Cenando en el restaurante, mirando su cara preciosa y sus ojos azules, llegó el momento de las siempre incomodas preguntas de reflexión donde te juegas la siguiente cita . Por tanto, hay que poner todos los sentidos y atención.
Ella pregunta primero:
-¿Eres sincero?
-Bueno, ser sincero no lo considero una virtud, a veces puede ser muy desagradable la sinceridad.
-¡Dijiste que eres pintor!... ¡Y no lo eres!
-Eso no es mentir, es solo un camino más para llegar a un fin.
-¿Engañas a más chicas con este truquito?
-No es un truquito, fue improvisado y, esta tarde, todo ha sido maravilloso.
-Entonces, ¿ me firmarás el retrato?, ¿con tu nombre real? -Risas de ambos.
-¡Nooo! Qué vergüenza, además, sabrán que te he visto desnuda si lo hago.
-¿Tú crees que se parece algo a mí? ¡Cómo se puede tener una cara tan dura! -rio divertida-. Tampoco eres vegano. Te estás comiendo un filete de ternera, tengo un chupetón en un pecho y la verdad, si lo pienso mucho, no tenemos muchas cosas en común. Veo que me has puesto tu nombre al dorso del retrato y tu móvil. No te prometo nada. Todo según la marcha, sin estrés. ambos.
-¿Cómo se puede tener esa cara tan bonita? -Hice una pausa sosteniendo mi mirada-. Me ha encantado amarte de esa manera toda tarde y te he invitado a cenar para compensar daños colaterales -alegué-. He cenado un filete, porque nunca una historia de amor comenzó con una ensalada. -Sus labios se inclinaban hacia un lado para evitar reír.-Además, tenemos un comienzo que no olvidaremos, podemos ponerle un marco al dibujo para recordar nuestra primera cita y más anécdotas en una tarde que muchas parejas en un año.
No creí conveniente decirle que tenia su numero, porque me hice una perdida con su móvil, ni el mordisquito en su larguita espalda. Ahora solo tengo que aguantar no llamarla antes de que lo haga ella.