Último suspiro de mi Candy.
Han pasado diez años desde que nos dejó nuestra querida Candy.
Qué razón tenía mi abuelo cuando decía — No valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos. —
Cuando Candy llego a nuestras vidas, —Lo digo porque yo llegue poco después o mejor dicho me concibieron con ella.
Que puedo decir de nuestra amada y dulce Candy que no haya dicho ya, que era muy trabajadora, callada, que muy pocas veces protestaba porque abusábamos no siempre de ella, pero a lo mejor la hacíamos trabajar cuatro veces por semana, ya fuese de día o de noche incluso si nos veíamos muy apurados la poníamos a trabajar de madrugada.
Yo con ella di mis primeros pasos, al igual que ella que de vez en cuando saltaba o pegaba pequeños botes, a la hora de dormir era silencio total, algunas veces hacía pequeños ruidos o ronquidos, y para decirnos que había terminado la tarea, te lo decía con una alegre melodía pegadiza y muchas veces incluso machacona, jajajajajajaj ahora me rio por lo buena que era mi Candy, ahora tenemos otra, pero no están simpática y cariñosa como Candy.
A día de hoy, no hay día que no nos acordamos de ella y lo buena que nos salió, ella sobrevivió a dos mudanzas.
En cambio, esta nueva que está con nosotros es quejicosa y remilgada, puesto que según le pidas te lo hace o no, protesta con un bocinazo estridente, en cierto modo yo la entiendo, ya que ella es muy moderna, y es que yo creo, que estás de lo que se dice currar, currar, lo justo dos veces por semana y si le dan libre los fines de semana mejor.
En resumidas cuentas, mi Candy allá donde estés siempre nos diste lo mejor de ti, y en mí nace un sentimiento de cariño, en agradecimiento te damos las gracias, mi familia y aquí una servidora, porque contigo he pasado los mejores años de mi infancia.
Palabras :233.
Fin.