© Berta Martín de la Parte |
Apenas un minuto.
Conecto la radio. Siempre lo mismo. Aburren con tanta noticia insulsa. De repente el locutor transmite una noticia a través de las ondas. Escucho cifras , suficiente información para que el interruptor de mi memoria que estaba en “off “, reaccione, poniéndola en estado “on”.
En realidad no soy una admiradora de las sorpresas, y además esta se sale de la norma. Yo no soy como la ESPUMA DEL MAR dejando RASTROS EN LA ARENA, periódicamente, con figuras y líneas diferentes, como lleva sucediendo desde el principio de los tiempos. Yo todo lo suelo preparar con adelanto .No suelo dejar casi nada a la improvisación. Mis trazos son constantes. Casi puedo catalogarme como un ser perfeccionista.
No me queda mucho tiempo. Si lo hubiera sabido antes, no hubiera estado perdiendo el tiempo con mis rutinas, que por cierto hoy ya desde por la mañana parecen haberse rebelado en mi contra.
La cafetera no funcionó. En la botella de leche quedaban un par de gotas , con un color sospechoso, algo así como verdoso.- .A veces se me olvida que los alimentos tienen fecha de caducidad- . El agua de la ducha por más veces que lo intenté, fluía helada; sin embargo sobreviví a la circunstancia. El maquillaje que apliqué sobre la piel de mi rostro, parece que ya no cumple la función al que está destinado. Mi lápiz de labios preferido no he conseguido encontrarlo.. Busqué debajo de los armarios del cuarto de baño; y sin resultado. A veces pienso que esa voz EN EL SILENCIO que escucho últimamente, me revuelve todas mis cosas.. El rímel se adhiere a mis pestañas en forma de grumos; el resultado no son pestañas más largas, simplemente ofrezco la visión de una mujer fatal, en una época decadente de su vida..
El tictac del reloj de pared , un sonido parecido a MÚSICA INFINITA, me recuerda que el tiempo no se detiene. Me visto rápidamente, me calzo los mocasines, y con el bolso colgado en bandolera, salgo a la calle. El tráfico es bastante fluido , y por suerte los semáforos funcionan regularmente...Atravieso la calle corriendo por el paso de cebra. Ya diviso la fachada del edificio de enfrente. Me llama la atención el graffiti pintado en una de las paredes. con el slogan;
“No te permitas creer todo lo que oyes”
No pienso en la frase, no tengo tiempo, pero la archivo inconscientemente en mi cerebro…
Todo es posible, y más hoy. Echo un vistazo al reloj y compruebo que debo de acelerar el paso, mi corazón late frenéticamente.
Llego el objetivo. Atravieso la puerta, empujando a un par de clientes que esperan . No escucho sus protestas, me acerco a la ventanilla del mostrador , y con mano temblorosa depósito el boleto de lotería… El vendedor se me queda mirando...Lo introduce en la máquina para comprobar si está premiado. ..Transcurren un par de segundos y de pronto escucho una voz que a mi me pareció cantada por un querubín celestial.
Señora ha tenido mucha suerte, si llega usted a venir APENAS UN MINUTO más tarde, el boleto hubiera perdido su validez. El boleto está premiado con cincuenta mil euros…¡ ¡Enhorabuena…¡
Y entonces me río del eslogan del grafiti, , ¡ no te permitas creer todo lo que oyes!.
Se me cae la baba a través de las comisuras de la boca ; mis papilas gustativas salivaban excesivamente.¡ ¡ está vez había funcionado…! Por que poco! , ¡ Un billete olvidado !
Y a voz en grito exclamo:
¡ Viva la radio y el que la parió!.
Final
Derechos de autor: Berta Martín de la Parte.
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Relato para la convocatoria de Neogéminis A la carta.