Ucrania que comenzara hace unas semanas. Esta circunstancia me ha tenido alejado del blog y de las entradas correspondientes del Club de lectura. No he querido cerrar abruptamente nuestra lectura de El escenario, que continúo aquí y prosigo en una próxima entrada. Después vendrá el comentario de un libro incorporado por acertadísima sugerencia de Carmen Ugarte y que, escrito sobre los conflictos últimos de Oriente Medio y Oriente Próximo, se ha convertido en terrible actualidad con lo que ocurre en Ucrania, El hombre mojado no teme la lluvia. Voces de Oriente Medio, de Olga Rodríguez, cuyo comentario llevamos acabo el pasado martes día 29 en el formato presencial del Club. En ese momento, incorporaré las aportaciones realizadas por los colaboradores habituales.

Próxima lectura



La lectura correspondiente al mes de marzo pasado fue este extraordinario libro de Olga Rodríguez, El hombre mojado no teme la lluvia. Voces de Oriente Medio (Debate, 2020). La autora, periodista y reportera de guerra, ha escrito un texto que emociona, ilustra y nos ayuda a comprender los conflictos últimos de Oriente Próximo y Oriente Medio, que conoce de primera mano. El azar ha querido que su lectura en este club haya coincidido con la guerra en Ucrania y que podamos cotejar las muchas similitudes entre lo relatado en el libro y lo que ocurre estas semanas. No dejará a nadie indiferente.

Aunque ya haya trascurrido el mes de su lectura y celebrado el encuentro del formato presencial del club, no quiero dejar pasar los comentarios que merece este libro, que publicaré en próximas entradas.

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Como saben los seguidores habituales de este club, habíamos dejado sin cubrir los títulos de abril y mayo, recordando que uno de ellos debía ser de autor fallecido. Para completar el listado propongo:

  • Abril: Memorias de Leticia Valle de Rosa Chacel. Recuperamos así un libro que fue lectura recomendada en secundaria hace unas décadas, para comprobar su actualidad. Hay varias ediciones baratas en el mercado, fáciles de encontrar.
  • Mayo: Pájaros en un cielo de estaño de Antonio Tocornal (Premio València de narrativa Institució Alfons el Magnànim), publicada por Versátil Ediciones en 2020. Un libro imaginativo, que derrocha sabiduría narrativa atractiva para el lector. Puede encontrarse en librerías o directamente en la página de la editorial (aquí).
Para conocer la forma de seguir las lecturas de este club y sus características y la lista del presente curso, pinchar sobre este enlace.
ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.

Recojo en estas noticias las entradas que hayan publicado los blogs amigos (si me he olvidado de alguien, agradezco que se me avise). Entrada del Club de lectura cada jueves (salvo casos excepcionales), en este blog.

jueves, 31 de marzo de 2022

La poesía en El escenario de Karmelo C. Iribarren y noticias de nuestras lecturas

 


En la obra de Karmelo C. Iribarren, la poesía y la vida se unen y distinguir una de otra es más una necesidad de interpretación crítica que otra cosa. Digo poesía y vida, pero debería decir poética, porque la definición de la poesía en el autor es la escritura de la vida, la vida como razón poética, que yo proponía en el primer texto que dediqué a El escenario el pasado 3 de febrero. Sin embargo, en este libro -como en otros suyos- hay un puñado de poemas (nueve, sabiamente distribuidos) que se dedican expresamente a la relación del poeta con la poesía.

En Karmelo C. Iribarren , la reflexión continua sobre la poesía va más allá de los poemas claramente metapoéticos de sus libros. La poesía, como la vida, es algo que sucede, algo que le sucede al poeta incluso aunque se limite a sus paseos habituales o a la rutina del café. Esta forma de enlazar vida y experiencia poética es una de las claves del autor:

que con ella no se sabe nunca
lo que puede pasar,
que va a su ritmo, a su aire,
y que, al igual que la vida,
tiene sus propios planes.

