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lunes, 14 de agosto de 2023

PRECAUCIÓN

                                                                  

Tras varios encuentros caóticos y fallidos en nuestra relación, quedé con mi compañera de oficina en mi apartamento, La verdad estaba deseando provocar a mi vecinita como si algo en mi interior estuviera volviendo a mi pasado de pecado. Después de una cena suave donde dije lo enamorado que estaba de ella y mi necesidad de avanzar en nuestra relación, mis manos recorrían su cuerpo desnudándola, cuerpo a cuerpo y su boca cedió ante mis deseos.

—¿Somos novios entonces? —le pregunté. 
—Estaba deseando oírtelo, cielo. ¡¡¡Sííííí!!!

La oía animada porque yo andaba a otra cosa entre besos y esas caricias en su sexo algo descuidado, con aquel enjambre de vello que se enredaba en mi boca. La escuché gemir, gritar mi nombre y rezar a no sé qué Dios cuando la penetré sin demasiado tacto. Necesitaba que alaridase de placer, que mi vecinita entrometida la escuchase e hiciera alguna de las suyas. 
La volteé, dejándola presta y mansa para mí, mientras engañaba sus deseos masajeando su espalda hasta meterme en el abismo de su final. En un momento dado, sus gemidos se hicieron más protesta y mis movimientos más salvajes hasta desfallecer de placer sobre su bonita espalda.

—¿Por qué me has penetrado por ahí sin avisar ni permiso?
—¿No querrás correr el riesgo de quedar embarazada la primera vez, amor? —respondí.
 — ¿No será así siempre, verdad?
 — Al menos el primer año, ya encontraremos algún modo de precaución.

Se vistió y salió sin despedirse, mirándome furiosa. No creo que mis palabras la convencieran, pero tampoco dijo nada entonces. 
A la tarde, coincidí con mi vecina y, volviendo su cara, me soltó:

—¿Ya te has librado de ella, no? Seguro que Min está de vuelta. ¡Qué excusa más ridícula, traidor!


martes, 10 de enero de 2023

VISTAS




Mi vecinita andaba rondándome como una gata en celo desde la última visita de Min, mi guapa coreana. He recibido una postal de felicitación de año, me dice que está muy feliz y alargará su estancia unos meses más en su país, hasta que nazca su nuevo hijo.
Algo sospecha la vecinita después de leer mi postal y saber de nuestros encuentros intensos. Apoyada en mi ventana, insinuándose descaradamente, me pregunta sobre el asunto mientras saluda desde allí a su nuevo novio. Comentando acto seguido las buenas vistas que tengo. Le doy la razón aunque vemos cosas diferentes.
Me pegué a su espalda haciendo que notase toda mi esencia. Advirtiendo que su novio la miraba de vez en cuando. La situación era excitante mientras la embestía ferozmente. Por su parte, hacía esfuerzos para que no se notará.
 Estaba a punto de llamar al portal, cuando me vacié en su sexo, con furia.
 — Ahora abre si te atreves, la reté.
 —¿Qué te pone más, tu china y sus mentiras o el morbo que te provoco?—pervertido, me llamó sonriendo.
 Salió a buscarlo a la calle y ante mis ojos lo besó con todo el descaro del mundo. Por sus piernas bajaban ríos de plata, como pruebas convincentes, aunque algo efímeras.

miércoles, 10 de agosto de 2022

OLIMPIADAS


Una mala primavera trajo un mal verano, como dice la canción, Mejoró con la inesperada visita de Min, mi guapa coreana, que supuestamente estaba buscando más familia en su país. Vino con unas ganas de sexo increíbles. Mañana y noche lo hacíamos. Cada vez terminaba dentro de ella, lo que me produjo dudas en mi mente y distracción en mi cuerpo, hasta tener mi primer gatillazo.
—¿Qué te preocupa, mi guapo sinvergüenza?

Le conté mis dudas sobre sus intenciones. Entonces se colocó detrás de mí en la ducha, desnuda, enjabonándome, y con sus brazos rodeando mi cuerpo hasta acariciar mi sexo, con sus labios todo lo cerca de mi oído, susurrándome:

— Mi esposo es estéril, pero lo desconoce. Es un asunto de honor en su familia y le voy a dar un hijo, aunque lo hagas tú, prefiero regenerar la sangre y los genes de mis descendientes. Recuerda que tú mismo te ofreciste, mi amor. 

Mientras mi miembro creció por el morbo que me producía la situación. La penetré  con todo el deseo desbordado, con toda mi hombría solo para ella y acabé muy dentro de sus entrañas mientras ella se deshacía en lágrimas de auténtico placer. Algo que me enorgulleció.

Más de veinte días duraron las olimpiadas. Un día se despidió. Volvía a su país de nuevo, a resolver asuntos. Cuando quise preguntar tapó mi boca con sus dedos. Me besó y con una amplia sonrisa se marchó. 
Esta vez mi vecinita no dio señales de vida, también me surgen dudas sobre su silencio y discreción.

Tendremos noticias desde todas las aristas, supongo, desde los espectadores hasta los atletas.


miércoles, 16 de febrero de 2022

INCIERTO

Relatos de los jueves
"A la carta" (Participantes)


A veces las cosas se tuercen solas y no conseguimos que nada salga bien. Mi futuro es incierto ahora mismo. 
Min se ha marchado a Corea, su esposo la ha llevado de vacaciones. Aunque ella me dijo que deseaba tener otro hijo estaba claro que era su manera de asegurarse que será suyo. Es muy posesivo. Antes de irse tuvimos sesiones de sexo pleno. Creo que disfrutamos con el mismo morbo sintiendo la posibilidad de que sea mío. 

Mi compañera de oficina, después de unas semanas viéndonos, -se podría decir que empezábamos una relación- llegó al piso sin avisar y pilló a la vecina tumbada en el sofá. Esa puta manía que tiene de tomarse mis cosas como suyas. Se había roto su lavadora y había usado la mía para lavar su ropa. No sé por qué andaba medio en pelotas por la casa. Algo que mi cuerpo agradecía, todo hay que decirlo.

Me llamó de todo. Mi vecina, viendo la movida de marras, se piró escaleras abajo poniendo tierra de por medio, perseguida por la mirada de fuego de mi compi de oficina. En el fondo, la muy cabrona, disfruta como un pato en un estanque. Intenté calmarla y besarla, pero me pareció que el último improperio que usó fue "asaltacunas" y pervertido. Cuando dije "esto no es lo que parece", ¡qué frase más estúpida, por favor!, se lanzó escaleras abajo siguiendo la estela de mi vecinita, pareciendo aquello un eslalon gigante de esquí. 


