Hoy me ha ocurrido un caso curioso que ha dado pie a este artículo de opinión, a esta reflexión sobre la cantidad de clichés que tiene esta sociedad, no estoy escribiendo nada nuevo al respecto y solo quiero dejar mi opinión… Estoy suscrita a unas encuestas sobre libros de una conocida editorial, la cual pide tu opinión sobre diferentes cuestiones relacionadas con la literatura, me encanta hablar de libros y me encantan las encuestas, por tanto, me gusta completarlas. Hoy he recibido una sobre un conocido libro de fantasía de literatura juvenil, —no quiero mencionar ni la editorial ni el libro por no hacer publicidad, ni mala ni buena—, y tras contestar las dos preguntas primeras, protocolarias, sobre sexo, edad, la tercera me preguntaba sobre si tenía hijos entre los 8 y los 15 años, a continuación, la encuesta me ha pedido la región de residencia y ha finalizado, no por error sino porque como he contestado que “no” a la pregunta de los hijos y mi edad no se corresponde con la edad recomendada de ese libro, ha terminado y no he podido contestar… Y así me he quedado, sorprendida, porque amo la fantasía, me encanta ese libro en cuestión, es mi género preferido y leo casi todo lo que cae en mis manos sobre él. Entonces, ¿por qué no puedo contestarla? ¿Por ser mayor? ¿Por no tener hijos? ¿Por no ser un género que lee la gente “mayor”? ¿Por qué?
Les he escrito mostrando mi desilusión y, mientras planchaba, —este dato es importante para demostrar que soy una mujer “mayor”, porque claro solo la mujer plancha y solo las personas mayores, claro—, he reflexionado sobre este tema, que quiero que quede claro que no es una queja ni contra esa editorial, ni contra las encuestas ni nada por el estilo, solamente es una reflexión sobre la cantidad, como ya he dicho, de clichés que tenemos en la sociedad. Ya se da por sentado que por tener cierta edad no se pueden leer novelas juveniles, ni fantasía, se supone que solo debes leer libros de “gente mayor”; y yo no dejo de preguntarme: ¿por qué no puedo leerlas? ¿Por qué? Ni mucho menos, después de leerlas, voy a criticarlas porque tengan un lenguaje sencillo y adaptado a cierta edad, nada de eso; ni me van a parecer infantiles porque aparezcan, por ejemplo, dragones, me encantan los dragones; ni la voy a abandonar en la segunda página porque el protagonista tenga 15 años y yo unos cuantos más… ¿Por qué nos encerramos siempre en los mismos patrones? Tienes cierta edad y ya no puedes leer eso, ¿por qué? Con tu edad, no debería gustarte leer sobre dragones, monstruos varios, seres fantásticos y magia, ¿por qué? Es más, a tu edad deberías tener, al menos, dos hijos, niño y niña, en este orden, el primero de 15 años y la segunda de 12, porque así está escrito, porque así debe ser, porque así lo dicta la sociedad… ¿Por qué?
No lo comprendo, de verdad que no lo comprendo, qué manía de limitarnos a nosotros mismos, de no dejar que cada uno haga y lea lo que quiera y de, continuamente, encorsetarnos en unas normas de protocolo establecidas por yo no se quién sobre cómo debe ser tu vida según la edad que tengas, lo que debes hacer y ya, el colmo de los colmos, lo que debes leer.
Pues sí, leo fantasía, leo literatura juvenil, adoro a los dragones, la magia, las criaturas fantásticas de todo tipo y, es más, no solo la leo también la escribo, porque disfruto una barbaridad cuando mi cabeza vuela imaginando escenas y seres maravillosos, fuera de lo común, fuera, justamente, de este mundo hipócrita, egoísta, envidioso y que no deja de dictarte las normas de lo que debes hacer con tu vida… Y, dentro de unos años, estaré en una residencia para mayores, si no me muero antes, y seguiré leyendo y escribiendo, —espero que la vista me lo permita—, literatura juvenil porque me encanta. Y seguiré diciendo, cuando me preguntan para qué edad son mis libros, que mis libros no son para niños, ni para jóvenes, ni para adultos, son para personas que les guste leer independientemente de la edad que tengan, el sexo, la raza, el idioma e, incluso, lo que coman en el desayuno.
Pero no solo leo literatura juvenil, también leo literatura “de mayores”: novela histórica, ensayos, poesía, hasta filosofía. ¿Por qué? No por mi edad, ni siquiera por mi profesión, lo hago porque me gusta leer y no me limito. A veces incluso salgo de mi zona de confort y leo géneros que no suelo elegir porque me gusta aprender, porque me gusta conocer, porque me gusta estar abierta a otras posibilidades y no cerrarme las puertas a nada. Y, sobre todo, que mi edad no condicione mis lecturas y mañana, si me apetece, volveré a leer los cuentos de Hans Christian Andersen o, incluso, veré la nueva película de La Sirenita, ¿por qué no?
Por desgracia, seguiré viendo clichés porque, aunque estemos en pleno siglo XXI, seguirán existiendo, porque aunque gritemos a los cuatro vientos lo de “vive y deja vivir”, después no lo cumplimos y seguimos pasando por el aro, nos guste o no, para no desentonar o para no ir contra la sociedad o porque es la tradición y lo que es peor, seguimos criticando a aquellos que no cumplen ciertas normas de protocolo social, sean las que sean, del tipo que sea, relacionadas con la edad, sexo, raza e, incluso, de lectura. Espero, no obstante, que nadie me mire mal por leer y escribir fantasía, porque entonces sacaré, con orgullo, mi bandera y este artículo para proclamar bien alto que sí, que tengo esta edad y que leo —y escribo— lo que me da la gana. ¡Que viva la fantasía!
(Actualizo el artículo para comentar que la editorial me ha contestado al correo que les he mandado y me han comentado que quería solamente la opinión de ese rango de edad, entre 8 y 15 años, de ahí el filtro con el que me he topado. Agradezco su respuesta, no obstante se podía haber indicado, además de que considero que cualquier opinión es válida y más si se trata de libros, pero es normal que tampoco quieran demasiadas respuestas y ceñirse a lo que les importa de verdad).
Mercedes Soriano Trapero
Foto: pixabay