No se entiende la obra de Karmelo C. Iribarren sin esa estricta unidad entre lo poético y la vida, hasta un punto en el que el poeta juega con la recepción de esta unión entre biografía y poema (Gente). En la poesía tal y como la entiende el autor, no hay manera de fingir quien no se es. Esta es la verdad del estilo del autor, como en Mis palabras:

esas palabras que utiliza la gente
para hablar de los asuntos de la vida
cuando se encuentra por la calle.

Por eso, el juego irónico del texto La "gran poesía" y yo: la vida es demasiado corta como para perderla buscando algo que no coincide con su forma de ver las cosas (aquel no era mi sitio). Sin embargo, el poeta debe prestar atención permanente, A jornada completa, porque la poesía aparece en cualquier momento y podría no regresar, aunque una vez llegada el poeta debe determinar su escritura (Técnica y llanto), pero no dolerse mucho si no llegan porque se está viviendo (Los poemas de amor).

El poeta también es lector de poesía. Este ejercicio le es necesario para transitar por la tristeza y la falta de esperanza, a ver si así / duele menos (Leo poemas), hasta hallar en El último verso de Antonio Machado (Estos días azules y este sol de la infancia), la infinita condición de la poesía en las palabras más usuales. Qué gran poema este último con el que se cierra El escenario.

Noticias de nuestras lecturas

Disculpas. Una extraña mezcla de exceso de trabajo y melancolía se me ha sumado con las imágenes de la guerra de Ucrania que comenzara hace unas semanas. Esta circunstancia me ha tenido alejado del blog y de las entradas correspondientes del Club de lectura. No he querido cerrar abruptamente nuestra lectura de El escenario, que continúo aquí y prosigo en una próxima entrada. Después vendrá el comentario de un libro incorporado por acertadísima sugerencia de Carmen Ugarte y que, escrito sobre los conflictos últimos de Oriente Medio y Oriente Próximo, se ha convertido en terrible actualidad con lo que ocurre en Ucrania, El hombre mojado no teme la lluvia. Voces de Oriente Medio, de Olga Rodríguez, cuyo comentario llevamos acabo el pasado martes día 29 en el formato presencial del Club. En ese momento, incorporaré las aportaciones realizadas por los colaboradores habituales.

El pasado martes día 22 de febrero mantuvimos nuestro encuentro mensual del formato presencial del Club. Como siempre, María Ángeles Merino levanta acta de lo que allí ocurrió y puedes leerlo en esta magnífica entrada de su blog. Después, publicó su comentario sobre Insolación, la novela de Emilia Pardo Bazán que leímos hace unas semanas y que tenía pendiente. Y ha tenido que regresar su amiga Austri para que se atreva a convertir a doña Emilia en un interesante personaje secundario...


Qué alegría ver a Rita Turza regresar al club, seleccionando un poema de Karmelo C. Iribarren en su blog.

Como saben los seguidores habituales de este club, habíamos dejado sin cubrir los títulos de abril y mayo, recordando que uno de ellos debía ser de autor fallecido. Para completar el listado propongo:
  • Abril: Memorias de Leticia Valle de Rosa Chacel. Recuperamos así un libro que fue lectura recomendada en secundaria hace unas décadas, para comprobar su actualidad. Hay varias ediciones baratas en el mercado, fáciles de encontrar.
  • Mayo: Pájaros en un cielo de estaño de Antonio Tocornal (Premio València de narrativa Institució Alfons el Magnànim), publicada por Versátil Ediciones en 2020. Un libro imaginativo, que derrocha sabiduría narrativa atractiva para el lector. Puede encontrarse en librerías o directamente en la página de la editorial (aquí).
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martes, 15 de febrero de 2022

"un tipo que va a su aire": lo cotidiano y el extrañamiento del mundo en El escenario de Karmelo C. Iribarren y noticias de nuestras lecturas

 



La voz poética de Karmelo C. Iribarren está sólidamente definida en sus libros precedentes (es uno de los poetas españoles que mejor han sabido construir un estilo propio en las últimas décadas) y El escenario nos la muestra de la misma manera, pero con matices que ya aparecieron en Mientras me alejo (2017) que apuntan hacia alguien que quiere pasar desapercibido mientras el mundo se convierte en algo cada vez más extraño y alejado. De ahí que el poeta quisiera ser un gorrión de ser un pájaro:

No tener que resultar interesante
supondría para mí una gran ventaja;
más o menos, seguiría siendo
el que soy: un tipo que va a su aire.