Mi futuro con todas mis chicas es incierto. Dicho sea de paso, ha sido un finde de secano: por viaje, por exceso de confianza o por las apariencias, nunca mejor dicho: Como decía aquel, me pasa por bueno. Pareciera que huyen de mí.

domingo, 21 de noviembre de 2021

BENEDICTIO


Los encuentros con mi coreana empezaban a ser más dilatados en el tiempo. La presencia de su marido como una sombra y el aumento de trabajo, habían ocasionado que nuestra historia tomase una especie de impasse. Pero aquella tarde, ella tenía libre y el marido mucho trabajo, así que concertamos nuestra cita. 
Ella, dentro de su natural timidez, parecía siempre desconcertada, turbada, pero la piel le ardía, el pensamiento le volaba sabiendo mi ofrecimiento a preñarla. La desnudé y coloqué encima de la mesa, desnuda,  ofrecida para mí. Observé callado.


Acaricié su sexo, despacio, acariciando sus labios y el marfil sonrosado que florecía entre ellos, 

-Pídemelo como te he enseñado -le dije humedeciéndola con la lengua y sintiéndola temblar. 

Me lo pidió con un hilo de voz entrecortado. A veces la entendía, otras no, Sentí llegar a la vecinita, el morbo no impidió que la echase sin contemplaciones, obligando a su curiosidad tan solo a escuchar nuestros movimientos, el traqueteo de la mesa en cada embestida. Min se agarraba a los laterales. Yo me agarraba a ella, le levantaba las piernas, las colocaba en mis hombros y embestía una y otra vez, sin contemplaciones, 


A la mañana siguiente, la vecinita subió hacer las labores por las que fue contratada y preguntó, por supuesto, aunque lo primero que hice fue darle una soberana reprimenda por su actitud. Me miraba con cara de niña apenada pero le daba igual. No cambiaría de actitud. El sofoco se le pasaría en cuanto saliera por la puerta.

-¿En qué maldad pensabas mirándola en esa postura, pervertido? 
-Siempre que tengo la mesa puesta suelo rezar antes de comérmela toda- contesté.

lunes, 13 de septiembre de 2021

VIGILIA

Pedí comida china que trajo Min, mi coreana. Se disculpó por sus palabras en el restaurante a mi vecinita al haberla llamado zorra y de paso me entregó sus bragas, aquellas que por urgencia se puso en mi apartamento. Estaba algo molesta por todo lo sucedido. La abracé y besé como si no hubiera mañana pero se marchó deprisa. 

La cena estaba preparada para mi compañera de trabajo. La ultima cena fue un caos. Serví vino tinto de Rioja Azpilicueta, desplegué todos mis encantos y en la segunda copa ataqué.


 - Me tienes enfermo, quiero desnudarte y hacerte el amor -le susurre al oído mientras la besaba. 

Ella estaba dispuesta como yo.  Después de los preliminares le quité sus bragas, me arrodillé ante ella lamiéndola con lujuria, sus grititos se hacían escandalosos, hasta que me levantó por los pelos.
 
- Esto me resulta vergonzoso. Llevo muchos años sin sexo en mi vida, debes tener paciencia –decía con voz entre cortada.

Retiré la comida, casi al estilo peliculero, y la tumbé sobre la mesa. Elevé sus piernas y la penetré con firmeza, pero sin furia. Comprensivo. Al cabo de unos minutos gritó y se apartó. Reconozco que me quedé sorprendido.

- ¡Hay alguien viéndonos!

Era la cabrona de mi vecinita que entonces salió cerrando la puerta. Intenté calmarla mientras iba recogiendo sus cosas algo alterada-. Otro día tal vez... Por hoy es suficiente. -Y con otro portazo también se marchó.

Me sentí el estúpido mayor del reino. Ahí estaba yo, con los pantalones a la altura de los tobillos dando pasitos como un pìngüino emperador hacia la puerta con la que me dí de bruces.  Otro portazo y me convertirían la puerta en batiente o se me descolgarían los cuadros de la pared porque lo otro lo tenía como dos pelotas de tenis. Como un burro.


Llamé al restaurante de Min, 
- Ven esta noche o voy y te preño sobre el mostrador. Le dije
Resulto ser la dueña me recitó una retahíla en chino y acabo diciéndome- Celdo.
Me duché  y escuché el sonido de la puerta. ¡No podía ser!

 – Lo siento, solo subía a dejarte las braguitas de Min. Me apetece ver una peli contigo, estoy en mis días y ando algo ñoña.

Mi compañera también se dejó las bragas en la mesa con las prisas. Coloqué las tres prendas intimas en mi cama y solté una carcajada... Por no llorar.

lunes, 9 de agosto de 2021

PUNISHMENT

Volvimos a casa. Yo más cabreado que una mona con mi vecinita por haber provocado de aquella manera a mi coreana.  Ponerse sus braguitas fue ya mucho. 
Le pedí que se quitase todo y así lo hizo frente al espejo de mi habitación. La visión me volvió salvaje otra vez. La sangre ya no la tenía encendida, simplemente, ardía, rebullía. La libido disparada. Ya no es aquella jovencita por definir. Es una mujer perfecta pero igual de insolente y rebelde. Cuando me lanzó las bragas a la cara, mi mano atrapó su cuello.


La besé con deseo, de una manera perversa. Mordí su labio superior. Lamí sus labios mientras mi dedo pulgar jugaba con su boca y mi lengua se mezclaba entre todo ello. La tumbé boca arriba y mi lengua araba su centro una y otra vez, abriendo el camino. Seguidos mis labios entre abiertos, ávidos de sorber. La volteé varias veces. Tapaba su boca con mi mano para acallarla hasta que se dirigió a mi cabello, sujetándolo, y, entonces, sentí su estallido en mi cara y en mi boca.

Dos nalgadas en ese hermoso culo y la puse a cuatro patas. Me encanta ese trasero prieto y aparentemente virginal.  Estaba tan excitada, tan mojada, que los mismos fluidos me facilitaron la tarea, ruda, de penetrar su oquedad. Bajaba y subía por su espalda. Solo dios o el diablo saben por dónde penetró mi lengua. La monté como un caballo en celo a su yeguada hasta morir en su espalda. Estaba enloquecida. Había llegado a ese punto donde la cordura pierde su nombre. Mientras la azotaba con fuerza le recordé que no volviese a provocarme con Min. Y su nueva e impresionante corrida dejo buena señal sobre las sábanas.

Volvió a mirarse en el mismo espejo que empezó todo y viendo su trasero color brasas candentes, se giró y me llamo salvaje.. Sí, soy bruto pero me quiero y me quieren así. Me levanté con decisión a por ella pero apenas fue un ademán. Escapó al baño como una presa asustadiza.

Salió altiva diciendo algo sobre sus bragas. La sujeté junto a mi cuerpo:

– Ese culito no debería taparse nunca con ninguna braga. Es perfecto. -Y volví a darle una sonora palmada en él.

