miércoles, 16 de marzo de 2022

MÉRITOS

Jueves de relatos



No era especialmente guapa pero sí muy atractiva. Coincidíamos los fines de semana tomando algo por los mismos barrios. Nos mirábamos y, confieso, que flirteaba con ella. Miraba sus piernas con descaro, relamiéndome el labio superior alguna vez. Ella cada vez las cruzaba más intensamente. 
Era un juego entre ambos a pesar de nuestras parejas. Su esposo era dueño de una empresa de conservas. Cuando cerró mi fábrica eché cientos de curriculums por todos los lados y un día me llamaron para una entrevista. Al final de ella, la vi aparecer en la oficina. He de reconocer que se me saltaron los colores. Al cabo de los días me contrataron. 

El dueño falleció después de una larga enfermedad, quedando al cargo de la empresa su hijo y ella. Estaba claro que el hijo no tenía la misma dirección que su padre y pronto la fábrica estuvo en crisis. Se planteó un recorte de plantilla. Me quedé impactado escuchando una conversación de varias mujeres, manifestando su miedo, pero a una de ellas escuché decir: "No me van a echar. Se la chuparé a quien haga falta". 
En ese momento mi mente pensó en la viuda, que se dejaba ver por la empresa más a menudo. Me volví más descarado, incluso rozando mi cuerpo con el suyo alguna vez. Me llamó a la oficina y me ofreció ser su chófer temporalmente y cuidar de su finca. Me pidió seriedad. Le ofrecí toda mi lealtad y complicidad.

Despidieron a la mitad de la plantilla, pero me llamó la atención que la mujer decidida a hacer lo que hiciese falta seguía trabajando por méritos propios, supongo, contando con el apoyo del encargado y del hijo. Yo sigo con la viuda y bajo su protección.