Algo así como esos paraguas que abundan en su poesía, usados casi sin darnos cuenta, sin apreciarlos, y abandonados en cualquier lugar cuando ya no nos sirven. De esta manera, se agudiza la sensación de que el poeta es, sobre todo, un observador de la vida, de las pequeñas cosas que definen la vida. Sus poemas se llenan de fragmentos cotidianos en los que se condensa toda una historia, una experiencia, una biografía completa, cazados por el poeta observando a los demás o sugeridos por la lluvia o el estado del mar. La actitud con la que nos los ofrece oscila entre la ironía, la nostalgia, la distancia, la aceptación, la emoción. Aparecen esos momentos tan queridos por Karmelo C. Iribarren: una conversación en un café, una escena en la calle, la chica joven que pasa (Ya ni de figurante/ quiero salir/ en esa escena), el recuerdo de los tiempos de excesos (magnífico el poema Unas palabras a mis viejos zapatos), la presencia constante del amor (Los poemas de amor). El poeta camina por las calles de su ciudad, se para en algunos lugares porque algo le llama la atención, se sienta en un café. En cada uno de los gestos habituales surge la provocación de un poema. En algunos ya se siente la amenaza del final, como en la consulta de las esquelas en el periódico mientras el camarero le sirve un café que da pie a El francotirador, uno de los textos que mejor definen esta actitud del poeta. Es un gesto tan habitual que consigue que nos reconozcamos en él (Abro el periódico/ y ahí está). Esta universalidad de los gestos es uno de los rasgos más sobresalientes de sus poemas.

Y mientras tanto, el poeta envejece:

lo único que veo,
ahí delante,
es un lugar solitario, frío, triste,
como una pista de baile
abandonada.

La poderosa sensación de extrañamiento que se agudiza aquí consigue versos inolvidables en este libro  mientras el poeta camina por las calles de una ciudad que sigue siendo, de alguna manera, la suya, pero se le ha ido trasformando casi inapreciablemente mientras él iba y venía de sus rutinas.

(Esta entrada debió publicarse el pasado jueves, pero la acumulación de trabajo me lo impidió. Continuaremos este próximo jueves con la lectura de El escenario de Karmelo C. Iribarren.)

Noticias de nuestras lecturas

María Ángeles Merino, que había dado cuenta previamente de nuestra reunión para valorar Insolación de Emilia Pardo Bazán, publica ahora la entrada con el comentario de Mil amaneceres de José Luis Alonso de Santos, el libro, que leímos el pasado mes de diciembre, indicando sus impresiones. Después, pasea bajo la lluvia con Karmelo por los lugares de su libro y aquí lo cuenta.

También Carmen Ugarte sale a la calle para demostrar, en una deliciosa entrada, que Karmelo C. Iribarren nos cuenta, en gran medida, nuestra propia vida.

En la entrada en la que da cuenta del inicio de su lectura de El escenario, Luz del Olmo acierta en el enfoque y, además, nos regala un poema.

Paco Cuesta llega a la poesía de Karmelo Iribarren tras un recorrido: solo ese camino hacia el poema aparentemente sencillo puede ayudar a comprenderlo mejor. No os perdáis su entrada.

Ya se ha convocado la reunión mensual del formato presencial del Club de lectura de La Acequia y Alumni UBU, en este caso para comentar El escenario de Karmelo C. Iribarren. Los lectores de este formato habrán recibido ya la circular correspondiente.