La noche fue larga. Solo de madrugada, cuando el sosiego nos venció, se escuchó su voz preguntando por su sabor.


-Tu sabor es incomparable a cualquier otro. Es miel -contesté y, acurrucándose en forma de cucharita en mi cuerpo, se durmió como una niña buena e inocente. 
También dejé una señal con mensaje para provocar a su medio novio, pero no, no fue por WhatsApp. En su precioso culo lo estampé.




miércoles, 4 de agosto de 2021

MEETING

Mi deseo era verla correrse de nuevo. Después de 6 meses Min  ha vuelto. Mi deseo fluía por mi sangre y mi anhelo por poseerla y hacerla totalmente mía, a mi voluntad,  hacia que mis pensamientos elucubraran mil sensaciones. 
La até levemente para que me supiera dueño. Ella, obediente, sin miedo, confiada y excitada, me susurró que debía acabar con el juego ya que su esposo quería tener otro hijo. Aquel no era el momento para esa conversación. Un silencio valorativo acabó conmigo pegado a su espalda y con mis manos en sus pechos: 

- Será mío, te preñaré.


Esas palabras dieron paso a un morbo, a una sensación de miedo y excitación a la vez. Volvió su olor y su sabor a mi boca, más fuerte, más contundente con esos matices asiáticos. Solo se escuchaba un leve susurro, casi una oración diciendo "no, espera". 
Oía pero no quería escuchar. Acabé con furia y perversión en lo más profundo de ella. No le devolví sus bragas cuando salió del baño. Las tenía atrapada en mi puño percibiendo su aroma, embriagándome de ella.

-Me has echado de menos por lo que veo -me dijo, acariciando mi cara y besándome antes de marcharse.

Unos días después mi vecinita, haciendo las labores de casa para las que la tengo contratada -algo que parece olvidar con bastante frecuencia-, lanzó aquellas bragas sobre mi cama y preguntó por las suyas. Para quitar tensión le conté todas las novedades sobre mi coreana . A veces me pregunto que para qué si luego todo son líos.

– Si prometes portarte bien, te invito a cenar al chino -le propuse.

También yo quería darle celitos a Min sin saber muy bien por qué. Nos saludamos, pero al tiempo los gestos de Min iban siendo serios y con cierto desaire. Puse mi atención a todo mi alrededor -, cuando vi como mi vecinita se agachaba intencionadamente y sobre su corto pantalón asomaban las braguitas de Min.
Cuando terminó de servirnos se retiró de la mesa llamando a mi vecina zorra e intuí que a mí no me diría nada bueno entre dientesUna tos seca salió de mi garganta esperando que no lo escuchase. Esta, lejos de ofenderse, se sonrío sintiéndose vencedora de una batalla en la cual quien iba a salir perdiendo sería yo si no sabía poner remedio a aquella estúpida situación. Mi vecina era un juego infantil pero Min, Min era un capricho muy serio.
-Me prometiste portarte bien iremos a casa y te quitaras esas bragas ahora mismo -como gustes, respondió.

martes, 6 de julio de 2021

REACCIÓN

Me propuse sorprender a mi compañera de oficina de nuevo. Practicaría con un  pisto:  a ver cómo me salía. Por otro lado, pantalón corto y un delantal negro para la ocasión. Le dije a la vecinita si quería probar el invento. Estaba acompañada, así que utilizaría a ambos como conejillos de indias.

Entró como un felino silencioso y pegó sus pechos a mi espalda. Sabe que me enferman sus luces altas. Le pasé la cuchara y pregunté cómo estaba de sal 

– Le falta un poco- contestó-. En cuando lo termines, me bajas un poco a mi apartamento. 


No presté más atención, concentrado en mi invento, se marchó algo confundida 

- ¿A quién quieres engañar esta vez? -preguntaba, sin obtener respuesta.

Me mando un mensaje para que bajará a su piso. Estaba realizando ejercicios de yoga. La encontré con muy poca ropa y descaradamente exhibicionista, volvió a pegar sus pechos en mi espalda cuando apoyaba el plato en la mesa. 

- Dime qué te parece... de verdad. No quiero que me hagas la pelota, es una prueba –dije oteado los rincones sin avistar a nadie. 

Bajé arreglado para dar una vuelta esperando que tuviese compañía.

- Qué guapo has bajado a verme -contestó, vacilándome un poco. Y sujetando mi chaqueta, me pegó a su cuerpo diciéndome:  -Espero que no te manches la camisa.


La noche se complicó un poco, nunca se sabe. Poca atención = mucha reacción. Pura matemática física. Nunca aprenderé a descifrar las señales femeninas  y menos de esta vecinita. Igual, tampoco me interesa...

sábado, 19 de junio de 2021

CONCORD

Después del episodio de la sal hace las tareas de mi casa de manera habitual -para eso la contraté- pero está distante conmigo, creo que molesta porque piensa que la embauco para llevármela a la cama. Pienso que ha empezado por un poco y ahora se le ha ido el tema de las manos. Las cosas entre nosotros están claras, o eso creo pero por su parte... Además, andaba enfadada con su novio. La vecinita estaba triste. 
Había quedado a cenar con la última cita que salió corriendo de mi casa, para reconciliarnos y hablar de trabajo. Esta vez eligió un lugar público. Antes de ir a cenar dejé unas velas por la escalera. Siempre hay que tener un plan B, aunque parezca ridículo. 


La cena fue correcta. Me esforcé en ser divertido, incluso hablando del ultimo documental en mi casa. Ya en mi apartamento, me encargué de que se notará mi presencia. Esperaba noticias y no se hicieron esperar. Escuché las llaves y a mi vecinita preguntando por las velas, en realidad preguntó por las putas velas. Esta niña no mejora su vocabulario y tampoco en su conducta, que tenga llaves de mi casa no significa que pueda entrar como Pedro por su casa cuando a ella le venga en gana. Tengo que hablar seriamente con ella o me meterá en algún lío.

Se comió lo que no me había cenado del chino y me pidió, mejor dicho, se cogió, una cerveza. Le conté que estaba algo rayado y sigo unas pautas que me dio una compañera para limpiar mi casa -de malos rollos-. Por hacerlo no pasa nada y dejándola preguntar poco a poco entramos en conversación mística, si es que se puede conversar así con ella.
Pregunté por su novio. ¡Mal! Una chapa de media hora. Pobrecita y pobre de mí. Intenté calmarla, cogerla de la mano, unos masajes en los pies mientras intentaba abstraerme, sinceramente, de lo que me contaba hasta que llegado un punto sus lágrimas me conmueven y acabamos besándonos.
Como soy como soy, se me ocurrió hacerla reír. Fui a mi habitación y, tras la conversación esotérica que habíamos mantenido, creo que estaba bastante sugestionada. Así que la llamé azoradamente. 

