Foto de la red
Siendo conversación distendida y amena,
nada hacía presagiar la tormenta.
Se enrareció el ambiente y se tornó
de un gris plomizo, frío,
fue el detonante para subir el tono
ya enrarecido y crispado.
Lo que comenzó gozándose, se torno
puñal hiriente en tu boca.
Garganta blasfema, estridente a mi oído
con dolor profundo en el pecho,
se hizo añicos el amor nuestro.
Y tu mirada llena de odio
fue la que mi sangre heló.
Se hizo trizas nuestro amor.
¡No solo fue el sonido de tu voz!
Copyright Fini López Santos