Doña Gertrudis, era una vieja amargada, reguñona, y acaudalada viuda, que vivía con su hermana solterona Eleonora. En la urbanización residencial “La calle Morgue” número Diecinueve de (París).
Gertrudis, hacía más de diez años que enviudo de su marido un rico empresario, murió de unas extrañas fiebres a la edad de 54 años, en la lectura el abogado de su marido le dijo:
—Yo, don Vicente Martín, le dejo a mi querida esposa Doña Gertrudis Peláez, toda mi fortuna y el 80 % de acciones de mi empresa de azulejos, puesto que el otro 20% corresponde a mi hermano Felipe Martín.Días más tarde, el hermano de Vicente, fue a visitar a su cuñada. Estuvieron hablando de todo un poco, de lo sola que se sentía y si no fuese por la compañía de su hermana y sus dos mascotas, El gato negro Ring—Ring y el cuervo parlanchín, estaría sumida en una depresión, ella le pidió un favor hacerse cargo de la empresa al 100% y de los beneficios que esta generaba al año, él le daría la parte correspondiente que le pertenecía de su marido, a lo que Felipe acepto puesto , que él era el contable gestor de la empresa.
Gertrudis, lo invito a él y a su esposa, a una cena para celebrarlo.
A la cena, acudiría el párroco de la Iglesia de Santa Marta de París.
Que ofició el funeral de Vicente, Felipe y su esposa Marta, una amiga de la familia Margarita, y por último Eleonora.
Hacía días, que el gato negro. ring-ring y el cuervo parlanchín, estaban rabiosos entre sí, el gato negro con esos ojos tan brillantes e intimidantes, hacían que las visitas lo evitaran.
El cuervo parlanchín, también tenía los ojos brillantes y un espeso plumaje, cuando se engallaban los dos, este se inflaba tanto como un globo, tenía pico muy afilado, este en cuanto tenía oportunidad, se dedicaba a darle picotazos al pobre gato.
El gato, se ponía en guardia y se le ponían los pelos de punta, afilaba sus uñas y le tiraba zarpazos mientras bufaba.
Harta Doña Gertrudis de este extraño comportamiento entre las dos mascotas los castigo a los dos poniéndoles en la comida una pequeña cebolla.
—¡¡No, saldréis!! De aquí hasta que os comáis las cebollas me oís los dos, Ring-Ring y parlanchín. Les dijo cerrando la puerta de un portazo.
Habían pasado cuatro días, cuando Eleonora fue a ver a las mascotas, y vio que los platos estaban vacíos, pero la cebolla seguía allí, el gato se le acercó, ronroneando dulcemente.
Eleonora lo cogió en brazos, y lo acarició mientras le decía al oído — hablaré con mamá para que os levante el castigo, mientras el cuervo graznaba frenéticamente en su jaula.
Cómo Carmen, sabía del sufrimiento de las mascotas, solía pasar a darles de comer a los dos, pero las cebollas seguían allí como el primer día que fueron castigados.
—¡¡Carmen, fuiste a la tienda!! de “Abdul” a comprar las nuevas infusiones, que le encargué la semana pasada.
_¡¡Si, señora!! Sí que fui, Abdul me dijo que estas infusiones, le gustaran más porqué son un poco más fuetes de sabor, con estas podrá usted dormir mejor, llevan unas hiervas nuevas entre ellas, llevan mejorana.
—Pues esta noche después de cenar a la hora de los postres, haces el té verde y el café, para todos los invitados. Llego el día de la gran Cena, y Carmen se esmeró en la cena.
Vistió la mesa con el mejor mantel, saco la cubertería de plata y la vajilla de porcelana fina, que heredó de su abuela, las copas de agua, vino y champán, era de cristal Murano.
La cena se componía de pato a la naranja con patatas caramelizadas con kiwis y mangos, sopa fría de marisco y centollo, con una ligera salsa de salmón nórdico y de postre brochetas de frutas, melón, sandía, piña, y fresas silvestres y helados variados.
Los invitados fueron llegando, el primero en aparecer fue el párroco de la iglesia de Santa Marta con una botella de licor de hierbas, poco después llego Felipe y su esposa Marta con la amiga de la familia Margarita.
Una vez que todos, los invitados estaban en la mesa, con un toque de campanilla, salió Carmen y Gertrudis le dijo:
—¡Carmen, ya puede usted servir la cena! Esta le hizo un gesto de aprobación, y se fue a la cocina, en unos minutos salió, con la bandeja de plata con el pato a la naranja.
Una vez, que llego la hora de los postres y el café, Carmen sirvió el licor de hierbas, regalo del párroco, media hora más tarde todos estaban en un estado de sopor y drogados.
Aprovechando, que Carmen se fue a hacer un recado, el gato negro y el cuervo aprovecharon para salir de la habitación, viendo el banquete que había en el salón, estos se lanzaron como animales salvajes que eran, atacaron ferozmente a los invitados, el cuervo le pico los ojos a Gertrudis, el párroco se cortó con uno de los cuchillos, mientras el gato le comió la cara a Margarita.
Ring-Ring y parlanchín… Al final tuvieron su cena.
Fin. Palabras; 900
Espero que sea esto, lo que mi buen amigo David Rubio nos pidió en su convocatoria , hacer un homenaje a un gran Escritor del genero de Terror , como es Edgar Allan Poe.
En mi defensa diré que por desgracia , no he leído mucho libros de este escritor al igual que H.P. Lovecraft , y si soy sincera me gustaría leer alguno de ellos dos.
Si pincháis en el nombre de mi buen amigo , os llevara hasta su blog dónde allí podréis leer más relatos de terror.
Os deseo a todos una feliz mañana de Jueves , besos de flor.