(Autora:
©Patricia)
Caracolas en la arena que conducen mi
destino,
bellas piedras en el camino que me
hacen despertar.
Caracolas en la arena que me guían
hacia el mar,
donde encontraré la calma, donde
encontraré a mi amor,
donde descansará mi alma, donde
brillará mi sol.
Huella tras huella voy contando mis
heridas,
al caminar por esta vida de agonía
que ya quisiera dejar.
Caracolas en la arena que me llevan
más allá,
hacia el faro que, a lo lejos, el
refugio me dará.
Con cada paso, el viento susurra
antiguos secretos,
historias de navegantes que buscaron
allí la paz.
Las olas cantan una suave melodía,
envolviéndome pacientes
Para aplacar mi ira.
El faro, testigo majestuoso en el
horizonte,
una torre de luz que promete guiarme
a un nuevo amanecer.
Pero, en su brillo distante, también
veo mis sombras,
mis miedos y mis dudas, que se
aferran a mi piel.
Pero no estoy solo en este viaje, lo
sé.
Las caracolas me susurran, la
esperanza siempre cerca,
escondida en la costa, en los
destellos del mar.
Y aunque el camino sea largo, cada
huella en la arena,
cada cicatriz en mi alma, me lleva un
poco más cerca
del lugar donde mi espíritu
finalmente podrá descansar.
©Patricia
(Poema perteneciente a la propuesta de Variétés: “Un verano de fotografía”)
Lindo poema, con esas caracolas que nos dejan oír la voz del amado, y del que esperamos escuchar. Esa arena que arrastra nuestros pies, dejando las huellas en la playa todo con una linda prosa. Besos, Patricia.
ResponderEliminarUyuyuy.....
ResponderEliminarNo me gusta el cariz que toma el poema, pero tengo la esperanza de que las caracolas le hagan ver que la solución está en ella y no en tirar la toalla, sino en seguir luchando.
Un besazo
Un poema y una historia que no deja indiferente a nadie!
ResponderEliminarUn abrazo