En su marcada y jugosa piel anudo mis manos
expandiéndola entre mis dedos,
embebiendo el aroma
a jazmines y lirios frescos
me zambullo en millones de sensaciones
embrujos que invaden mi cuerpo.
Y despiertan todos los amaneceres
siendo murmullo de aire
amalgamas y colores excelsos,
como si de una explosión cataclísmica
hiciesen fusión
para expansionarse en un momento.
En el mar de su boca soy timón,
y timoneé en sus olas
al perder los sentidos,
trae la luna en la noche
el susurro de sirena
reclamando la humedad de su olimpo.
Y vaciándose desde el vientre
ese sonoro grito,
el que anuncian los amantes en plenitud
gimiendo al compás
que los latidos golpean
yaciendo fulminantes allí mismo.
Impregnados en océanos a raudales, fueron...
Yayone Guereta.
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