Que mis manos te busquen ciegas
reinventándose en cada mañana,
cuando el canto del jilguero
despunte su trinar al alba.
Y en cada caricia pronuncie el nombre
que en lagunas de sueños llamo,
aliento y grito que retengo
en la piel que dormita añorando.
Quien osa ser el dueño del tiempo,
de las lunas y los soles
para separar los labios que reclaman
los besos ausentes que se hicieron olvido.
Si en la inmensidad me hago viento y camino,
y mis pasos transitan en locura
por ser hoja de lirio, flor en su cerezo,
raíz de sus entrañas, canto vivo.
Que nadie nos niegue ser risa
o lágrima brotando del párpado
en la mejilla desnuda
de la boca del desamparado.
Yayone Guereta.
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