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Lady Eleanor era una dama que habÃa sido educada para seguir las estrictas normas de la alta sociedad victoriana. Su compromiso con Lord Harrington, un hombre tan respetable como poco carismático, era una cuestión de conveniencia. Sin embargo, la vida de Eleanor dio un giro inesperado durante el baile anual en la mansión de los Wellington, llena de leyendas y misterios.
Mientras se deslizaba elegantemente por la pista de baile, su mirada se encontró con la de un misterioso forastero, el cual le resultaba tan atractivo como familiar. Su traje de corte extraño y sus profundos ojos destacaban entre la multitud, y Eleanor sintió una súbita e inexplicable atracción hacia él, una sensación de déjà vu que la dejó aturdida.
El misterioso extranjero se acercó a Eleanor con una sonrisa enigmática y la invitó a bailar. Mientras bailaban, él habló en voz baja, revelando su conocimiento sobre los secretos de la mansión y sus misteriosas leyendas. Eleanor estaba cada vez más cautivada por su conversación, sintiendo que compartÃan un vÃnculo más allá de lo que podÃa entender en un principio.
Fue entonces cuando el forastero reveló su mayor secreto a Eleanor: era un descendiente directo suyo, venido del futuro. Concretamente, era su tataranieto, Kilian Harrington. Explicó que su conexión, esa atracción inexplicable, se debÃa a un antiguo ritual del equinoccio que habÃa transmitido a través de las generaciones. La mansión, en ese momento, estaba imbuida de una extraña energÃa que solo se manifestaba durante aquella época.
Eleanor, sorprendida pero intrigada, decidió seguir al misterioso forastero más allá de la mansión, a un rincón secreto en el jardÃn donde el antiguo ritual debÃa llevarse a cabo. AllÃ, bajo la luz de la luna, se unieron en un acto que trascendÃa el tiempo y el espacio, reforzando su conexión a lo largo de las eras.
A medida que el sol salÃa en el horizonte, Kilian le prometió a Eleanor que volverÃan a encontrarse en su tiempo, y que su relación estaba destinada a cumplir un propósito mayor que ni él ni Eleanor comprendÃan por completo. Con suma delicadeza, el hombre tomó la mano de Eleanor y la besó, tras lo cual, desapareció en un destello de luz, dejando a Eleanor en su época victoriana pero con un nuevo propósito en su vida.
Desde aquel dÃa, Lady Eleanor vivió con la esperanza de volver a encontrarse con su descendiente, sabiendo que su relación estaba destinada a desempeñar un papel crucial en el tejido del tiempo y el destino de su familia.
Lady Eleanor, atrapada en una vida de protocolos y conveniencia, habÃa experimentado una noche que cambió su forma de ver la vida y todo lo que la rodeaba. Empezó a mirar con otros ojos a su prometido, dándose cuenta que Lord Harrington, era un hombre tÃmido pero excepcional. Aquel descendiente suyo venido del futuro, habÃa abierto las puertas a un mundo de enigmas y maravillas que ni ella misma podÃa comprender por completo.
En los años que siguieron a ese mágico encuentro con Kilian, Eleanor se convirtió en una figura respetada en la sociedad victoriana, que anhelaba secretamente la reunión con su tataranieto. Estudió los rituales del equinoccio y las historias de la mansión con una pasión que nadie sospechaba.
Finalmente, después de algo más de ocho décadas, llegó el dÃa en que una anciana Eleanor, recibió una llamada de su nieto, que habÃa sido abuelo.
Eleanor y Daniel Harrington tuvieron un hijo y dos hijas. Y su primer nieto, hijo de su hijo, también fue un niño. Y también su bisnieto. Y ahora también, su tataranieto.
Siempre con ayuda y rodeada de su familia, fue a la clÃnica donde la mujer de su bisnieto habÃa dado a luz a Kilian Harrington, un bebé de casi cuatro kilos y cincuenta y un centÃmetros de largo.
Con lágrimas en los ojos, Eleanor cogió a su descendiente cuando se lo pusieron en sus brazos y le agradeció por mantener viva la llama de su conexión a lo largo de las generaciones, y en aquel preciso instante, el bebé sonrió.
Al final de su encuentro, el descendiente del futuro le reveló a Eleanor que su reunión tenÃa un propósito mayor: debÃan trabajar juntos para preservar el legado de la mansión y proteger los secretos que encerraba. Eleanor, ahora con un nuevo propósito en su vida, aceptó con determinación esta misión.
Poco después de ese emotivo encuentro, Lady Eleanor Harrington cerró los ojos por última vez. Pero su legado y su conexión con Kilian y la mansión, vivirÃan para siempre.
Kilian Harrington creció con el recuerdo de una joven Eleanor y el misterioso encuentro en el baile. Eternamente agradecido a que ella se casara con Daniel, haciendo asà posible su propio nacimiento.