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lunes, 5 de marzo de 2012

PARTE DE GUERRA VII


La Vanguardia Ostracista Libertaria Impertérrita Autónoma de la Nueva Individualidad Hiperbórea Iconoclasta Legitimista (AKA V.O.L.I.A.N.I.H.I.L.) lucha sin cuartel porque no tiene ni para un minipiso. La guerra de la V.O.L.I.A.N.I.H.I.L. es global y expansiva: sucede allí donde ha de suceder. Los miembros de la V.O.L.I.A.N.I.H.I.L. no necesitan saber necesariamente su condición de miembros, incluso es posible que desconozcan qué es la V.O.L.I.A.N.I.H.I.L., del mismo modo que no hace falta saber qué es la sístole y la diástole para vivir y, sin embargo, sin ellas sería imposible hacerlo.

La V.O.L.I.A.N.I.H.I.L. no es pacifista ni lo contrario: la V.O.L.I.A.N.I.H.I.L. simplemente es, más allá de cualquier tipo de etiqueta, incluida la de "V.O.L.I.A.N.I.H.I.L.". Cada situación requiere una respuesta y cada respuesta requiere una situación. Por eso las formas, los modos y las tácticas no subyugan a la estrategia ni viceversa: todo ocurre porque ha de ocurrir, y si no ocurre se ha de provocar. No es algo que haga falta entender. El entendimiento humano, como el de cualquier otra especie animal, tiene sus limitaciones. Vivimos con ello sin preocuparnos demasiado.

Las revoluciones pacíficas no significan nada: la de Gandhi fue pacifista, la de Mussolini también. Curiosamente los dos fueron buenos amigos y admiradores mutuos. El debate de la violencia no nos interesa porque es una trampa: la violencia se ejerce siempre desde arriba, desde el poder, por lo tanto los de abajo jamás podrán ejercerla. Sólo nos queda la agresividad: ideas agresivas, bocas agresivas, manos agresivas. El enfrentamiento directo con las fuerzas del orden sólo lleva a derrotas programadas contra los guardias de la porra. El poder siempre se mantiene alejado de la muchedumbre porque la teme: su supuesta legítimidad representativa funciona a través de miles de funcionarios y periodistas como intermediarios de distinto rango y servicio. La V.O.L.I.A.N.I.H.I.L. es capaz de asumir cada uno de los golpes sin inmutarse del mismo modo que es capaz de apreciar la belleza intrínseca de una algarada armada. La contradicción es nuestro principio de supervivencia: la coherencia es un invento doloroso y caro.

La sección "Tullidos y Retrasados" de la V.O.L.I.A.N.I.H.I.L. lucha cómo, dónde y con lo que puede porque puede y quiere. El propio nombre indica su propia contradicción: todos somos tullidos y retrasados, sólo que a ellos además les llaman "minusválidos". Ellos son tan válidos como cualquiera de nosotros: todos estamos hechos del mismo fango, todos somos hijos de Dos.

La sección "Tullidos y Retrasados" de la V.O.L.I.A.N.I.H.I.L. de lo que se conoce por Bolivia inició el 19 de Febrero una marcha desde Trinidad hasta la ciudad de La Paz demandando más ayudas y derechos. Su lema fue "somos retrasados, no gilipollas". Si la sociedad, si el estado, si la gente los aparta por ser minusválidos ellos no se van a amilanar. Sí, puede que les falte un brazo o que no sean tan inteligentes como para poder terminar los cursos de esos campos de reeducación que son los colegios, pero también quieren subisistir como los demás y, dado que no les permiten ser explotados en cualquier empresa como cualquier persona normal y entera, tienen que pedir las cosas a su modo.

AP / Juan Karita

Getty Images / AIZAR RALDES

Reuters / DAVID MERCADO

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AP / Stringer

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viernes, 7 de octubre de 2011

Miedo

Gandhi con jóvenes fascistas Avanguardisti en su visita a Roma (1931)

Gandhi dijo que
“la violencia es el miedo
a los ideales de los demás”,
y yo, lo reconozco,
tengo mucho miedo:
tengo miedo a Occidente,
a babor y a estribor,
miedo a todos los -ismos,
todos,
incluido el de uno mismo.
Tengo miedo a las neveras vacías
a las casas vacías
a
las
cabezas
vacías
o a las que no tienen sitio
para nada más.
Tengo miedo a los pájaros sin alas,
a los aviones sin alas,
miedo a las personas sin alas
que no se atreven a volar
o que lo intentan demasiado pronto
desde el puente de Toledo.
Tengo miedo,
mucho miedo,
miedo al miedo
al medio miedo
y al medio medio
(que es un cuarto)
sin ventanas
ni ascensor.