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martes, 31 de agosto de 2021

¡ Surgiendo de las olas!

 

Imagen:© Berta Martín de la Parte 

    Hay momentos en la vida que deciden  en unos instantes nuestro inminente futuro. Modificando la  percepción de nuestra existencia. Pueden sucedernos inesperadamente o simplemente porque el hilo invisible con el que estamos conectados al Cosmos nos conduce hacia ese objetivo. Algo así como tirar de la hebra en un pajar , hasta toparnos con la  aguja escondida por el devenir del azar.


Paz.


Que bonito luce el sol. Aquí tumbado sobre las arenas de la playa al lado del mar Mediterráneo. Mis ojos protegidos por los lentes de las gafas solares, inician la lectura del periódico dominical comprado en el quiosco,  al lado del apartamento alquilado para los próximos quince días. Es mediodía y el calor es casi insoportable, pero es verano, estoy de vacaciones, soy extranjero en estos lares del sur europeo,  mi piel se abrasará con los rayos ultravioletas, todavía estoy de buen ver, espero tener la suerte de que alguna mujer de pelo negro y tez morena se encapriche de mi y, se tumbe a mi lado , convirtiéndose  en mi compañera inseparable para siempre. . 


Me relajo. 


Las noticias en el periódico son variopintas. La que más me impacta en cierto modo es una con el titular: Cada día arriban a nuestras costas más y más migrantes procedentes de los países árabes. Automáticamente,  sin previo análisis de mi pensamiento  ,  pienso que ellos deberían quedarse en sus respectivos países y solucionar sus problemas. En realidad la mayoría llegan, son transportados  a campos de refugiados , casi como abandonados a su suerte.  Pocos son los que consiguen abrirse un camino , estudios, trabajo, estabilidad. Para eso se necesitarán todavía un par de décadas, cuando Europa se convierta en un continente multicultural con la aceptación de todas las nacionalidades , culturas y tonalidades de piel.


Esperanza.


Un rumor de voces, acompañado por el de las olas , consigue despertarme del sopor provocado por el sol y el cubalibre que bebí hace media hora. Retiro mis gafas de la cara, dirigiendo mi vista hacia mi lado izquierdo. La gente señala con los dedos, hacia el mar. Yo sigo esa dirección y los veo. Una barcaza se dirige hacia la orilla . Mi vista alcanza a ver un grupo de personas, todas con chalecos salvavidas. Se van acercando más y más, un golpe de mar redirige la embarcación hacia donde yo estoy. De pronto , todo sucede rapidísimamente, los tripulantes de la barcaza saltan al agua. Inician una carrera desesperada hacia tierra firme. Unos cuantos chocan conmigo en su desbandada. Y entonces la veo.


Caos.


Surge de las olas , con ropajes oscuros.

Un pañuelo le cubre la cabeza, 

dejando al descubierto sus cejas y ojos.


Agarra, sujeta, un bulto envuelto en tela de color blanco. 

Sus dos manos no lo sueltan, a pesar de caerse varias veces.

Lo aprieta contra su pecho. Lo protege. 


Toda ella está rodeada de un halo de color negro. 

Como si todas las plumas de los cuervos la cubrieran. 

Como si todas las desgracias del mundo derivaran en ella.

Como  si a ella nadie la hubiera querido. 


Pánico.


No soporto más la visión. Corro hacia ella. Introduzco los pies en el agua, esa que va y viene , puntualmente, al ritmo de minutero. Ya estoy cerca . De repente me doy cuenta. Ella lleva un bebé muerto. Su bebé. Su hijo. Carne de su carne. Me estremezco. Se me hiela la sangre. Y ya no me pregunto de donde venimos , ni hacia donde vamos;  simplemente me avergüenzo por  ser un humano. 


La sujeto con mis manos. La miro  intentando transmitir confianza. Me mira fijamente a los ojos. Y surge ante mí una visión: 


Veo.


Recoge desesperada sus pocas pertenencias. La barcaza se está acercando. El que parece ser el jefe de la maniobra da voces.  ¡ Vamos , no hay que perder el tiempo!... Ella y su hijo, son casi arrastrados por la pequeña marea humana… El sol declina allá en el horizonte, las escasas nubes existentes se colorean de tonos rojizos y malvas...Empapados consigue subir a la barcaza… Su bebé llora… Ella comienza a cantar una nana...Y todos se callan...Se huele el miedo, pero tiene más poder la esperanza….A mitad de la travesía,  hacia el destino supuestamente en donde encontrar la Libertad, el mar se agita peligrosamente; la barcaza tan frágil en medio de la tempestad vuelca y todos sus tripulantes caen al mar...Ellos, ella, el bebé se la escapa de las manos...alguien consigue rescatarle antes de que se hunda en el fondo del mar , pero ya es demasiado tarde. 


Lloran.


Entonces, la luz que les iluminaba, se desvanece.

El aura de arco iris se evapora .

Y a todos les aprisiona la oscuridad de la noche. 

Una noche con notas musicales de dolor e impotencia.

Ya por fin están todos a salvo , de nuevo en la barcaza, 

ella y su bebé se funden en el dolor,  la tristeza y la pena, 

mientras los demás entonan una melodía para asustar al miedo. 


¡ Amanece!


Les acerco a los dos ,  sobre  la arena,  a mí lado. 

 ¡Y  sé que la mujer que yo anhelaba,  de pelo negro y piel morena , es ella !

Final



Derechos reservados de autor: Berta Martín de la Parte.



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