Si las líneas de mis manos hablaran
y cada centímetro de mi piel marcada digiera
lo mucho que pase para llegar aquí…
el dolor, las tristezas y las penas
todas en un mar de llanto profundo en delirios.
Padecí de frio en mi propio corazón,
me inunde de soledad y vacio…
grandes heridas cavadas por mi propia tortura
me dolían a morir… como punzadas de espinas
que sangraban por las noches con mis lagrimas.
Mientras la luna alumbraba mi ventana
mis ojos se cerraban y lloraban para no ver la luz
y tan solo cubrirme de sabanas para no dejarla entrar mas
así fue… fui verdugo de mi propia alma
la fui aniquilando sin darme cuenta.
Una noche, un mañana…, una tarde quizá…
no lo recuerdo claramente pero nació de mi piel
la primera marca que hablo de mas por mi…
me abrió los ojos y me saco de la oscuridad,
y sentí él un suspiro en mi oído diciendo: mira… mira…
y voltee a ver con asombro, era yo… o lo que quedaba de mi.
Y la voz regreso y me dijo: esto eras tú y esto eres ahora
mírate y dime ahora… ¿Qué prefieres?, mire confundida, miedosa
y pude respirar un poco cuando lo vi asomar a mi…
vi entre tanta oscuridad un grano de luz que me ayudo a alumbrar
la cueva más profunda que jamás había visto en mi vida,
era mi propia tumba, cavada día tras día por mi sufrimiento y dolor…
era tan honda que no alcance a ver el final.
Y así fue, por fin después de tanto tiempo alguien me dijo en la cara
abriéndome los ojos a la fuerza, que esa niña muerta no era yo
si no un demonio malo que solo me asfixiaba para dejarme morir...
debería abrir las cortinas para dejar todo ese aire limpio cruzar,
y me lavo las herida del corazón… las cicatrizo con amor.
Me ayudo a sobrevivir desde la muerte en mi interior,
a tapar tan honda tumba de dentro de mi…
y pude ver el destino escrito en mi piel otra vez…
mi corazón latir, sentir otra vez... la verdad de un camino de luz,
de este destino que se escribe con mi sangre…
y se nota en cada fibra más profunda de mí ser...
mi alma y mi corazón.
ROMINA CAVERO.