-¡Un fantasma?, ¡un fantasma! ¡Por Dios! -exclamé. No sé si aquello funcionaría. Cabían dos posibilidades de acabar en la cama: Enfadados o con risas. 

 

Creo que no me entendió por cómo entro en la habitación. Después me llamó  gilipollas con una sonrisa y luego descubrió al fantasma intentando azotarlo. ¡Uff, eso no que es delicado! La sujeté y nos dimos contra la pared -acabamos demasiadas veces contra ella-. La mordí suavemente mientras me encargaba de liberar sus pechos para hacerlos reos de mi boca al tiempo que alzaba sus brazos para retenerla por las muñecas. Con una mano me sirve para asirla. La otra, la otra es para jugar a mis cosas. Sentirse dominada le gusta y a mí me vuelve loco esa sensación de poder.  Es una chispa que prende una llama que convierte aquello en un fuego voraz como el de nuestras ganas sobre la piel, hurgando, descubriendo. Relamí y lamí sus axilas sorprendiéndola... y... mi fantasma la poseyó sin piedad. Es un pervertido, encantador pero pervertido. Eso le dije al acabar. No respondió nada.

martes, 20 de abril de 2021

HECHIZOS

Mi vida ha entrado en una espiral negativa. Min se marcha a Corea tres meses de vacaciones o algo parecido -creo que su esposo quiere separarla un poco de todo esto- y mi vecinita se ha relajado conmigo. No tiene que competir y se ha echado novio. Se esfuerza en gemir demasiado por las tardes .

He invitado a una compañera de trabajo a cenar comida china y revisar unos trabajos en mi casa, es soltera y curentañera. Creo que tuvo un novio hace años y murió en un accidente. 


Una cerveza, unas risas, mis manos en sus rodillas... La beso intensamente. Ella no sabe muy bien cómo reaccionar. Se reincorpora de la silla pero la abrazo contra la pared y mis manos elevan su falda atrapando su culazo. Comienza dando grititos y suspiros de apuros pero no le pone demasiado interés a deshacerse de mí.

 - Es la primera cita -me dice.
 - Te voy a devorar entera -le susurro, mientras atrapo sus pechos y muerdo su labio.

Sale corriendo por el salón, emitiendo sonidos como una perdiz africana, recolocando su ropa y recogiendo sus cosas. Un portazo pone fin a un episodio de  National Geographic por mi apartamento.

Después de tranquilizar mi mente, bajé al piso de la vecinita a pedir un vasito de sal -original excusa-. Salió con poca ropa y luciéndose. Me ofreció el vaso con una sonrisa irónica. Pronto sus ojos se quedaron como platos cuando observó cómo lanzaba la sal por encima de mi hombro, por toda la escalera, enunciando palabras extrañas.

 - ¿Pero qué haces? -preguntó.
 - Alguien me ha maldecido con algún conjuro. Si observas salir alguna especie de bruma o niebla me avisas…

Había pasado una hora cuando subió a mi apartamento y me pidió más explicaciones mientras devoraba la comida china, prácticamente sin tocar, y se bebía una cerveza. Le conté una historia de miedo para no dormir sobre hechizos y conjuros que  había visto en internet.


Por supuesto esa noche durmió en mi cama -estaba acojonada-, y acabamos liándonos... para no variar.

 - Como resbale en la escalera con la sal y me meta una hostia, te acuerdas -dijo al levantarse temprano por la mañana, con su irreverencia natural.

Pensé que se marchaba pero se puso a desayunar en mi cocina. Después tenía que atenderme la casa. Dos pájaros de un tiro.
Volvía cierta normalidad a mi vida. Ya no había brujas, de una u otra manera tuvo efecto el hechizo...

lunes, 29 de marzo de 2021

CONTRICIÓN

Al día siguiente quería seguir con las pruebas de Min, era desafiante, Rememoré el último día de mi anterior trabajo y cubrí sus ojos, anudé sus muñecas y preparé una fusta. Seis toques espaciados para recordarle que se trataba de la misma terapia que utilizaba con Min. 
El espectáculo era majestuoso. 
Bajé a su sexo bordeando la firmeza de sus glúteos. Arrastré mi lengua por él. Jugué con los dedos, preparando el terreno. Sus gemidos, la tensión de sus piernas eran una oda a la victoria. Preparé el dildo, y se lo hice lamer. Me gusta que prueben de su propio veneno. De su boca a la oscuridad de su culo, prieto y hambriento. Volví a usar la fusta. Su piel respondía al estímulo. Placer, sutil dolor. Una perfecta tortura encaminada al cielo. 


- Envenenaré tu lujuria con mis palabras lascivas, corromperé cada pensamiento que desees tener... para que cada vez que te excites no puedas evitar pensar en mí -aseveré. Exigí que se viniera en mi boca, con la sorpresa por mi parte de su obediencia o, tal vez, porque era tanta su necesidad por correrse que era lo único que podía hacer. 

Aparté el juguete de su orto y embriagué mi pene entre sus pliegues destensados. No hubo piedad. Mi dominio era una dulce venganza, una conquista bárbara en la que mis instintos la profanaban una y otra vez al ritmo de un sonido provocado por el choque de las carnes. Me sentía salvaje, indómito, canalla y muy cabrón. Un ser con todo el control, sin apiadarme de sus quejidos, de sus suspiros. Era el precio a pagar por sus descaradas provocaciones . Quien juega con fuego, corre el riesgo de quemarse. 

Nos gusta lo prohibido que nos deja en el suelo pidiendo clemencia y demostrar que somos dignos. Nos gusta el dolor porque nos recuerda que estamos vivos.

viernes, 5 de marzo de 2021

ENMIENDA

Su descaro comparándose con mi coreana Min y sus ganas de sobresalir la llevaron a retarme. Por supuesto acepté.

Llevé a mi vecinita a cenar vestida como una stripper. Se sentía segura provocándome y, por supuesto, fue el centro de todas las miradas. Frente a un matrimonio de unos cincuenta años que no le quitaban ojo, le propuse que fuera descarada ante ellos. El cruce de sus piernas y su escote sin fin eran narcóticos.


Bajamos al garaje y pasamos a la parte trasera del coche. Desabroché toda su chaqueta dejando sus bonitos pechos al aire. Nos besamos muy densamente, con lascivia, dejando un reguero de hilos de saliva en los que, mutuamente, nos colgábamos. Le pedí que me diera su espalda y no tardó en ser consciente de que éramos fruto de la curiosidad de aquel matrimonio que, desde su vehículo, nos observaba con algo más que aquella curiosidad.

