Y ahora, parada frente aquella puerta azul, a la que le dedicaba una mirada intensa y a la vez extraña, todo era una incógnita que alentaba su curiosidad.
Reinaba el equilibrio en su ilusión, una mezcla de incertidumbre y deseo pugnaban en su corazón intentando derrotar aquel estado estático en el que fluían todos sus pensamientos, al final la inercia se impuso y comenzó a caminar, se acercó a la puerta y la abrió.
Sus ojos no vieron nada especial, sus oídos escucharon una melodía lejana y advirtió una brisa fresca, chocar contra su cara, con aromas perfumados por la inmensidad multicolor de un patio lleno de flores.
Sintió un desconcierto aún mayor, como un vértigo que se apoderaba de ella, algo que ya había sentido en algún momento de su vida, pero que ahora se multiplicaba expansionándose en una mescolanza de sentires de la que parecía no querer regresar.
Empezaron a abrirse sus sentidos, vio ese hueco en el mundo en el que sentirse completa y cómoda, el que es tan realmente complicado encontrar fuera del ruido que satura el silencio y que no encuentras cuando lo necesitas con desesperación.
Había tanta luz… tantas sensaciones escondidas detrás, las percibía, había abierto su corazón en tan pocos instantes que no paraba de sorprenderse, ahora percibía que la vida era un juego de contraste en el que solo se competía para ganar, pero que a veces era bonito perder, dejarse vencer para ver la ilusión de los adversarios y nutrirse de ella.
Supo que el llanto es belleza, cuando nace entre la timidez de una sonrisa y el vuelco sincero del corazón derramándose en espasmos de felicidad, vio claro que la empatía no es una buena consejera, si no se destina a estrechar los destinos que acercan a las personas a caminar juntos mientras rompen los silencios y cruzan las miradas buscando ese sol maravilloso que hace sentir la confianza.
Cerró los ojos, esperó… y al abrirlos entendió que la vida es un abismo por el que se camina de la mano del azar, que todos ansiamos esos silencios que quiebren las cicatrices que nos va dejando en ellos, silencios donde colgamos nuestros anhelos los deseos inalcanzados y las caricias que se esperan en el infinito.
Y así fue como en la calma y luz de aquel lugar supo que la magia no se puede encontrar en lo material en ninguna otra parte donde no resida nuestro espíritu, que la magia es la ilusión de entender la vida desde una forma especial y maravillosa y que solo ella es capaz de cortar o despegar sus alas cuando se quiere volar.
Volvió sobre sus pasos, sin mirar atrás el silencio seguía reinando, esta vez a sus espaldas, pero no quiso mirar atrás, abrió la puerta nuevamente y salió del lugar, tras andar unos pasos se giró y allí solo había un muro de piedra y un huerto abandonado que nadie había sido capaz de cultivar.
Dos días después ella se encaminó hacia la biblioteca, era otra persona, lo sabía, todo en ella había cambiado, entró… sonrió a la bibliotecaria y pidió un libro al azar, se encamino hacia una de las mesas y de su bolso sacó una nota… la tendió sobre la mesa y con su pluma escribió:
*la magia existe, y tú, bien lo sabes; te espero… tras la puerta azul.
Solo hay magia si se cura el corazón.
©Agapxis Poveda
Relato perteneciente a la propuesta "Entra"
Ungido de esta tolerancia de simétrico contraste
que va pudriendo y enrareciendo el aire,
dilatando el fugaz camino que me dispersa
sobre mi destino tangencial hecho promesa.
Me vi llorando lágrimas de arlequín
en la lejanía de mi propia melodía sin fin.
Una cruz de mísero azar resplandecía sola
mientras urdía un velo opaco en mi hora
cual resignado y carcomido calvario
marchitaba sueños y latido descompensados.
Fue entonces circundante la esperanza en su travesía
complaciendo el luto ciego de mi armonía
y despertó brutal el confín de mi sombra
hiriéndome de lucida codicia
por saber cómo vuela la blanca alondra
que lleva en el pico la utopía
y surcan los cielos de la monotonía.
A la luz de una vela se cobijó mi vida
y la llave del amor propio abrió la puerta de salida,
hoy ando para abajo y para arriba
siendo autentico en el cielo de mi vida concedida.
Poema perteneciente a la propuesta "Citas Y Sueños"