ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

Participantes y textos de la convocatoria de octubre: "Mosaico"

Campirela/ Nuria de Espinosa/ Auroratris/ Gustab/
Susana/ María/ Marifelita/ Dulce/ Chema/ Lady_P/
Tracy/ Dafne SinedieGinebra Blonde.  

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domingo, 30 de junio de 2024

El estreno


(Autora: ©María Cristina García)


(Robin Isely)


Me presento. Soy Verónica Rodríguez, la directora de esta compañía de teatro... Bueno, compañía, por llamarla de alguna manera, porque las actrices son unas inútiles, no saben hacer nada, ni bailar, ni cantar... nada de nada. Y no digamos el resto del elenco, las modistas, el regidor y la productora... a cual más desastre.

Mira, ayer teníamos que hacer el ensayo general y al regidor se le olvidó poner los carteles de: “Hoy ensayo general”. Pues no sé cómo, hubo gente que se coló al teatro y llenaron el patio de butacas. Y eso que la taquilla estaba cerrada, no había portero ni acomodadores, lógico ¿verdad? el estreno es hoy, no ayer. Pues a nadie se le ocurrió comprobar que la puerta de entrada estuviese cerrada, así que empezó a entrar el público, pensaron que iban a gozar de un espectáculo gratuito... Bueno, el espectáculo sí que lo dimos. Imagínense la sorpresa que tuve, cuando salgo a escena y me encuentro aquel panorama.

Les informé de su error, que el estreno sería al día siguiente, o sea hoy. Me presenté y les dije nos tocaba hacer el ensayo general, que no podían estar allí, que hiciesen el favor de marcharse... Nada, oye, que no se iban.

De repente, entró hecha una furia Julia Rius, la productora, protestando no sé qué del texto de la obra. Siempre me viene con cambios de última hora, encima delante de toda esa gente que ni había visto.

Roja de vergüenza, le advertí que no estábamos solas. Se quedó de piedra. La dije que se presentase y lo hizo recalcando que ella era la que pone la pasta; el “money, money”, siempre presume de que se formó en Broadway y por eso se le escapan palabras en inglés.

En eso que entra Míriam, una chica del coro que también se sorprendió de ver público. La pregunté que como estaba, se nos puso a llorar porque la había dejado su novio ¡Menudo drama! Pero pronto se recuperó y se presentó ante todos. Mientras tanto llegaba la Maña, no me refiero a la vedette del Molino, a esta la llamamos así, porque también ha nacido en Aragón, su nombre real es Virginia. Nos preguntó por Pepe, el electricista, que resulta que le tenía que cambiar una bombilla de su camerino porque no veía nada, y como no le encontraba por ningún lado, se le ocurrió intentarlo ella misma, se cayó y se rompió el pie. Ahí la teníamos con muleta y todo. Solo nos faltaba eso, una de las bailarinas con la pata rota. No sé qué más podía salir mal.

Bueno, aunque fuese con público, teníamos que preparar el ensayo, ya que el estreno era para el día siguiente, o sea, hoy. Había que arreglar el escenario y el vestuario, llamé a Encarnación y a Pepita, la modista de la compañía. Menudo par, una que no para de hablar y la otra fastidiada de la vista y el oído, que no se entera de nada. Teníamos mucho trabajo que hacer. De golpe, entró Brigitte, nuestra vedette, exigiendo a las modistas que arreglasen su falda demasiado larga que no dejaba ver sus maravillosas piernas. Cuando se dio cuenta de que había público, se presentó como la estrella del espectáculo. La verdad, es que todos se lo estaban pasando en grande y no se movían de sus butacas, mientras nosotras, en el escenario, intentábamos ordenar aquel desbarajuste.

Entonces llegó Alberto, el regidor, quejándose de todo y de todos. Le eché en cara que no había puesto el cartel informativo del ensayo general y que la puerta principal estaba abierta, permitiendo la entrada a cualquiera.

Se presentó excusándose que se olvidó de lo del cartel pero que nadie le hacíamos caso.

Se me ocurrió decir que nos preparásemos para ensayar el número del cabaret ¿En que estaría pensando yo? Solo estaban presentes Miriam, Brigitte y la Maña, con su pata rota. El regidor nos dijo que había que organizar el atrezzo, la iluminación, el sonido, etc. y que como no había llegado el resto de las bailarinas, teníamos que sustituirlas entre todas, incluidas las modistas. Me quejé, pero al final tuve que hacerle caso. Llamé a Julia para que volviese a escena, no veas cómo se puso ¡Ella, la productora, bailando, como una corista cualquiera! Pero Alberto la acabó convenciendo.