Se ensartó en mi sexo, comenzando un baile diabólico. Arriba y abajo. Se retorcía como un látigo. Sus pechos, frondosos como un ramo de narcisos. Sus movimientos salvajes, de amazona empoderada. No podían dejar de mirarnos. Mis manos deshojando sus narcisos, mi boca succionando sus vértices, mi verga adorada en la humedad de su sexo. Cinco minutos fueron suficientes para que todo su cuerpo, envuelto en descargas, convulsionase y los jugos nacientes entre sus muslos me empaparan por completo. 

Solo con la calma sobrevenida sintió algo de pudor al reparar más conscientemente en el matrimonio.

- Simplemente, sonríe cuando pases a su lado -le susurré.

Muy a la ligera, sus exigencias de castigos como a Min y mismo trato habían dejado de estar presentes en su mente después de la alteración sexual y explicita pero no para mí. Era hora de volver a poner las cosas en su sitio y volverla a la realidad. De mi mano estaba la cadena que la unía a mí. Fuera larga o corta, el control lo tenía yo.

sábado, 2 de enero de 2021

AMBICIOSA

 

Al caer la noche mi vecinita subió con unos libros, para cambiarlos y, como siempre, sin llamar. De algún modo he de quitarle esa mala costumbre de adolescente rebelde.

- ¿Interrumpo algo? -No dejaba de ser canallesca su ironía-. Parece que le parejita ha estado ocupada -continuó con algunos juguetes limpios en sus manos. Se sentó en la mesas junto a mis libros y, mirándome fijamente, desafiantes, cruzó las piernas. Jugueteaba con la cuerda y podía ver su sonrisa maliciosamente inocente dibujándose en su boca-. Sabes usar bien las cuerdas, me imagino, pero me pregunto si sabrías soportarlas... Me gustaría atarte para mí...


¡Qué cabrona! Me sonreí mientras mis ojos se centraban en el perfecto cruce de sus piernas que dejaban al aire la lujuria de su sexo.

-Veo que has perdido tu ropa interior -Ella, muy mala, insistió en la propuesta y tuve que contestar-: ¡Claro! -No sé si no me precipité demasiado. Esa niña tenía un don especial para convencerme de casi cualquier cosa-. Tienes llave de mi casa y entras cuando te viene en gana, eres cómplice de mis secretos y cada vez que te apetece me follas -sonreí.

Me vi de rodillas ante ella, con las manos ofrecidas para que hiciera gala de su arte. No dudó un momento en atarme las manos. Conforme iba haciendo, pensé que había tenido la boca demasiado grande, demasiado larga y no estaba sopesando adecuadamente el atrevimiento de la nena.


- Quiero sentir cómo esos labios sorben mi  clítoris... Ahora quiero que asees mi sexo... 

Su majestad no dejaba de dar órdenes y lo peor, o mejor, era que yo obedecía como un tonto con intenciones menos tontas. Eso sí, me di cuenta de que seguía un riguroso protocolo que había aprendido bastante bien... en alguna parte.

- ¡Nos has espiado!,  eres lo peor -dije con una mezcla de morbo y de deseo.

Sus manos atraparon mi cabeza y mi boca se vio apremiada a sorber su sexo, lamerlo con entusiasmo y beber todo su licor varias veces. Obligado,  lo aseé por completo. 

- Y ahora dime, cuál es más sabroso, esclavo?,  ¿el mío o el de tu china? 

La noche prometía. Por supuesto no contesté: Todo lo que sucede en mis dominios ocurre porque yo lo permito. Lo que no me esperaba en absoluto, en que su mano se estrellara contra mi cara. Eso me descolocó un poco pero despertó la bestia que duerme en mí. Claramente buscaba un castigo y mi juego con Min lo extendía en ella para sentirse sometida. Mi mente lo estaba valorando peligrosamente.

Me liberé de sus lazos. La besé con lujuria dando a probar sus propios jugos, No habría castigo para quien lo desea tanto, ahora era mi turno.

- Si deseas que conteste a tanta pregunta, salgamos esta noche... -le susurré al oído-  y ponte muy sexy, sin ropa interior.

Ella quería sus propias reglas a lo que interrumpí diciendo:

-  Sssshhhhh..., niña,  este es mi juego así que, como Min, nunca discutas mis deseos. Si no te ves capaz, este juego ha terminado ahora mismo.


Salió hacia su piso, retándome con la mirada. Larga hora después volvió escandalosamente vestida.

- ¿Me invitarás a cenar? Voy a tu gusto o ¿es demasiado para el señor? -preguntó, dándose una vuelta ante mí. Aquel culo bajo la redecilla de las medias sería mío aquella misma noche... y sin rechistar.

Mis demonios empezaban a  brotar en estampida y, ante sus colmillos, mi cuerpo reaccionaba a sus retos.
La noche sería perversa... 

lunes, 14 de diciembre de 2020

DÚCTIL


Había quedado con Min. Trajo cena china, de esa otra que no se sirve en el restaurante. Estaba nerviosa desde mi propuesta para que fuese mi sumisa. Sé que eso no se pide, que es un acto voluntario y consensuado en un proceso largo, que nunca sea acaba para ambas partes.

- Desnúdate... -le susurré, acariciando su cuerpo. Pidió ayuda para bajar la cremallera del vertido. Me excité al comprobar, sorprendido, la ausencia de ropa interior. La besé de forma autoritaria y empecé a enumerar lo que íbamos hacer aquella noche, recordando cuándo hacia trabajos extras en aquel salón. 


Temía el castigo y me lo hizo saber. No tocaba en ese momento. Un castigo ha de ser para corregir. Y, ahora, estábamos aprendiendo ambos. 

- No temas, empezaremos esto como un juego. Poco a poco iremos poniendo los puntos sobre las íes.. Potenciaré tu placer en tus prácticas preferidas y te daré a conocer nuevas, junto a las mías. Te volveré más segura. Te daré amor, tranquilidad y seguridad. Aprenderás a dominar tu cuerpo y a darme todo tu vicio cuando lo pida. Te mostraré las herramientas para que cedas tu control en mí sin ningún tipo de miedo o vergüenza. Conmigo aprenderás a volar estando a mis pies -le argumenté con calma-. Ahora, colócate este corpiño y túmbate sobre la cama. 

Su cuerpo, menudo, delgado. Toda una tentación exótica a mi placer... y al suyo. Mi boca se hacía agua y mi mente se confabulaba con mi instinto para un volcán de perversiones. Empecé acariciándola desde la sien, con la yema de los dedos. Y antes de seguir de cintura para abajo, tras un rato, le vendé los ojos. 
Su sexo era como una mariposa aleteando para mí, lubricando con cierta ansiedad. Mis dedos se impregnaron de sus jugos. Su boca era una delicia y su cuerpo se iba arqueando, buscándome. 
Sus labios, henchidos de deseo, su clítoris prieto y erecto, sus aberturas latiendo. El impulso de mis dedos adentrándose en ella, buscando en lo recóndito de sus espirales, ahí donde lo sagrado podía verse profanado. Ahí me centré. Despacio. El garfio de mi mano penetrándola, por delante, por detrás, al mismo ritmo... in crescendo... mientras me pedía más. Una doble penetración es un desafío que pone a mil los sentidos. 


