Vi amantes morir de amor
exiliando sus almas al olvido,
guardando secretos en suspiros
abandonados en un aliento frágil.
También vi a la luna
implorar a los ojos de las estrellas,
lamentándose al mar entre los murmullos
de sus olas sin llegar a ser orilla en su origen.
El tiempo pesa marcando la piel
en la ley que impera su radicalismo
e insiste en ser tiempo turbio sin esperas
y apenas el astro rey ilumina.
En la libertad de mis esquinas
se desgrana poro a poro el cansancio
de la ausencia irreverente,
el hastío del padecer languideciendo.
Y en un soplo de aire trémulo que la noche infectada
de lúgubres pensamientos trae,
musito el nombre de la tristeza del oscuro y cruel destino
de este mundo a veces tan absurdo e irritable.
Dejó de ser melodía en sus ilusiones...
Fui testigo.
Yayone Guereta.
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