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30 de agosto de 2015

Indeleble.




Perseguir una oscuridad 
que acecha constante, 
donde siente la garganta que se atraganta 
como los cristales rotos hieren.

Amanece el niño 
que sueña con ser libre, 
deshaciendo los fantasmas 
y el miedo que trae la noche 
enfrentándola en frustración dilatada.

Cava su propia fosa en vida 
con una losa enroscada a la cintura, 
siendo los abismos 
alimento descompuesto 
con los que sustenta sus días.

Añora lo virginal 
de las rosas recién nacidas, 
dañando todo lo que tocan 
las manos nocivas 
que el corazón confiesa 
por falta de parir sentimientos.

Y se quiebra maldiciendo 
al mundo que no le toca, 
donde inflama los pulmones 
de un aire intoxicado 
consumiéndose en una cloaca infectada, 
siendo tiniebla a la deriva.

En su sacrilegio indeleble,
arrullan los demonios su nana.



Yayone Guereta.


11 de agosto de 2015

Entre soledades.



De nuevo emergió
a un mar de lamento
de orillas fraguadas
y diques secos,
la boca cansada
de palabras al viento.

Otra vez el silencio,
enmudece
en las largas noches
que lleva dentro,
siempre en su mundo
soledad en sus adentros.

Entre las rejas de una casa vacía
donde la tibia luz
apenas roza su cuerpo,
recordará aquellas tardes
sentada mirando al cielo,
como deja comerse la vida
mientras permanece en su invierno.



Yayone Guereta.





4 de julio de 2015

Sin ti.



Vacía sin tu presencia
guardo y resguardo la soledad que me aprieta, 
sustento con el que mantengo la idea vaga en pensamiento, 
con la cual me atrevo a decir que celo, 
hasta del suspiro que inhala tu pecho.

No sin antes decirte 
cuatro silabas que llevo dentro, 
tan dentro que atraviesan como una daga y en silencio, 

/el que me quema por no sentir tu fuego, 
el que ardo en deseo de poseer /

en esta maldita noche en la que tanto te anhelo, 
mientras sujeto esta desgarrada alma 
intentando no caer de nuevo....


Yayone Guereta.

5 de junio de 2015

Desde la oscuridad.



Queda en la ausencia del silencio,
el que calla y muere 
por la desolación de su propio reflejo.

Habla la oscuridad del alma peregrina de luz
la que quedó en eso, 
exhausta en noches de soledad
ciega, sin habla de palabras, 
en su jaula encerrada sin huecos
ni rendijas que oxiden el poco oxígeno
aire que falta y ahoga por dentro.

Los cuervos saciaron la sed de sus ojos,
las lágrimas que quedaron filtradas, 
son el recuerdo de la voz sellada, 
 con la que a veces observa 
sintiendo el temblor en el cuerpo, 
y con la mirada rota, 
ve los escombros que le empujan a un tiempo, 
el que desecha al olvido sintiendo.

Es consciente que jamás será beso, 
ni caricia, y menos, 
aurora boreal de ninguna piel 
en el amanecer de algún lecho, 
ni pálpito que suspire un corazón latiendo.

Traspasa y cede el testigo a los amantes,
a los que aun tienen el privilegio 
de sentir y arrullarse, 
desde la libertad
sin temer la locura de amarse, 
desde el principio hasta la eternidad 
que solo los locos atreven a suicidarse.


Yayone Guereta.

31 de mayo de 2015

Sin vos.



La voz que nunca más escucharía
se cuela haciéndose hueco en la noche
enfermando el silencio,
poniendo el dedo en la llaga
trastornando la sed que dejó en mi cuerpo,
vistiéndome de su piel
en una dulce ambrosía,
donde en mis pensamientos caben
mil y una fantasía,
por culpa de la ausencia que dejó
esta soledad se revela en si misma.

La memoria no entiende de nombres,
y va desnuda sin sentirse cohibida
sus huecos son parcelas,
poniendo a su antojo, y a veces en desorden,
los caprichos que se liberan.

Como esta noche
que hallará la quietud de unas manos frías,
de aquellos besos que reposan en un pecho vacío,
la soledad de un sueño que se adueña
del sentimiento cautivo.

Es crueldad someterse al dolor
que produce el espacio de pensar,
si el corazón desobedece a la razón
llamando a las mariposas
que desean posarse en la flor.

Quien le dice a la rosa
que su aroma se evaporó,
que no espere cielos abiertos
de los labios que besó.

El sueño se desvanece, otro amanecer sin vos.


Yayone Guereta.


12 de abril de 2015

Ese lado del corazón.


Cuanta soledad
puede albergar
ese lado del corazón
que  queda tan oscuro,
perdido entre tinieblas
ausente de un presente
donde el desconcierto ciega.
Ajeno a cielos radiantes
a noches de lunas bellas,
permanece escondido
sujetando un yugo
del que se apodera,
desazón que queda dentro
rabia que contrae por fuera,
miedos que arañan
arrastra secuelas,
frágil ante emociones
evitando sensaciones
coartando la libertad de tentaciones
sumiso se entrega.
Derrotado ante una guerra
sin querer mas pulsos que lo aceleren
con su vía crucis acuestas,
agazapado en su madriguera
hibernando en su cueva,
ermitaño, sin dejar huella.
Se mantiene en silencio
para no alterar al otro lado
que anda algo mosqueado,
no le queda mas remedio
que vivir remolcado,
van a contracorriente,
son un mismo destino
en caminos cortados.
Son los ojos
espejos del alma,
y la mirada con la que mira,
a sesgado todo contacto
queriendo estar aislado,
como única compañía.
 Bienvenida soledad
a este su mundo paralelo
apartado de cobardía.


Yayone Guereta.



3 de abril de 2015

Cuando el amor calla.



Cuando el amor
se vuelve silencio,
y faltan las palabras.
Invade la soledad
y el mundo se para,
y ya no hay risas
ni amaneceres que hablan,
ni noches vestidas que arañan
ni magia,
y vives condenado
 a la nostalgia.

 Soledad sombría
despliega tus alas
para que tu alma vuele
y no se sienta fría,
reconfortas tu silencio
entre cumbres,
para no sentirte vacía,
con un manto blanco

cubres tu agonía,
y dispersas tu vuelo
rozando la melancolía.


Yayone Guereta.

22 de marzo de 2015

Elegí.


Que nadie me espere
despierta,
la noche envolvió
mi tierra yerma,
del crepúsculo arrastro
el cansancio de mis piernas,
en un camino de hastío
horizonte baldío que ciega.
Que nadie me espere
despierta,
las nubes taparon mi cielo
la luna con su guerra
se apoderó del sol,
sintiéndose una reina,
los astros son testigos
para que no amanezca.
Que nadie me espere
despierta,
mis ojos se hicieron
a esta oscuridad tan espesa,
el corazón ya esta oprimido
en la caja que no suena,
ventana con muro de piedra
sin miedo a la tormenta.
Que nadie me espere
despierta,
que no quiero sentir
como golpea en la azotea,
clavando a punta de cincel
tallando en la piedra,
lo que el mundo quiere ver
así son sus reglas,
infierno el que claudica
en cosas etéreas.
No me esperéis despierta
dormitar en mi sistema,
elegí la libertad
de una soledad eterna.



Yayone Guereta.