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jueves, 3 de febrero de 2022

La vida como razón poética en la obra de Karmelo C. Iribarren. Comenzamos la lectura de El escenario y noticias de nuestras lecturas

 


Uno de los rasgos que mide la condición de poeta es el hallazgo de una voz poética personal. Karmelo C. Iribarren (San Sebastián, 1959) ha construido su voz al margen de cánones oficiales, escuelas y modas, incluso en contra del encasillamiento en el que lo han querido introducir algunos críticos literarios.

Cuenta la leyenda (se lo he oído al propio autor) que, una noche de finales de los años ochenta, destruyó todo lo que había escrito salvo un puñado de poemas. Como aquellos escritores que cuando publican sus obras completas renuncian a los primeros libros porque no se reconocen en ellos, ese gesto resuelve la cuestión inicial de todo poeta, la más importante, que se concretará ya en sus primeros títulos y, especialmente, en La condición urbana (1995). La crítica se apresura a catalogarlo dentro del realismo sucio con ceguera temporal que ha dejado huella en algunos manuales literarios. También se han tanteado unas y otras categorizaciones que lo acercan a diferentes corrientes literarias o lo convierten en un islote solitario. En el siglo XXI, su obra obtiene el reconocimiento que merece y amplía notablemente su público por la presencia en las redes sociales de internet y las nuevas generaciones de escritores y lectores. Será a partir de La ciudad (2002) y, especialmente, la publicación de la primera edición de su poesía completa, Seguro que esta historia te suena (1985-2005) (2005), un título que define a la perfección su poética. Seguirán Ola de frío (2007), Atravesando la noche (2009), nuevas ediciones de sus libros, antologías y nuevos libros como Las luces interiores (2013), Haciendo planes (2016), Mientras me alejo (2017) y Un lugar difícil (2019). En 2014 aparece Diario de K, libro de fragmentos en prosa que comparten y complementan la mirada de sus poemas.

Karmelo C. Iribarren cuenta la vida desde la perspectiva de un paseante urbano que se refugia en los bares y cafés para contemplarla mejor, un tanto ya de vuelta de todo, pero dispuesto a comprobar que la vida continúa con sus rutinas, sus repeticiones y sus sorpresas y que ni siquiera le somos necesarios. Sus poemas cuentan breves fragmentos de lo cotidiano en los que se condensa toda una historia y una actitud ante la existencia. Ha vivido y todo lo filtra en la escritura desde el personaje en el que ha convertido su voz poética. Un personaje que sentimos verdadero, creíble y que reconocemos. A veces con ironía, en otras con un romanticismo alejado del fácil sentimentalismo, pasea su ciudad viviéndola desde sus poemas porque en la obra poética de Karmelo C. Iribarren la literatura está cargada de la vida que no se suele hallar en los grandes titulares de la prensa sino en las biografías de las personas que, como él, salen a ver la vida cotidiana, los cambios de estación, las modificaciones que ha traído el tiempo y lo que permanece inalterable en las costumbres humanas, con la moderación y distancia aconsejable en cada caso, que es lo que marca cuidadosamente el poema. Hay un apasionante trabajo de gran altura literaria en su obra, que desnuda al poema de toda la retórica innecesaria hasta dejarlo en la frontera misma de la vida. Un estilo que triunfa en donde otros muchos han fracasado porque no es nada fácil trabajar el poema formalmente como lo hace Iribarren para que conserve toda la poesía sin parecerlo. Así sucede también en el ritmo métrico de sus poemas.

Durante este mes de febrero tendremos ocasión de comprobarlo en su nuevo libro, El escenario (Visor, 2021), un libro en el que se acentúa la sensación de alejamiento melancólico de un mundo que poco a poco se vuelve ajeno. Como siempre las entradas sobre esta lectura se publicarán los jueves.

Noticias de nuestras lecturas

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