Me sorprendió que pudiera contenerse y que se viniera en mi boca cuando le indiqué. Y luego, como si ya lo hubiese hecho en otras ocasiones o me leyera el pensamiento, se situó de rodillas ante mí y con el tacto de su boca, se aplicó en todo mi sexo, como un ritual que me encantó. 

- Estoy complacido, Min.
 - Gracias…. 
- Señor…Gracias, Señor - indiqué para que ella corrigiera correctamente   
- Lo importante, querida, es disfrutar de cada momento y sentirse libre de ello y por ello. Y que cada acto sea un motivo más para crecer.

domingo, 8 de noviembre de 2020

RAYADAS


Las cosas con mi vecinita han sido muy intensas y espero saber gestionarlas para que no se compliquen demasiado. 
Entré en mi casa el lunes, después de contestar demasiadas preguntas en el trabajo sobre mi acompañante en la cena de marras y dejar claro que era un bombón pero que solo había amistad. Me doy cuenta de que en muchas ocasiones no hay que perder tiempo ni paciencia en contar las cosas porque entre lo que yo digo y lo que los demás piensen, existe un abismo, casi siempre, insalvable. Ciertas verdades, por alguna razón, no resultan nada creíbles.

Luego de una ducha reparadora y unos minutos de relax, apareció ella. Me quedé extrañado porque llamó a la puerta. No es nada habitual ya que entra como Pedro por su casa, algo que no me gusta mucho porque sí, tengo mi privacidad oscura. -Me sonrío picaramente-. Su cara se sonrojó cuando me vio cubierto con la toalla y sus ojos evitaron mirar a cualquier lugar que no fuese la mía. Eso también era extraño para el desmesurado descaro de la muchacha. Su mirada me estaba desafiando aunque mirase hacia otro lado.


- He estado pensando y quiero dejar clara algunas cosas entre nosotros -me dijo como si tuviera ya un discurso bien argumentado o preparado. Me apoyé en la encimera y serví una copa de vino fresco para tomar. Era lo más apropiado para  "las historias" de la niña.
- Proceda usted -respondí. 
- Primero..., que te podías vestir, andas medio desnudo, y, segundo -respiró profundo, percibiendo en ella cierto enfado-, lo que pasó la otra noche no significa que tengamos una relación. No quiero que nos rayemos con este tema, aunque a veces caigamos o tengamos sexo, quiero que seamos libres. Bueno esto era más o menos lo que quiera decir finalizó mostrándome un tono más calmado, menos malhumorado. Apuré un trago vino y sonreí:
- Totalmente de acuerdo, señorita, nunca te preocupes por eso. Mis cosas me gusta tenerlas muy claras y , por tanto, que los demás tengan las suyas igual. Respecto a lo de vestirme -dije, haciendo una pausa- creo que no debo recordarte que estoy en mi casa y que no has tenido ningún inconveniente en verme ni vestido ni desnudo, pues entras como si esta fuera la tuya.


Acto seguido me quité la toalla y fui a mi baño a afeitarme. Sentía en mi espalda el peso de su mirada. Aquella situación me provocaba.

 - ¿Te gusto la otra noche? -preguntó en otro tono. Empezaba a ronronear mientras entraba en el baño. 
- Me encantó. Con una copita tienes un puntito muy chulo y estuviste encantadora en el fiestorro -dije, viéndola reflejada en el espejo.

Sus manos acariciaron mi espalda desnuda y sus brazos rodearon mi cuerpo. La miré en el reflejo del cristal, la besé con descaro. La recorrieron mis manos con indecencia y sentada de espaldas al espejo, mi boca se cobró su insolencia. Tantos humos altivos y ahora se difuminaban en una mansedumbre en la que la carne se apoderaba de su lógica. No estaba yo, tampoco, dispuesto a perder mi oportunidad. 
El ratón que se mete en mis dominios debe saber con qué gato se encuentra. 
La incliné frente al espejo,dejando que se viera, que se observara cómo su rostro iba cambiando, como sus movimientos se cedían a mí. La acaricié, tomé su piel con un deseo provocado. Indagué en el perfil de sus glúteos y la penetré con descaro, hablándole sucio y sin cuidado, poniendo distancia entre los sentimientos, solo follándola duro. Me gustaba aquel instinto salvaje que me suscitaba y cómo era capaz de convertirse de gata mimosa a perra cerril.


Ya más tranquilos,  no pude resistir la tentación de besarla y abrazarla para colmarla de ternura. Ese otro instinto calmado y protector para acto seguido decirle que había quedado aclarado todo y:

- ... No te rayes -seguí, haciéndole una carantoña en su todavía acalorado rostro-. He quedado esta noche con Min para cenar y debo vestirme. 

Al volver la puerta para cerrarla,  escuché:

- ¡Será hijo puta...!. -Sí, pude intuir la rabia contenida pero era evidente, y ella así lo había recalcado, que no formábamos un círculo más allá de esos momentos de sexo y de ese compromiso profesional para con mi casa. Dar la razón, confirmarla, tampoco siempre es entendible. ¿Cabreada de nuevo? ¡Qué complicado es comprender algunas cosas! ¡Y lo contento que yo estaba al poder tener una follamiga!

En fin, hay frutos de una sola cosecha y cosechas de muchos frutos.

lunes, 26 de octubre de 2020

ÁGAPE

Satisfecho después de mi encuentro con Min y encantado con la situación provocada a mi vecinita, volví a casa, a limpiar y recoger a mi cómplice del lugar del crimen. 
Al día siguiente coincidí con ella en casa. Entré seguro de mí mismo, saludando, rodeándola divertido y provocando su sonrisa con bromas, mientras doblaba ropa. Sacando mi mejor talante le pregunté.

- ¿Alguna braguita sospechosa? 
- ¿Ya estuvo tu china adultera ayer por aquí? -sonrió 
- Sabes que sí. -Hice una pausa incisiva-. Cenaste la comida que me trajo -aseveré, sabedor de que también encontró las pruebas. Hay que medir bien los movimientos. La ambición nunca debe ser mayor que el talento-.Tengo una propuesta para hacerte. Hay una fiesta de empresa mañana y debería llevar acompañante. Si quieres venir, te presentaré a mucha gente y serás una amiga. Cenaremos de lujo y de vuelta a casa... -No me dejó acabar.
- ¡En serioooooo! ¿Qué me pongo?, ¡necesito arreglarme y prepararme ropa! 
- Ponte un vestido y luce ese cuerpito que tienes -la piropeé, sonriendo por la frase de marras.

