Perseguir una oscuridad
que acecha constante,
donde siente la garganta que se atraganta
como los cristales rotos hieren.
Amanece el niño
que sueña con ser libre,
deshaciendo los fantasmas
y el miedo que trae la noche
enfrentándola en frustración dilatada.
Cava su propia fosa en vida
con una losa enroscada a la cintura,
siendo los abismos
alimento descompuesto
con los que sustenta sus días.
Añora lo virginal
de las rosas recién nacidas,
dañando todo lo que tocan
las manos nocivas
que el corazón confiesa
por falta de parir sentimientos.
Y se quiebra maldiciendo
al mundo que no le toca,
donde inflama los pulmones
de un aire intoxicado
consumiéndose en una cloaca infectada,
siendo tiniebla a la deriva.
En su sacrilegio indeleble,
arrullan los demonios su nana.
Yayone Guereta.