Cuando ya habíamos preparado las sillas para la coreografía, Miriam dio un grito desgarrador que nos asustó a todos, se le habían caído las lentillas. Alberto trató de buscarlas en vano, así que salió un momento y volvió con unas gafas para todas. Ya no quería más interrupciones.

Sonó la música y todas en nuestras sillas seguimos las indicaciones del regidor, hasta casi el final, que hubo bastante caos, porque no sabíamos en que silla teníamos que acabar.

Julia y yo nos marchamos, ordené a las chicas que ensayasen, que buena falta hacía.

Parece ser que después de tanto bailoteo, les entró hambre, y empezaron a decir que les apetecerían unos bocadillos. Encarnación y Pepita les hicieron notar que era una falta de respeto hacia el público, a no ser que les invitasen también. Así que Alberto empezó a preguntar a todo el mundo de qué querían el bocadillo ¿de jamón ibérico, de chorizo de Cantimpalo, de tortilla de dos huevos? Y se fue al bar del teatro para encargarlos.

En eso que se presentó Pepe, el electricista, diciendo que tenía mucho trabajo. Le echaron en cara que nunca estaba cuando se le necesita. En aquel momento llegó Alberto cargado con los bocadillos, cuando vio a Pepe, se asustó, porque ese se lo chiva todo a Julia, la productora, y no sabía cómo le iba a sentar.

Precisamente es cuando Julia entró y notó el olor, quiso que le explicasen que significaba aquel montón de bocatas. Me llamó a mí, que no tenía ni idea de qué tramaban. Al final, ella misma propuso que repartiésemos los bocadillos. Alberto advirtió que solo eran de mortadela ya que el presupuesto no daba para más. Pero, en fin, todo el mundo merendó.

Nos despedimos hasta el día siguiente, o sea, hoy, el estreno.

Y aquí estamos esperando y no hay nadie, a parte de los acomodadores y la taquillera, que acaba de decir que ya es la hora de empezar y ni una sola persona ha venido a comprar la entrada ¿Será porque les dijimos que hoy no habría bocadillos?

©MaríaCristina García Carrera

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Surrealismo”)

viernes, 31 de mayo de 2024

El transcurso del tiempo

 


(Tom Bagshaw)

 
Llegará la primavera, entonces volveré a mis orígenes. Encontraré la casa oscura, abriré puertas y ventanas, limpiaré el polvo acumulado de tantos años de olvido, dejaré entrar el sol de pleno y las habitaciones se llenarán de recuerdos. Aquella infancia lejana regresará a mi mente.
Saldré fuera, descubriré la tierra dormida, la despertaré con las simientes que plantaré para alimentar mis sueños. Un cielo azul contrastará con las cimas nevadas de las montañas, la nieve que poco a poco se deshará para llenar los arroyos que regarán los prados y cultivos. Caminaré por las sendas cercanas y veré la vegetación que ha sobrevivido a los incendios y a la depredación humana, descubriré como la naturaleza revive una y otra vez.
 
El verano seguirá con la alegría de los que vendrán a visitarme. Los hijos dejarán el trabajo por unos días y los nietos disfrutarán de las vacaciones estivales. Madrugaré con las risas y juegos de los niños. Instalaremos la mesa bajo la sombra del árbol milenario y pasaremos largas tertulias de sobremesa charlando, cantando y soñando. Haremos excursiones para descubrir paisajes resplandecientes de vida, participaremos en las fiestas del pueblo, y por las noches, totalmente agotados, dormiremos de una tirada.
 
Pero el verano se acaba pronto, sin apenas darme cuenta, dará paso al otoño. Los bosques irán adquiriendo aquellos maravillosos colores de la madurez: del verde claro al amarillo, del encarnado al granate y del beige al marrón. La tierra se cubrirá de hojas secas que se transformarán en los nutrientes que sustentarán el subsuelo y sus criaturas. Colmaré mi despensa de manzanas y castañas y observaré desde la ventana como, poco a poco, se va durmiendo la tierra.
 
Y finalmente llegará el invierno. Las noches se harán cada día más largas, la nieve caerá envolviendo los campos como una gran sábana protectora de la vida. Yo observaré el horizonte saboreando cada instante, esperaré tranquila el final, mi final; el día que mi tiempo se acabe, cuando esta tierra me cubra para siempre. Pero el transcurso del tiempo no se detiene, seguirán viniendo otras primaveras, el ciclo de la vida seguirá dando vueltas, aunque yo ya no esté.
 
 
(Texto perteneciente a la propuesta de Variétés: “Tómate tu tiempo”)

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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