Fue el centro de las miradas. Mis manos acariciaban su cintura mientras le presentaba a todos. Me pegué a su espalda haciendo notar mi presencia descaradamente y la rodeé con mi brazo hasta dejar que mi mano se posara sobre su vientre. En una de esas, hice un ademán muy mío mientras les decía a un par de tipos:

- Me la llevo a comer algo... Es mía -Y, ahí, mi mejor sonrisa.

 La nena cenó como si le debiesen dinero, no sé donde lo mete.

Ya en el ascensor, bajando al garaje para volver a casa, insistí en pegarme a su espalda, rodeándola con mis brazos.

- Gracias por acompañarme -le susurré-, has triunfado y lo he pasado genial -continué, besando su cuello con mis labios entre abiertos. No necesitó separarse ni un centímetro. Rotó sobre sí misma y su lengua se hundió hasta mi garganta. Absorbió mi lengua con tanta avidez que pensé me la arrancaba de cuajo. Pero la agarré bien de las nalgas y la apreté contra mí. No se sorprendió de notarme duro de entrepierna.


Subimos al coche con más desgana que otra cosa. Creo, que de haberlo pensado menos, hubiéramos follado allí mismo pero la empresa es la empresa y uno tiene una imagen que conservar. 
Mi mano derecha era un duende entre el cambio de marchas y el hueco entre sus piernas. En un momento, vi sus braguitas de encaje blanco colgadas del mando. ¡Dios y mis demonios se pusieron como locos! Una hembra entregada, sin bragas, provocándome desde el otro lado del asiento. Intenciones sucias y mi mano, haciéndole la ola, juguetona, usurpadora, obscena... se coló entre el hueco de sus piernas hasta notar la calidez y humedad de su sexo, mientras la muy cabrona me iba haciendo preguntas sobre Min. Su curiosidad estaba siento insana y se mostraba como una perra en celo.


No llegamos a casa. El hambre a sexo nos pudo más. Aparqué debajo de un árbol, ahí donde la luz anaranjada de la farola llegaba difuminada y me abalancé sobre mi vecinita con el mismo ímpetu que ella me recibía. Igual que no sé dónde mete lo que come, tampoco sé bien de dónde saca esa fuerza. Me vi quieto en mi asiento, con ella encima, con sus pechos desnudos a la altura de mi boca y en la mirada todo el deseo acumulado como la humedad que empapaba mi sexo. 

Le comí la boca y noté cómo me hacía hueco entre los húmedos pliegues de su carne, como sus babas se fundían con las mías y los alientos, agitados, bailaban al ritmo de su cuerpo sobre el mío. Sus pechos eran un escándalo para mis demonios. Mi boca el recinto preciso para custodiarlos. Mis dientes, la mejor fricción... El olor de su piel, su sabor... y todo el vaho acumulado en los cristales. Conseguimos llegar a casa después de un desahogo acelerado. Entró a su piso un momento mientras yo me abría una cerveza helada. Me quedé descalzo, me relaja esa sensación, y escuché abrirse la puerta.


- Me pondré cómoda, también, no es de caballeros beber solo,  ¿sabes, guapito? -apuntilló.

Solo pude quedarme mirando esa obra de Dios. No pude pronunciar palabra, mi cuerpo hablaba solo. Tras un trago largo a mi cerveza, se la ofrecí y, sin dejar de mirar, cuando sorbía dejé escapar mis demonios... y los suyos los acompañaron.

Se convirtió en un volcán donde manos y boca eran lenguas de lava que me encendían. Cada gemido suyo era como un aliento a cada uno de mis deseos, a cada uno de mis demonios que no tardaron en atraparla y hacerla suya, siento yo esclavo de sus deseos hasta que, de pronto, se apartó, me miró fijamente, se sonrió... dejándome ver mis demonios echando fuego por su boca... y convulsionando en mi entrepierna donde su mano me sostuvo con ahínco. Me mordió los labios, se relamió como una vampiresa que acabará de hincar los dientes en el jugo más perfecto.




lunes, 12 de octubre de 2020

STIGMATA


El fresco de la mañana es un cómplice inesperado, su espalda se pega a mi cuerpo con forma de cuchara, se queja de frío mientras noto su calor interno.
Mis manos acarician su bonita espalda, mi cuerpo se pega al suyo, mis dedos bajan su pijama lo necesario, mientras su cuerpo se inclina hacia delante.
Hoy, en el día del Señor, cuando mi sentir se deja llevar por el vaivén del amanecer y el empuje de mis caricias  y se quiere abrir paso, suena su primer negado:

-Nooooooo...

Su mano guía  el camino elegido, el envite se hace más intenso y mis manos recorren su nuca debajo de su pelo en un baile embelesado, mientras se tumba boca abajo, mis manos vuelven a bajar por su espalda y mis dedos poseídos quieren entrar en su cuerpo. Es entonces su segundo negado:

- Nooooooo...


Sujetando su muñeca con mi mano, mi pulgar ensalivado profana su caverna y acompasa cada embestida, volviéndola más dócil. Mis manos vuelven a su espalda y es entonces cuando mi boca sonríe pensándote. Inclinando mi cuerpo sobre el suyo y penetrando su cueva prohibida. Arremete su tercer negado:

- Ahhhh... Noooo...

Su cuerpo se deja llevar poco a poco, metiendo su cabeza bajo la almohada, gime y clama por igual, dándose a mí por completo y haciéndome sentir poderoso, después de negarme tres veces como un discípulo a Cristo. 
Las marcas de fauces en su bonita espalda, las de sus muñecas y los glúteos colorados dan fe de los estigmas de elegidos al vencer al demonio.

viernes, 18 de septiembre de 2020

ALBORES

Demasiados días con demasiada paz, mi mente se estaba llenando de perversiones y mi boca echaba de menos mi licor favorito. Mi vecinita subía a horas incompatibles conmigo, me evitaba para realizar sus labores de limpieza en mi piso.
Con Min, desde que su marido vino de Corea, no sabía de ella y ya saben el dicho: "Cuando el diablo se aburre con el rabo mata moscas". Decidí darle una patada al avispero y provocar cosas.
Me presenté en el restaurante, la saludé cordialmente y pregunté si podía llevarme el pedido a última hora. Asintió con la cabeza sin decir nada.

Entró como siempre en mi piso, dejó la cena sobre la mesa con gesto ceremonioso. Su cabeza se inclinaba hacia abajo.

- ¿Todo bien, amor? -le susurré al oído mientras giraba a su alrededor.
- Sí, ya sabes todo. No sé qué decirte más.

Levanté su cara y la besé en la boca. Su reacción fue confusa. Quería retirarse y, a su vez, lo deseaba.

- Te echo de menos -dije, mientras mis manos la rodeaban. 

Su respiración nerviosa era conocida para mí. Con sus labios entre mi boca intentaba decir que era una mujer casada y sonaba a un, por favor, nada creíble.  Ya apoyada sobre la mesa y con la falda a la altura de su cadera, bajé a su sexo pero me paró. "Esto se acabó", pensé.
Fue al baño. Dejó la puerta abierta y observé cómo frotaba su sexo con una toalla húmeda. Al salir, volvió a enredarse en mi cuerpo como una serpiente, dándome por fin su cuerpo y mi licor favorito.

- Desnúdate y ofréceme tu cuerpo sin pudor. Ahora tienes más morbo para mí.

                                                                           

La penetré con firmeza. Usé palabras duras y la azoté enérgicamente. Me miraba sin entender pero no vi atisbo alguno de repudia.

- ¿Tienes hijos? ¿Cuántos? -interrogué mientras mis azotes eran más duros y ella no podía parar de hiperventilar.

Al final de una sesión de azotes y lamentos, confesó tener un hijo mientras profanaba esas nalgas en pompa y la masturbaba a su vez con un cómplice de juegos. Eran gemidos y quejidos por partes iguales y mi perversión crecía, asegurándome de que mi vecinita los escuchaba o quizás nos espiaba. Eso me daba un morbazo tremendo.

Acabé aplacando mis deseos  después de un par de semanas de abstinencia. La apoyé en la mesa mientras la besaba y mi cómplice remató la faena.
Me confesó que aquello era vergonzoso para ella, pero su lengua seguía por mi boca y sus brazos enroscados en mi cuello. Se hizo la calma. Solo se escuchaba su respiración agitada con su cabeza inclinada hacia abajo, apoyada en mi hombro.

 - Las cosas entre nosotros precisan cambiar, Min- -E hice una pausa en tanto le acariciaba el pelo-. No puedo ser ni tu novio, ni tu amante. Ne gustaría enseñarte un camino nuevo, si tú deseas, un camino donde conocerás el verdadero sentido de la libertad... y vivirás esta relación conmigo de una manera totalmente diferente. Te inspiraré la necesidad de estar conmigo, de desearme, de complacerme en todo... , cómo yo quiera y cuándo quiera, que acabes, libremente, eligiendo ser mía, totalmente mía. Tener el control de ti, que cedas tu voluntad a mi placer... -Ella me miraba como asustada. No estaba seguro de que comprendiera del todo lo que le estaba diciendo pero habíamos hablado alguna vez y había notado su curiosidad por el tema. No tenía prisa alguna.

Era tarde y pensé en acercarla al restaurante, mientras ella se vestía, me ausenté un momento. Baje a casa de la vecinita. 

- Tengo que salir pero, si quieres comida china, tienes sobre la mesa..., sin tocar. 
- ¿Estabas acompañado? -preguntó.
- No seas curiosa -contesté- y no entres al salón. Tengo que recogerlo -Dentro de mí había una sonrisa perversa. Sabiendo que allí,  en el suelo, exhausto, descansaba mi cómplice y toda la confesión obtenida, y que ella no resistiría la tentación.


Había cambiado algo dentro de mí. Cuando dejas salir a los demonios, algunos se niegan a volver…

lunes, 7 de septiembre de 2020

SUBDUED


Verla arrodillada, en braguitas y con ese corpiño, esperándome, en silencio, me produce un placer inmenso. 
La observo sin decir nada. Puedo escuchar su respiración y percibir su excitación.  Estoy curtido en estas labores. No me vendo por un puñado de billetes pero disfruto ejerciendo un trabajo que me satisface y que me aporta buenos beneficios. 

- Te inclinarás sobre la mesa y usaré el flogger, suavemente. Contarás para ti cada azote. Tal vez luego pregunte -incidí para hacer una larga y densa pausa-. Tendrás tus bragas mojadas para entonces. Lo comprobaré. Si no es así, tendrá consecuencias. -Podría azotarla de nuevo con algo más de intensidad o, bien, usar sus braguitas a modo de mordaza-. Te lameré por un tiempo, largo e intenso -seguí mientras me movía alrededor suya-. Me abriré paso entre tus labios, una y otra vez. Si durante ese tiempo no te has venido en mi boca... Tendrá consecuencias. -Me detuve detrás de ella, bien pegado, para que notara todavía más mi presencia-. Volveré a comerte con lascivia. -Comencé a caminar despacio en la misma circular hasta quedar frente a ella. Su mirada hacia el suelo no le permitía ver más allá de mis zapatos. Me incliné y le hablé al oído-: Quiero sentirlo en mi boca. Quiero oler a ti, saber a ti... Quiero que marques mi cara como una leona con tu licor. ¿Has comprendido todo lo que te he dicho? -Asintió y negó a la vez.
                                                                                                                                                             

La máscara seguía cubriéndole el rostro. Las manos atadas a su espalda. Así me la entregó la Madame. La acompañé para inclinarse sobre la mesa.

- Cuenta para ti cada azote. -Tres moderados, otros tres más severos. Ella respingaba y yo más me excitaba.

Me incliné entre sus bonitas piernas. La despojé de esas bragas vulgares y lamí durante seis minutos. Solo se humedeció. Fueron otros seis azotes severos antes de volver a lamer otros tantos minutos. Mantuve cerca la fusta y, tras unos instantes de trabajo manual, le introduje un dildo. Conté varias decenas de azotes en total. Algunos muy severos, he de reconocerlo. Abrí sus nalgas. Sus piernas temblaban y la penetré con fiereza, notando la presión del juguete en su trasero y la estrechez de su conducto. Acabar dentro de ella fue sublime.

La sesión debía acabar. Había pasado la hora contratada. Estaba realmente extasiado. La desaté y quité su mordaza. Dejo que conserven siempre la máscara. No solo es erótico, también una pequeña frontera.

- ¿Algo que decirme? -pregunté, mirando su rostro algo descompuesto y sonrojado.
- Solo vine a decirles que mi sobrina no podía venir hoy, pero las señoras de afuera me invitaron a pasar al preguntar por usted. Yo asentí, pero no me dejaron explicarme más y me taparon la boca con esa bola. No sabia dónde venia. Lo demás, ya lo sabe.

Algo hizo crack dentro de mí. Mis demonios se tomaron unas libertades que tenían prohibidas. Aquello no debía haber sucedido, ya no por mí, sino por la Madame. Ese día dejé ese trabajo extra. Cambié de dirección y conocí a Min en el restaurante chino..., y a mi vecinita nueva.